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'MaXXXine', la actriz porno destinada a la fama culmina la trilogía de terror de Ti West

MaXXXine se estrena en cines españoles este 23 de agosto y continúa las aventuras de la superviviente de X, anterior película de terror de Ti West.

MaXXXine se estrena en cines españoles este 23 de agosto y continúa las aventuras de la superviviente de X, anterior película de terror de Ti West.
Mia Goth en MaXXXine | Universal

La inesperada trilogía de terror de Ti West iniciada en X, a la que siguió la precuela Pearl, culmina en MaXXXine, que convierte la trama de un slasher de explotación de los 70 de la primera parte en un thriller típico de los tiempos del auge del vídeo a mediados de los 80. Aunque en realidad, la continuación de las aventuras de la ambiciosa Maxine Minx, convertida aquí en una actriz porno que, como Traci Lords o Marilyn Chambers, es un vehículo para demostrar que su protagonista, Mia Goth, es -citando a su propio personaje- una verdadera estrella.

En su traslación a 1985, en pleno fin de semana de estreno de St. Elmo Punto de Encuentro, West convierte su slasher un ensayo psicosexual apoyado en Brian De Palma, y en consecuencia Hitchcock, en un film que no obstante bebe todavía más que los anteriores de la cinefilia y el cine dentro del cine. Quien espere una comedia de terror convencional puede verse un tanto decepcionado con MaXXXine, que pese a cumplir una determinada cuota de asesinatos y efectismo (impagable cierto plano de la entrepierna en el callejón) prefiere tomar la senda de una negrísima reflexión sobre la todavía más negra crónica social de Hollywood.

En medio de todo, Ti West, un director en posesión de todos sus recursos que en MaXXXine sintoniza la onda De Palma en Doble Cuerpo y Vestida para matar y que, gracias al culto y creciente éxito de las anteriores entregas, ha visto su presupuesto sustancialmente aumentado. La película, que narra el enfrentamiento de Maxine con un nuevo asesino que parece conocerla muy bien, luce de fábula y es de los pocos ejercicios de nostalgia fílmica que no solo se apoderan, sino que aprovechan de verdad los recursos y texturas del VHS primigenio para juguetear con su narrativa. Un experimento retro verdaderamente cómodo con su naturaleza de reflexión sobre la cultura popular en la que West equipara el porno y el terror de serie B de los videoclubs para facturar una película original, sangrienta y reflexiva.

Y también una dominada absolutamente por Mia Goth, entregada a este ejercicio de cinefilia entre cínica y cariñosa en un papel memorable. La actriz, en perfecta comunión con el director, profundiza en esta revisión del cliché, o mito, de la "scream queen" para crear un juego de reflejos entre esta secuela y la precuela Pearl. Sin especial ánimo en buscar cohesión con las otras entregas, West aprovecha para crear un nuevo y fundamental personaje que podría encajar en el actual revisionismo feminista y que, a pesar de ello o por eso mismo, es tanto víctima como verdugo. Maxine es una heroína (una estrella) que tira de la manta del conservadurismo que anida en el fondo de la industria en la que, quizá, sea la mejor entrega de la trilogía que mejor analiza el inevitable fondo erótico del terror y, quizá en consecuencia, la sórdida (pero divertida) naturaleza humana.

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