
En los medios informativos españoles se suceden ahora a menudo noticias acerca de Richard Gere, no sólo por su intensa actividad cinematográfica, sino por su presencia en Madrid, con su familia, donde comenzaron a residir en un espléndido chalé en la selecta urbanización de La Moraleja. El popular actor se encuentra muy a gusto en nuestro país, comenta que sus hijos, bilingües los dos menores, también se han adaptado a la vida española. Y él mismo procura poco a poco conocer nuestras costumbres y tradiciones; sin ir más lejos, ya se hizo público que el pasado 25 de diciembre acudió con su "clan", a media tarde, a una típica churrería, la del Pasaje de San Ginés, donde probó la popular merienda, a base de churros y porras con chocolate, que a su mujer, Alejandra Silva, le encantan y echaba de menos cuando vivía en Nueva York. Está el matrimonio dispuesto a ir recorriendo lugares de nuestro país que Richard aún no conozca. El fin de año lo pasaron, por ejemplo, en Cuenca. Este 2025 se cumple el medio siglo en el que el popular actor inició su destacada carrera en el cine.
A los setenta y cinco años, este norteamericano de Filadelfia conserva un físico impecable que le permite ser todavía un galán muy cotizado. Curiosamente en su última película estrenada, "¡Oh, Canadá!" tuvo que someterse a largas sesiones de maquillaje pues su papel así lo obligaba: el de un documentalista que percibe su cercana muerte y se presta a una confesión filmada, delante de su esposa (Uma Thurman, coprotagonista), donde reflexiona sobre la vida y su final.
Decíamos que trabaja casi a destajo, pues a comienzos del último otoño se estrenaron los primeros episodios en una cadena norteamericana de la serie "The Agency", donde incorpora el personaje de un jefe de la Cía. Se rodó en verano en Londres y los fines de semana viajaba a Nueva York, porque echaba de menos a su esposa e hijos. Soportaba el "jet lag" a cambio de ese sacrificio.
Con su tercera esposa, la española ya mencionada Alejandra Silva, declara ser muy feliz. Con anterioridad, se casó primero con la modelo Cindy Crawford, su pareja desde 1991 hasta 1995. Tras el divorcio pasó unos años soltero hasta su segundo enlace en 2002 con Carey Lowell, que concluyó en 2016.

Da la impresión de ser un hombre tranquilo, que controla sus emociones, acaso por la práctica del budismo, que lo acercó hasta la figura del Dalai Lama, significándose desde entonces por divulgar esa creencia y cuanto lo acerca a las tradiciones del Tibet. A propósito de haber coincidido en el reparto de la antes citada "¡Oh, Canadá!", junto a Uma Thurman, a Richard Gere le une una vinculación especial con el padre de esta bella actriz, pues como experto en estudios budistas en la Universidad de Columbia, se hizo amigo del actor y fundaron en Nueva York la Casa del Tibet, entidad que se ocupa de mantener su cultura.
La espiritualidad de Gere está presente a menudo cuando hace declaraciones sobre este mundo convulso que nos ha tocado vivir. Rechaza papeles en el cine que vayan en contra de sus creencias. Larga es su filmografía, donde destacan títulos como "American Gigoló" y "Oficial y Caballero". Probablemente la gente lo recuerde más por "Pretty Woman". No porque esta película fuera superior a las otras: la crítica dividió sus opiniones acerca del juicio que le merecía. Pero funcionó en las taquillas. De un presupuesto cerrado en catorce millones de dólares, la productora se embolsó cuatrocientos sesenta y tres. La banda sonora contribuyó a sus buenos resultados pues la canción central, ya era muy conocida con anterioridad: "¡Oh, pretty woman", del afamado solista de color Roy Orbison.
Estrenada en 1990, "Pretty Woman" no iba a hacerla Richard Gere. Su papel fue rechazado sucesivamente por Christopher Reeve ("Supermán"), Al Pacino, Daniel Day-Lewis, Denzel Washington e incluso Sylvester Stallone. Algo frecuente en Hollywood. Lo mismo le pasó a su compañera de reparto, Julia Roberts, que fue la elegida después de que el director rechazara a unas cuentas colegas. Julia tuvo una parte relevante para que Richard Gere aceptara su personaje, que al principio no le entusiasmaba. Dado el éxito tras su exhibición en múltiples países la productora y Julia Roberts estaban confabulados para rodar una secuela. Pero, tajante, Richard Gere se negó. Tuvo bastante con la única que hicieron y que a él no le complació mucho. Y, ya ven: es en la que probablemente más lo recuerden. Dejó de ingresar en sus cuentas bancarias una millonada. Le ofrecían un cheque en blanco, una fortuna. Dijo todas las veces que no. Aquel personaje, un ricachón empecinado en la conquista de una fulana, cuya interpretacion bordó en la pantalla, le resultaba detestable, de acuerdo con sus convicciones morales y religiosas.