¿Quién es Lucio Fulci y por qué merece la pena recordarle? El fallecido director de cine italiano está, para muchos, a la altura de los mejores. Pero precisamente por haber dedicado toda su carrera al terror (y a la comedia, y al western, y al policiaco…) su creatividad está por detrás de otros iconos del cine italiano.
Es más, Lucio Fulci (1927-1996) fue, durante muchos años, un director de tercera categoría hasta que genios como Quentin Tarantino reivindicaron su carrera o preñaron sus propias obras de referencias, guiños y homenajes a películas de Fulci.
Ahora, en compañía del crítico especializado en terror Jorge Loser, el programa de esRadio Prohibico contar ovejas ha dedicado un programa entero a repasar la carrera del italiano, toda una personalidad responsable de mitos del género como Nueva York bajo el terror de los zombi, El más allá o Aquella casa al lado del cementerio.
Títulos icónicos en una carrera preñada, eso sí, de películas de todo género. Y es que Fulci solo se lanzó a cultivar el horror muy avanzada su carrera. Lo hizo, eso sí, con tal efectismo y creatividad -las muertes de sus films podrían pasar perfectamente a la historia del género- que todavía hoy siguen resultándoos impactantes.
De modo que, de manera cronológica pero con especial acento en el terror, y recurriendo siempre que es posible a la música de su colaborador cercano Fabio Frizzi, el programa de Felipe Couselo repasó toda su trayectoria hasta llegar a un film auto-homenaje y despedida como Un gato en el cerebro.
Quizá el gore que ha hecho famosas a películas como El descuartizador de Nueva York o Miedo en la ciudad de los muertos vivientes provenga de la formacion como médico de Fulci, que comenzó cultivando el género policiaco y el giallo italiano en los años 70 para ir, poco a poco, extendiéndotelas su abanico. Casi todas sus películas, aparte de la violencia, sus famosos primeros planos de ojos o sangre, contienen críticas igualmente cruentas contra la religión, siempre un tema protagonista en su obra.
Censurado en su momento, catalogado como X, recortado en contenido siempre que era posible, Fulci ha pasado a la historia como un director popular visto con desdén y hasta con odio por críticos y detractores. Pero su estetica habla por sí mismo, y la violencia e impacto de algunas de sus escenas forma parte de la poética del director.
Poseedor de una filmografía extensa que abarca decenas de títulos, el de Siete notas en negro, Danza mortal o Una historia perversa es, ahora, uno de los grandes del cine italiano, por encima de las carencias de sus guiones (muchas veces premeditadas) y debido, sobre todo, a su inagotable de sangrienta creatividad.