
A los noventa y ocho años de edad nos ha dejado el más prolífico guionista y realizador cinematográfico, Mariano Ozores, que alcanzó detrás de la cámara la nada despreciable cifra de casi cien películas. Con algunas excepciones, su cine pertenecía a un género popular, de comedias ligeras, que conforme la censura fue desapareciendo, llegada la Transición, reflejó al modo costumbrista la España de la época, cuando en otras cinematografías hacía tiempo que se filmaban imágenes eróticas y aquí, al principio, se rodaban dobles versiones, unas para exhibirse en el extranjero y las de aquí, como si fuéramos retrasados, se eliminaban. En las películas de Mariano Ozores circulaban en sus argumentos personajes de la calle aunque llevados en cada guion a divertidas ocurrencias, muchas de ellas irónicos despropósitos tomados de la propia realidad de los políticos o inspiradas en las nuevas costumbres de la década de los 70 en adelante. Los desnudos a veces completos de las actrices no eran sino un recurso para atraer a miles de espectadores que llevaban condenados a no verlos nunca en la pantalla cuando en muchos otros países europeos ya eran habituales hacía años. El resto de los contenidos de esa filmografía de Mariano Ozores significaban la representación de diálogos equívocos, secuencias propias de vodeviles de antaño y también, a través de un humor directo, astracanesco, con alguna leve crítica social, sin mayor alcance.
Sus películas dieron mucho dinero a los productores. Y con ellas surgió la pareja más taquillera del cine español, formada por Andrés Pajares y Fernando Esteso, con algunos otros cómicos de parecido estilo. Mariano Ozores era fiel a una máxima de Alfred Hitchcock: "¿Qué es el cine? Una sala vacía que hay que llenar de gente". Pero la crítica más ortodoxa y exigente, la que defendía unas películas con mensaje, elitistas, desaprobaban el cine de Mariano, o simplemente lo ignoraban, si acaso nombrándolo con desdén.
Antes de dedicarse al cine, Mariano Ozores trabajó para una incipiente Televisión Española. Perteneciente a una dinastía de actores, la de sus abuelos y padres, ambicionaba con sus dos hermanos, José Luis y Antonio, tener una productora propia, que contando con un grupo inversor que la financió, rodaron Las dos y media y … veneno. Allí donde, aparte de guionista, Mariano se introdujo de lleno en la producción y dirección cinematográfica. Aquel título lo sacó como parodia del grito nocturno que se dirigía a los serenos para que abrieran las puertas de las casas de quienes los llamaban: "¡Las dos y media y sereno!". Era una historia urdida en tono algo surrealista de dos hermanos, representados por Fernando Rey y Fernando Delgado, que robaban joyas de bisutería y trataban de envenenar a su anciano tío (el actor Félix Fernández), metiéndose en un lío, hasta descubrir que su pariente es "un muerto vivo". Filme que rodaron en 1959, costó un millón ochocientas mil pesetas, cifra que recuperaron en taquilla. La crítica fue generosa con Mariano Ozores. Lo que le convenció para ser en adelante director de cine, sin abandonar del todo sus anteriores trabajos en televisión.
No obstante aquel prometedor comienzo, Mariano hubo de esperar dos años hasta rodar su segunda película, Salto mortal, cuya baza comercial consistía en que su protagonista iba a ser José Luis Ozores, hermano mayor de Mariano, ya acreditado actor cómico, a quien familiarmente llamaban "Peliche". El rodaje transcurrió en 1961. Su coste no llegó a los dos millones de pesetas. Funcionó bien en taquilla, con buenas críticas.
En las películas familiares que Mariano continuó dirigiendo siempre contó en el reparto con sus dos hermanos José Luis y Antonio. El primogénito, actor fabuloso, que combinaba la ternura con la bonhomía y sencillez, fue perdiendo su movilidad hasta que la muerte lo arrebató de este mundo, víctima de una esclerosis irremediable. Recuerdo una tarde que fui a entrevistar a Peliche, ya en silla de ruedas, que manejaba en presencia de sus hermanos una cámara americana de esas que veíamos en el cine de gran tamaño y elevado peso. Se le escapó de las manos, cayendo al suelo. Antonio y Mariano pusieron de torpe a José Luis en una escena que a mí me pareció cruel, hasta que caí en la cuenta que lo hacían para no darle ocasión de sentir pena por él.
Llegado 1963, ya con media docena de películas en su filmografía, Mariano Ozores produjo con su familia una película que no iba a olvidar en toda su carrera: La hora incógnita. Si hasta entonces, su costo rondaba los dos millones de pesetas, ésa llegó a los seis millones. En el reparto figuraba casi todo el clan: los tres Ozores, Elisa Montés (casada entonces con Antonio), Fernando Rey… Fue una ruina económica total. A pesar de las favorables críticas. No era todavía ese cine de Mariano Ozores de años posteriores, sino con un guion de mayores pretensiones intelectuales. Después de ese fracaso, juró y perjuró que, en adelante, no repetiría la apuesta por unas producciones de mayor alcance cultural. La hora incógnita no interesó a casi nadie, escasos espectadores la vieron. Fue una lección. Y para hacer frente a las pérdidas, él tuvo que correr con todas las letras bancarias que iría pagando durante varios años. "No haré nunca más películas que me gusten a mí, sino las que quiera ver el público".
Y así, en adelante, se dedicó a aceptar guiones de las productoras que le sugerían de antemano los actores con los que debería contar: José Luis López Vázquez, Gracita Morales – pareja super taquillera – Isabel Garcés, Laura Valenzuela, Concha Velasco, Alfredo Landa… Con todos ellos y muchos más Mariano se portó de maravilla, siempre amable, educado y comprensivo, salvo con una de las actrices citadas, que lo sacaba de quicio: Gracita Morales llegó a un estado mental tan complicado que no había manera de hacer carrera con ella, o sea, dirigirla normalmente. Y así, acabó olvidada.
Risas garantizadas
Y llegamos a una etapa que Mariano Ozores inició con la productora de la familia Reyzábal, Ízaro Films, tan fructífera. Comenzando con una serie de títulos a mayor gloria de José Luis López Vázquez y Gracita Morales: Operación cabaretera, Operación Mata-Hari, Objetivo bikini, guiones que escribía el propio director, Mariano, que daban en taquilla cantidades elevadas, superando los treinta millones de pesetas. Se divertía él y se divertían los propios actores y llegado el estreno, el público no cesaba de reír en cada proyección.
En otros elencos contó con Lina Morgan (Señora doctor) con José Sacristán, que parecían novios de verdad; y siempre Antonio Ozores en cada película de su hermano Mariano. En Celedonio y yo somos así Alfredo Landa era quien encabezaba el reparto. Repetía a esos actores a menudo. Y desde luego con Lina Morgan encontró a una actriz con la que le fue fácil siempre comunicarse: "En seguida la entendí y me entendió… Una intuitiva sorprendente".
Ella fue La graduada, que dejó cuarenta y tres millones de pesetas en taquilla. Siguiendo siempre Mariano en aquella década de los 70 y 80 con "un cine ligero que era fiel reflejo de la sociedad en la que vivíamos". Así rodó Venta por pisos, reflejando ese problema inmemorial cuyos problemas para parejas que quieren casarse y buscar un hogar, continúa siendo una entelequia. Alargada su colaboración con Lina Morgan, firmó tres cintas con ella, que gozaron de una buena respuesta popular: Dos chicas de revista, donde cantaba piezas que había estrenado tiempo atrás Celia Gámez; La descarriada y Una monja y un Don Juan. A la hora de titular cada uno de sus guiones Mariano ya era ducho para evitar cortes de la implacable censura, así La descarriada no podía ser La prostituta, por ejemplo. Tres millones y medio de espectadores asistieron a esas tres proyecciones dejando en taquilla ciento ocho millones de pesetas.
En ocasiones, a sugerencia de algún productor, tenía que aceptar que algunos títulos inspirados en estrenos del extranjero tuvieran aquí la réplica humorística, como fue La llamaban la Madrina, pensando en Le llamaban Trinidad, escrita para que se luciera una vez más Lina Morgan. Para también ella escribió un remake de Operación secretaria, que en su día estrenaron López Vázquez y Gracita Morales, y después José Luis y Lina. Era el año 1974, a título de curiosidad la butaca costaba cuatrocientas cincuenta pesetas y por ello triplicó la recaudación de la primera.
Copla
Se acercó Mariano también a la copla, cuando en 1978 le encargaron dirigir a Manolo Escobar en Donde hay patrón… Contaba Ozores algo insólito en su profesión: El cantante y su productor exclusivo Alfredo Fraile senior nunca firmaron contrato alguno. Siempre se fiaban de su palabra estrechando sus manos.
Y llegamos, ya llegada la Transición política en España cuando Mariano Ozores pasó a dirigir las películas que más popularidad y dinero le proporcionaron a la productora Ízaro Films, y de paso, a él mismo, y desde luego a los actores Pajares y Esteso quienes, cuando advirtieron el dineral que daban sus películas, firmaron una cláusula por la que se llevaban también un buen porcentaje. Se hicieron ricos. Andrés, a pesar de algunos desvaríos, pudo ahorrar lo suficiente como para no tener que trabajar más desde hace unos años, en tanto Fernando, por su mala época, perdió la mayor parte de su fortuna.
Las dos estrellas del humor rodaron su primera película juntos, Pepito piscinas. Como el dúo significó un exitazo, tras éste siguieron otros: Los bingueros. Allí aparecieron en pelota picada las actrices África Prats y Roxana Dipré. Hasta entonces, Mariano se había resistido a que ellas no mostraron su sexo explícitamente. Casi doscientos millones de pesetas recaudó.
Acostumbrado a realizar películas en tono satírico tomó como muestra una de las películas de Sylvester Stallone. Ozores escribió y dirigió Yo hice a Roque III, en la que Pajares era el Rocky español de andar por casa, o sea, el tal Roque, y Esteso su preparador. Parodia llena de gags, que mostraba ese talento para el humor que Mariano desperdigaba en sus secuencias. Digamos como anécdota que el título fue una ocurrencia de Andrés.
Esteso-Pajares
A tenor de cuanto llevamos escrito sobre Mariano Ozores nos gustaría de disponer de mayor espacio y contarles las peripecias de muchas otras películas rodadas con Pajares y Esteso, Juanito Navarro, Manolo Gómez Bur y un largo etcétera de cómicos. Tendremos que condensar los títulos de algunas otras películas para ya poner punto y final. Algunas como El liguero mágico sólo con Pajares. Y lo mismo con Esteso Queremos un hijo tuyo, contando con esa frase que una adicta al PSOE dirigió a su líder Felipe González. Otra vez la pareja unida en Los chulos. Y Esteso solo en El soplagaitas, tocando el instrumento en un puticlub. Se iban turnando en los guiones de Mariano. De modo que, tocándole el turno a Pajares protagonizó Qué gozada de divorcio, aprovechando la ley de Fernández Ordóñez. África Prats allí en pelota picada.
Carmen Cervera, antes de ser baronesa
Esteso-Pajares, tanto monta monta tanto rodaron luego Los liantes. Hubo una escena que les salió redonda: esposados, se meten en un lavadero de coches, saliendo de allí más limpios que una patena. ¡Lo que les obligaba a hacer Mariano a sus actores fetiches! Más tarde, Ozores contó con Carmen Cervera, que antes de ser baronesa Thyssen, era actriz. Pues salió como su madre la trajo al mundo en El primer divorcio. Era 1981 y nuestro director estrenó nada menos que siete películas. Las hacía como churros. En El hijo del cura – eso era ya en la década de los 80 – una sobrina de Mariano, Adriana Ozores se confesaba… con Fernando Esteso. Llegó 1982 y, oportuno, aquel filmaría ¡Que vienen los socialistas!. El protagonista fue José Sacristán, mecánico en la ficción, lo que también fue en la vida real antes de ser actor, valga la anécdota. Para Pajares le escribió El currante, donde Esteso, vestido de albañil, hizo una colaboración especial. Y ya en los años 90, Mariano se despidió del cine, aunque para Televisión Española preparó una serie, El sexólogo, que interpretó su hermano Antonio, conocido por alterar muchas frases de los guiones de su hermano, lo que éste no tenía más remedio que permitirlo: era incapaz de reprenderle.
Goya de honor
Mariano Ozores recibió un Goya de Honor en 2016. Un reconocimiento a su larga y meritoria carrera. Ya decimos: escribiendo y dirigiendo películas que nunca iban a recibir ese galardón ni ser seleccionadas para el Oscar. Lo que no invalida el trabajo de ese casi centenar de títulos que ocupan su filmografía. Millones de españoles han visto su cine. Las televisiones reponen muchos de ellos continuamente todavía en este primer cuarto del siglo XXI.
Estuvo casado con Teresa Arcos desde 1957 hasta que ella falleció en 2019. Su hija Teresa recordaba a su padre como un hombre bueno que se llevaba bien con todo el mundo. Falleció en su domicilio mientras dormía.

