La difícil infancia del bromista Anthony Hopkins y el nulo trato con su hija
El actor, que se ha casado tres veces y no se habla con su única hija, se ha propuesto continuar trabajando en el cine a sus ochenta y siete años.
Anthony Hopkins, uno de los más grandes actores, nacido en el País de Gales, se decidió, al fin, a escribir sus memorias aunque tiempo atrás se negaba a hacerlo, justificándolo por su vagancia. Memorias que llevan un extraño título, We Did OK, Kid, que puede traducirse, más o menos, como "Lo hicimos bien chaval". Viene a decir que es un libro que recuerda al niño que llegó a ganar no uno, sino dos Óscar: el primero en 1991 por su interpretación en El silencio de los corderos y el siguiente por El padre, en 2020. Es por su papel de Hannibal Lecter, dirigido por Jonathan Demme, convertido en caníbal, por el que más se le recuerda aunque a lo largo de su larga e intensa filmografía haya, incluso, sido protagonista de mejores películas. Por aquel papel ha quedado para los críticos como uno de los actores que "mejor hace de psicópata o demente".
Nacido hace ochenta y siete años tuvo una infancia difícil: era un chico rebelde, en el hogar de unos panaderos, cuya cabeza de familia, compulsivo bebedor, lo maltrataba, tachándolo de inútil. Acabó en un internado, donde hacía reír a sus compañeros con sus divertidas imitaciones. Ello derivó, ya cuando fue haciéndose mayor, en su vocación de actor.
Su progenitor acabó sorprendido y emocionado cuando Anthony fue elegido por Sir Laurence Olivier para formar parte de la Compañía Nacional Inglesa de Teatro. Y ya desde entonces mantuvo con su hijo una admirada relación. En su lecho de muerte le hizo recitar algunos versos de Hamlet, de memoria, siendo sus últimas palabras antes de cerrar sus ojos para la eternidad, éstas: "Hijo, ¿cómo aprendiste esos versos?"
Cuando a comienzos de la década de los 90 aceptó ser el protagonista de El silencio de los corderos, no sin meditarlo mucho, ya era un avezado actor teatral de obras clásicas y muy acreditado en la pantalla, a pesar de que todavía le faltaba un simple escalón para ser reconocido mundialmente, lo que sucedería tras el estreno triunfal de la mencionada cinta. Le comentó a Demme, su director, esto: "El silencio es la parte más aterradora que me recuerda la infancia, entrar en una habitación, encender la luz y ver una araña gigante en la pared, quieta, expectante".
Tal fue el éxito en las taquillas de aquel filme que la productora lo convenció para que protagonizara una secuela en 2001 (Hannibal) y en 2002 Red Dragon. Después, se negó rotundamente a repetir aquel personaje terrorífico.
Veinticinco años antes de que filmara El silencio de los corderos, en 1966, contrajo matrimonio con Petronella Barker, que duró seis años hasta el divorcio, aunque ya había roto con ella tiempo atrás, lo que le costó una crisis que llegó a afrontar consumiendo alcohol. No era la solución, desde luego. Pero, hasta que dejó de beber, pasó por duras circunstancias en su trabajo y en su vida diaria. Conduciendo un día su vehículo en el trayecto desde Arizona hasta Los Ángeles, donde vivía, sufrió un serio accidente, a partir del cual se planteó alejarse del alcohol, lo que consiguió, no sin esfuerzos, por supuesto. "Estuvo a punto de destruirme", confiesa.
Si su unión con Petronella no fue afortunada, peor resultó su trato con la hija que tuvo con ella, la única, llamada Abigail, ahora con cincuenta y siete años, que confiesa haber recibido malos tratos de su padre. No se entendieron nunca. Y Anthony escribe: "Le deseo lo mejor pero no voy a desperdiciar mi vida por ello".
En esos largos meses de su divorcio Anthony Hopkins buscó refugio en otra mujer, Jennifer Lynton, a partir de 1973, con quien estuvo casado hasta 2002. Un nuevo fracaso lo resolvería con otro divorcio y en 2003 su tercera boda hasta el presente, con la actriz y productora de origen colombiano Stella Arroyave, en la actualidad con sesenta y nueve años. Sus tres esposas han sido mucho más jóvenes que él.
Haciendo un resumen de su vida artística y considerado hace tiempo como un extraordinario actor, Hopkins reflexiona así: "Contemplo mi vida, recuerdo aquel pobre niño que fui y pienso cómo me pudo suceder cuanto me ha sucedido".
Como muchos otros actores Anthony tiene sus manías y sus ocurrencias cada vez que llega al estudio para rodar una película. Primero, gasta bromas a sus compañeros e inmediatamente se pone a fingir ser un perro, ladridos que concluyen cuando el director de turno grita: "¡Silencio, se rueda!"
Metódico en el trabajo y en sus costumbres , siempre le ha obsesionado memorizar al máximo cuantos guiones o libretos ha de interpretar, además de mantener un orden en su conducta. Así se valora luego en los estrenos el esfuerzo que realiza hasta lograr la perfección buscada. Producto de ello o por cuestiones genéticas, ha padecido el llamado síndrome de Asperger, que le diagnosticaron, tarde, en 2014. Trastorno del espectro autista (TEA). Una dificultad para relacionarse de vez en cuando con los demás, siendo por lo común un hombre afable.
Ha repartido su existencia primero habitando en Gran Bretaña, a partir de 1970 en Los Ángeles, con idas y venidas desde Europa a los Estados Unidos, y viceversa. Aunque es en los alrededores de Hollywood donde ha vivido más tiempo. Precisamente hace unos años fue uno de los damnificados por unos pavorosos incendios en Pacific Palisades, que arrasaron su vivienda. Consoló a su esposa con esta frase: "Lo verdaderamente valioso es el amor".
En ese chalé Anthony Hopkins cultivó dos de sus aficiones más queridas: la pintura y el piano. Mostró sus cuadros en exposiciones varias veces, al igual que dio a conocer algunas de sus composiciones. Un ser refinado, culto, de exquisito comportamiento en sociedad, aunque él haya preferido siempre mantenerse con su última mujer en la intimidad de su hogar, el que tuvo que reconstruir cuando su casa quedó destruida por completo, como decíamos.
A sus ochenta y siete años se ha propuesto continuar trabajando en el cine, sin pensar, de momento, en jubilarse. Sus últimas películas han sido: One Life (Lazos de vida), en 2023, y en 2023 Blindado (Locked, en su título original), un thriller psicológico. En este extraordinario actor priman los personajes complicados, que estudia concienzudamente.
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