
Isabel I de Castilla fue una de las reinas más trascendentes de la historia de España. Tal día como hoy, hace 550 años, Isabel I ascendió al trono de Castilla en el año 1474, tras la muerte de su hermano Enrique IV. Con 23 años, Isabel la Católica entró en la Iglesia de San Miguel en Segovia como princesa, y salió como reina.
Isabel nació el 22 de abril de 1451 en Madrigal de las Altas Torres (Ávila). Hija de Juan II de Castilla y de su segunda esposa, Isabel de Avís, apenas conoció a su padre, puesto que el rey falleció en 1453. Isabel la Católica ocupaba el tercer lugar en la sucesión, después de sus hermanos varones, Enrique y Alfonso.
Sin embargo, Enrique IV, hijo de Juan II de Castilla y María de Aragón, su primera esposa, murió el 11 de diciembre de 1474. Su hermano Alfonso de Castilla, segundo heredero al trono, también falleció el 5 de julio de 1468.
Isabel se casó con Fernando de Aragón en 1469. Este acontecimiento marcó un hito en la historia de España, dando lugar a la unión dinástica entre Castilla y Aragón, aunque ambos reinos mantuvieron sus leyes e instituciones por separado.
Desde 1474 hasta 1504, Isabel la Católica fue reina. El 26 de noviembre de 1504 acaba falleciendo debido, probablemente, a un cáncer de útero
Una santa o una mano férrea
Según María Pilar Queralt, historiadora y autora del libro Isabel de Castilla: Reina, mujer y madre, Isabel se percibe de forma distinta dependiendo del contexto de cada persona: "Cada uno la enfoca desde su propia ideología, para unos era una santa, para otros era una terrible mano férrea represora".
Su infancia transcurrió lejos de la corte, en un ambiente rural en el pueblo de Arévalo, Ávila. Con tres años, Isabel y su hermano menor Alfonso fueron enviados allí. Su infancia estuvo marcada por el carácter melancólico de su madre. "Isabel creció con la fortaleza propia de la persona que tiene que hacerse a sí misma", ha señalado Queralt.
Recibió una sólida educación, con formación en latín, historia y filosofía. Según la autora, "la criaron como se solía educar a las princesas, pensando en un futuro matrimonio, no para hacerse cargo de un Gobierno".
Su propio hermanastro intentó quedarse con el poder y buscó imponerle un matrimonio político para que se dedicase al control de potencias extranjeras. Sin embargo, Isabel desafió estas presiones y se casó en secreto con Fernando de Aragón.
Según Queralt, al leer su testamento se ve "una relación con sus súbditos casi maternal". Además, la autora ha señalado que no es cierto que menospreciara a los nativos de América, sino que hablaba de ellos como "sus hijos".


