
Javier Bardem es una de las mejores demostraciones vivientes de algo que a mucha gente le cuesta entender, pero que a mí me parece una verdad incontestable: que se puede ser un gran actor, de los mejores del mundo –él, sin duda, lo es–, y no tener ni puñetera idea de política.
Es más, se puede ser una persona muy inteligente en otros ámbitos –no me cabe duda de que Bardem también lo es, basta mirar lo bien que ha gestionado su carrera y, si me apuran, su vida personal– y seguir sin entender cosas básicas de cómo funcionan la economía y la política; o no saber nada de un conflicto de décadas, ni su presente ni su historia. Y es que, al contrario de lo que dice la autodenominada "gente de la cultura", se pude vivir perfectamente sin ninguna cultura – mucha gente lo hace – o, al menos, con enormes lagunas culturales. Muchos de ellos son, de hecho, la prueba de esto último... y estoy siendo generoso.
Ahí tienen al propio Javier Bardem, que se nos ha descolgando llamando "nazis" a las Fuerzas de Defensa de Israel, por un vídeo muy poco afortunado, es cierto, en el que un soldado y sus compañeros festejan haber disparado a un palestino. El actor ha omitido cualquier contexto alrededor de las imágenes, por ejemplo un detalle tan relevante – desde mi punto de vista, al menos– como que se grabaron en 2017, hace ya una temporadita, mientras que él lo presenta como algo actual, como parte de la guerra que se está desarrollando en Gaza.
Lo peor, no obstante, no es que Bardem juzgue con enorme ligereza un conflicto de raíces muy profundas y gran complejidad, lo peor es que demuestre que tampoco tiene mucha idea de lo que fue el nazismo. Y eso Javier, permíteme el tuteo, sí que está bastante más feo en una persona de tu posición y tus posibilidades, que no eres, o no deberías ser, un indocumentado.
Porque el nazismo no es lo que ha visto el gran actor en una película en la que un personaje simbolizaba –enorme interpretación de otro grande, Ralph Fiennes– una versión humana del mal absoluto que se pudiera entender en la pantalla. No, el nazismo fue muchísimo peor. Cientos de miles o millones de francotiradores – ¡y antes de ellos de arqueros!– han disparado a personas indefensas en las guerras, es su trabajo. Y muchos de ellos se habrán burlado de ellas o habrán festejado su habilidad. Pero sólo el régimen nazi creó un mecanismo industrial del asesinato que hacía que miles de judíos llegasen a un campo de exterminio por la mañana y unas horas después fuesen sólo cenizas y humo. Miles de personas, en unas horas, reducidos a cenizas, ni siquiera quedaban cadáveres que diesen testimonio de la matanza.
Llamar nazis a los judíos no es solo un insulto fácil que sabes que cabrea mucho a los aludidos, como cuando los niños llaman hijo de… al chico que no tiene padre, es mucho peor, es llamarles monstruos, quitarles su condición de seres humanos como nosotros. Es, vaya, lo que hicieron los nazis antes de ponerse a la tarea y matar seis millones de personas. Javier, sé que no te das cuenta, pero llamar nazis a los judíos es, qué casualidad, convertirte tú mismo en un poco nazi.

