
Diversos especialistas de varios campos elaboran una revisión general pero también profunda de algunas de las series más importantes -o más bien relevantes- de la última década. Cada autor analiza un aspecto concreto, el más valioso o llamativo, de una serie, con lo que el resultado de Los héroes han muerto. Heroísmo y villanía en la televisión del nuevo milenio (Ed. Dolmen) no podía ser más estimulante.
Filosofía, narrativa e incluso ética (al fin y al cabo, analizamos la conversión del héroe a antihéroe) se conjugan en un libro de alto interés al margen de modas. Pegado a la actualidad pero al margen de modas, lejos del fenómeno fan pero definitivamente apto para todos los públicos, el volumen coordinado por Juan J. Vargas-Iglesias, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, deja atrás la subjetividad y superficialidad de la blogosfera y se apoya en el método como mejor herramienta para reivindicar series, ya sean las de culto como las más populares. Los textos, breves y accesibles pero técnicos cuando deben, abordan cada serie desde distintos ángulos según su aportación al tema que da título al volumen. Lo popular no quita lo sesudo.
Desde 24 hasta The Walking Dead, los responsables de la edición han tenido tiempo incluso de incluir a True Detective, en una de las primeras reflexiones sobre la serie publicadas en España en formato libro. Pero hay más: comedias como Cómo conocí a vuestra madre, clásicos modernos como The Wire, series de género como Doctor Who... la panorámica sobre la ficción televisiva no se ha dejado nada y ha tenido en cuenta todos los géneros y procedencias, incluso los menospreciados dibujos animados (Monster).
Todas ellas tratan de deshuesar el misterio de la identidad de sus protagonistas, de legitimar estas muestras de arte popular (¿acaso hace falta a estas alturas?) vital para reconocer la creciente complejidad de las series tras la caída de las torres. Al fin y al cabo, todas ellas son un reflejo del alma pero también las nuevas realidades y el contexto en el que se insertan: ya sabemos que la ficción es una de las mejores herramientas para conocer la realidad, humana e histórica, y reconocernos a nosotros mismos. Y sí, para disfrutar, como también sucede con el presente libro, todo un festín en tapa dura para aficionados con cerebro.

