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Leandro Pérez: "Los altos y los bajos fondos son criticables; en ambos hay gente enfangada"

LD conversa con el autor burgalés sobre su última novela, La sirena de Gibraltar (Planeta, 2016), un vomitorio de zarpazos adictivo y bien escrito.

Leandro Pérez (Burgos, 1972) arranca su última novela con una frase que puede partirse en dos endecasílabos: "La muerte es una sirena andaluza / con la cola forrada de hormigón" –la barra es nuestra–. Cuenta a LD que el ramalazo poético fue inconsciente: "No soy poeta. Yo disparo".

La sirena de Gibraltar (Planeta, 2016) es un vomitorio de zarpazos. Van unos cuantos ejemplos: "Tanto si aprietas los puños como si los aflojas, el agua se te escapa de las manos". "La memoria miente. Los recuerdos más alejados en el tiempo retornan, nítidos pero traicioneros, para confundirnos. El pasado pasa. No existe. Pero el recuerdo tiene vida propia. El recuerdo resiste. Puede anestesiarnos o soliviantarnos. Puede jodernos como una muela cariada". "Un pijo con Porsche, respetado por su dinero, pero imbécil, como tantos otros hijos de ricachones". Y así.

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Portada de la novela

El lector que se zambulla en este thriller será arrastrado por un torrente literario negro, trepidante y, sobre todo, adictivo. Pérez –amén de escritor, periodista y director de la web literaria Zenda– arranca su relato ubicando al exmilitar y mercenario Juan Torca –a quien ya conocimos en Las cuatro torres– contemplando cómo es rescatado el cadáver de una sirena en el Manzanares. El protagonista –más reposado y mejor perfilado que en el anterior libro– jura vengar el crimen de la joven y, en los siete días que transcurre la acción de la novela, ejerce de detective y de protector, se hostia con skin-heads, desprecia a un presentador baboso de una tele autonómica o padece un amago discreto de enamoramiento. Le rodean compadres de sangre, ricos desangelados, sicarios sin escrúpulos, mujeres despechadas y otra sirena que es un blanco humano. La trama pasa por una entrega de premios de la jet, por una tasca de Lavapiés o por un lujoso hotel gibraltareño.

Conversamos con Pérez en una cervecería de la madrileña plaza de Santa Ana. Cuando arrancamos la conversación, un camarero, frustrado por la última derrota del Real Madrid ante el Celta, le dice a un cliente que "a Cristiano Ronaldo le ponía el lacito y, venga, a China".

P: Señor Pérez, ¿es el mundo un pañuelo "rebosante de mocos", "con virus, flemas y gargajos"?

R: Para uno de los personajes de la novela, sí. Es un tipo que está muy de vuelta de todo. Ha sido el jefe de Juan Torca y está desencantado. Para mí, no. No es tan asqueroso el mundo (risas).

P: ¿Es el Infierno mejor escenario para la literatura que el Cielo?

R: La literatura sirve para todo: para contar lo bueno y lo malo; los amores y los horrores. Todo vale. Pero las cosas más oscuras, a través de la ficción, se pueden contar bastante bien.

P: Desde un punto de vista literario, ¿de quién es hijo Leandro Pérez?

R: Sería presuntuoso, creo yo, decir de quién soy hijo. He leído mucho, de todo. No soy yo quien debe decirlo. Te puedo decir qué autores me gustan: Lorenzo Silva, Juan Gómez-Jurado, Arturo Pérez-Reverte, que habló bastante bien de mi primera novela. Luego, me gustan mis clásicos contemporáneos como Delibes o Cela. Si empiezo a decir nombres, no paro. Considerarme hijo… sólo de mis padres (risas).

P: ¿Y de quién es hijo Juan Torca?

R: De mis lecturas, de veinte años que ha ido rulando por mi cabeza. ¿Se parece a otros personajes literarios? El lector juzgará. Una vez publicado el libro, he pensado a veces en Tom Ripley y en Pepe Carvalho, pero yo creo que no tiene tantos parecidos. Hay una tradición de novela negra y él es uno más.

P: ¿Cómo presentaría a Juan Torca?

R: Le dejaría hablar a él. Que hable a través de sus actos. En la novela, se le presenta desde el minuto cero: está solo, ve cómo levantan un cadáver; al rato, sale a correr al retiro, ve a una mujer a la que agreden verbalmente y les mete unos sopapos a los que se metían con ella… Yo le hago actuar. ¿Mi presentación? Que alguien lea el libro, que ya le dejo yo con Torca.

P: Torca es un mercenario, tiene las manos manchadas de sangre, cuenta con un pasado terrible… pero es un tipo con valores. Por ejemplo, la amistad con sus "compadres" es cosa sagrada.

R: Tiene sus valores. Su hijo sí es un tipo con principios; él, por su parte, piensa que tiene los valores claros, pero que éstos también pueden cambiar. Por otro lado, es fiel a sus amigos, a sus compadres, y, cuando quiere proteger a alguien, es capaz de hacer lo que sea. Incluso poner en peligro su vida. Sobre la amistad: es un tipo que está solo en el día a día, pero tiene a sus antiguos compadres, a su hijo y a alguna otra mujer. Da mucho valor a eso.

P: La sirena de Gibraltar, como Las cuatro torres, tiene un deje futbolístico.

R: Tiene un par de guiños. Las cuatro torres era una novela futbolera; aquí, hay un cadáver que aparece frente al Vicente Calderón. También se habla de Juanito.

P: En la novela, reciben un tortazo un presentador autonómico baboso, un pijo imbécil "como tantos otros hijos de ricachones" o el premio "zurullo".

R: No he buscado meter pullas ni dar collejas. Al escribir, a veces, uno mete una pincelada más irónica, más amarga, depende del caso. Pero no hay nada premeditado.

P: ¿Hay en la novela una crítica a lo que Calamaro llamaba "alta suciedad"?

R: Tantos los altos fondos como los bajos fondos son criticables. En ambos casos hay barro y sombras y gente enfangada.

P: ¿Por qué eligió Gibraltar como escenario?

R: Cuando me pongo a escribir en esta novela, pienso en la imagen de la sirena que emerge del Manzanares, en ese cadáver, y pienso que sólo puede ser de Gibraltar por dos cosas que, en aquel momento, están pasando. Primero, se cumplieron 300 años del Tratado de Utrecht; segundo, Gibraltar es noticia porque tiran bloques de hormigón en una de las playas. Cuando se me ocurrió que esa mujer tendría dos hermanas que cruzaron el estrecho de Gibraltar, el escenario no podía ser Andorra (risas).

P: Dice que ha disfrutado mucho escribiendo esta novela.

R: Para mí es un lujo poder dedicarme a escribir. Antes era un escritor frustrado que no era capaz de terminar novelas; ahora, que ya soy capaz de terminarlas, veo que en ese proceso de escritura, que es complejo y laborioso, hay una parte que es muy entretenida. Eso de ir pincelada a pincelada, palabra a palabra, desarrollando un personaje, describiendo una escena… Yo me he entretenido mucho y espero que el lector se lo pase bien leyendo.

P: En mi opinión, La sirena de Gibraltar es una novela muy entretenida. ¿Qué opina de esa corriente crítica que señala que una novela, para que sea buena, debe ser un coñazo?

R: Todas las novelas buenas son entretenidas: ya sean de Proust, de Faulkner o una novela negra yanki de los años cuarenta que, en su momento, era considerado algo menor. Uno se entretiene leyendo. También, leyendo llegas a otros niveles de conocimiento o emoción, como en la poesía, pero, sobre todo, estás entreteniéndote. Aprendes y te entretienes.

P: ¿Es La sirena de Gibraltar una novela macha?

R: Creo que esta novela está gustando más a las lectoras que la otra. En algunos casos, el fútbol alejó a algunas lectoras. Además, en esta, Torca está más desvalido. Por otro lado, hay una voz de una mujer que interviene en la novela, que es la sirena de Gibraltar, con sus diarios… Creo que esta novela le puede gustar a cualquiera.

P: ¿Incluido a Barbijaputa?

R: ¿Por qué no? (Risas) No sé lo que le gustará leer.

P: Como escritor, ¿qué vislumbra en el futuro?

R: Voy a seguir escribiendo novelas de Torca. Cuando escribí la primera, dije que mi pretensión es escribir siete novelas de él, con él. A la vez, quiero escribir historias que tengan menos que ver con el género negro. Ahora, me debato en dos ideas: una de Torca, con la que me estoy documentando y avanzando, y otra que no tiene nada que ver. Es difícil escribir dos cosas a la vez… en algún momento decidiré. Mi idea es seguir escribiendo. Con o sin Torca.

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El escritor, tras la entrevista | Sergio Sánchez M.

Leandro Pérez presentará La sirena de Gibraltar este lunes, a las 19:30, en Madrid, en la librería Cervantes y Compañía –calle Pez, 27–.

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