En enero de 2003, la madre de la escritora francesa Anne Berest (París, 1979) recogió del nevado suelo de su jardín una postal sin firmar de la ópera Garnier y, en el reverso, cuatro nombres escritos uno debajo del otro: Ephraïm, Emma, Noémie, Jacques. Eran sus abuelos maternos y sus tíos, asesinados en Auschwitz en 1942. Para aumentar el desconcierto, el sello estaba colocado bocabajo, un código usado por la resistencia durante la II Guerra Mundial para indicar que el contenido de la misiva era falso.
¿Quién podía enviar una postal así y con qué fin? "Me di cuenta de que la vida me ofrecía una novela policiaca", admite Berest a Libertad Digital, con un entusiasmo que se desborda. La escritora se embarcó en una investigación que narra en La postal (Lumen), premio Renaudot des Lycéen, premio Goncourt de Estados Unidos y un grandísimo éxito en Francia.
"Recibir esta postal anónima fue muy chocante para mi madre, le produjo una conmoción y decidió reunir a toda la familia. Nos enseñó la postal, la pasamos de mano en mano y, en un principio, nos aterrorizó. Nos dio miedo esa lista de nombres, de personas de nuestra familia que habían muerto en un campo de concentración. Teníamos la sensación de que era una forma de decir ‘vosotros seréis los próximos’", nos cuenta la autora en una visita fugaz a España. "Además, la foto de la postal era de la ópera Garnier, un sitio muy simbólico para Francia porque era el lugar donde se reunían los nazis para escuchar música. Fue el símbolo de la ocupación nazi. Todos los franceses tienen en su inconsciente la imagen de la ópera Garnier con las banderas nazis ondeando", añade.
Con ayuda de su madre y de un detective privado, Anne comenzó una larga y minuciosa investigación, muchas veces dolorosa, para volver sobre los pasos de la familia Rabinovitch marcada por la shoah, desde sus orígenes en Rusia hasta su final durante la II Guerra Mundial. "Esa postal fue determinante para interesarme por mi familia. Además, un día mi hija llegó a casa y me dijo que en su colegio no gustaban los judíos. Me di cuenta de que el tema seguía candente", dice. Necesitaba encontrar al autor de la postal.
La investigación en la vida real duró cuatro años, en la novela se concentra en cuatro meses para "evitar los largos tiempos de espera", y el resultado son "tres libros en uno": "hay una novela histórica que relata el destino de una familia judía en Europa en un periodo de 100 años, pero también es una novela policiaca con todos sus elementos. Por último, es una búsqueda de identidad porque trato de comprender que es para mí ser judía". Anne Berest descubrió que Ephraïm Rabinovitch y Emma Wolf, sus bisabuelos, se conocieron en Moscú en 1919. Él, ingeniero socialista y ateo, ella, hija de un gran industrial. Dejaron Rusia ante el acoso incesante a la comunidad judía en la década de 1920, la primera de muchas huidas. Este es un asunto clave que vertebra todo el libro. "Esta familia siempre va a tener que enfrentarse a la cuestión de irse o quedarse: en Rusia, después en Letonia, Palestina y finalmente en Francia. Todas las familias que se han enfrentado a esto saben lo difícil que es irse, sobre todo cuando tienes hijos en el colegio que forman parte de una comunidad", relata la escritora.
La pareja fue huyendo cada vez que las cosas parecían insostenibles, menos en Francia, lo que les llevó a la muerte. "Esa idea siempre me obsesionó ¿Por qué no se fueron? He ido comprendiéndolo a medida que escribía el libro. Francia se consideraba el país de Europa que más amaba a los judíos. Hay un proverbio que dice ‘feliz como un judío en Francia’. Ellos creían que Francia les protegería".
De esa pareja con tres hijos, solo sobrevivió la joven Miriam -abuela de la autora-, que nunca volvió a pisar una sinagoga. "Hubo una especie de rechazo de la religión por varias razones. La primera, para protegerse. Mi abuela bautizó a mi madre para obtener un certificado de cristiandad. Eso ocurrió con muchos bebés judíos. Además ya no tenía a nadie con quien celebrar las fiestas religiosas. Hubiera sido muy doloroso".
El libro más difícil de escribir
La autora apuesta por un estilo sobrio, a veces telegráfico y sin adornos, para contar dos líneas temporales en la que su abuela materna lleva el peso de la parte pretérita y su madre de la presente. "Mi madre fue un elemento fundamental de mi investigación, hablé con ella durante muchas horas. El libro en Francia ha tenido un éxito brutal y mi madre se ha convertido en un personaje conocido. La gente la para por la calle porque tiene la impresión de conocerla".
Un éxito cimentado sobre muchos lágrimas. "Éste ha sido un libro muy difícil describir. He llorado mucho. Había capítulos que tenía que escribir y tenía miedo de enfrentarme a ello. Yo no sabía si iba a estar a la altura de las circunstancias", reconoce, realmente conmovida.
Ser judío en Francia
Con este libro, Berest ahonda en cómo los traumas del Holocausto se han perpetuado en los judíos franceses actuales. "Nosotros como franceses todavía estamos muy impregnados de la guerra, tenemos los recuerdos muy vivos ya sea porque los abuelos eran de la resistencia, colaboradores, judíos o sobrevivieron como pudieron. La curiosidad y el interés que suscita la guerra sigue estando vivo. Hay un fenómeno extraño, cuando más años cumplo más cerca me parece que está la guerra en el tiempo, es como si ocurriese ayer. Los franceses quieren comprender que pasó en cada una de sus familias. En el libro me centro en la ocupación desde distintas figuras y cada uno de los franceses puede reconocerse.
Hoy en día es "complejo" ser judío en Francia. "Hay una relación muy pasional con los judíos. Hay especie de división entre el filosemitismo y el antisemitismo. Es un país en el que la gente adora o detesta a los judíos, es muy particular".
Berest insiste en no dejar avanzar al olvido. "Durante los cuatro años en los que escribí el libro, murieron figuraras muy representativas de supervivientes del Holocausto. Tomé consciencia de que esa generación estaba desapareciendo. Ya no iban a estar ahí para decir lo que vieron y vivieron. Nuestra generación tiene la obligación de seguir relatando lo sucedido porque ellos ya no van a estar ahí".
Anne Berest. La postal. Lumen. Traducción de Lydia Vázquez Jiménez. 582 páginas. Precio: 21,90 €

