

El periodista de investigación David de Jong ha recopilado en En Dinero y poder en el Tercer Reich (Principal de libros) la historia de cómo las dinastías industriales más ricas de Alemania amasaron grandes fortunas colaborando con los nazis, laureados empresarios que apoyaron económicamente al régimen, financiaron campos de concentración, se apropiaron de negocios judíos y usaron mano de obra forzada en sus fábricas. "Se calcula que entre doce y veinte millones de europeos formaron parte de esta estructura de trabajo forzado. Estas empresas fueron cómplices de Hitler, colaboraron y conspiraron con los nazis, aprovechándose de un sistema que permitía esas atrocidades", asegura el periodista a Libertad Digital.
"Lo que más me llamó la atención es que pensaba, ingenuamente, que de alguna manera habría algún sentimiento de remordimiento sobre los crímenes que cometieron, pero parecen haber optado por la negación total. Me sorprende enormemente lo lejos que llegaron, solo querían ganar dinero y nunca han pedido perdón", añade.
Uno de los peores empresarios, a su juicio, fue Friedrich Flick, el único juzgado y condenado por crímenes contra la Humanidad. Tras pasar solo tres años en prisión, volvió a ser el hombre más rico de Alemania cuando agonizaba la década de los 50.
La publicación de este libro no ha provocado ningún terremoto en Alemania, "conocedores de su propia historia", aunque sí ha aumentado la presión sobre ciertas corporaciones. Günther Quandt, el patriarca de uno de los imperios industriales más icónicos de Alemania y de la dinastía que hoy controla BMW, llegó a ser arrestado por los nazis, pero fue absuelto y siguió enriqueciéndose. "Este libro ha aumentado la presión sobre estas empresas. BMW ha recibido cartas de las financieras reclamándoles la falta de transparencia en este asunto y Porsche, que en las próximas semanas saldrá a bolsa y sabe que este tema le puede afectar, ha lamentado haber expulsado a Rosenberger - cofundador de Porsche y judío- de la empresa en 1935".
El autor no busca con este libro que los consumidores boicoteen a estas empresas, sino "informarles para que saquen sus propias conclusiones y sean conscientes de que su dinero podría terminar en fundaciones, museos, cátedras académicas y premios con el nombre de criminales de guerra nazis".
Impunes
La mayoría de los fundadores de estas grandes dinastías empresariales salieron impunes por "las decisiones políticas tomadas por Estados Unidos al inicio de la Guerra Fría", cuando era más importante "tener una economía sólida que buscar responsabilidades". Hoy en día, David de Jong ve como los herederos de aquellos empresarios sin escrúpulos disfrutan de la riqueza obtenida a base de "usar trabajadores forzados y expropiar los negocios y empresas judías de los territorios ocupados". "Muchos dicen que pagaron a esos trabajadores. Dicen: ‘¿qué más queréis de nosotros?’ El problema es que no han sido transparentes y han tratado de ocultar la historia mientras hablan de los fundadores de esas grandes empresas como si fueran héroes por lo que lograron en el mundo de los negocios. No quieren oír hablar de los crímenes de guerra que cometieron".
En 2019, por ejemplo, Verena Bahsen, heredera de veintiséis años de las galletas Bahlsen, se refirió a los trabajadores forzados que usó su compañía durante el Tercer Reich, la mayoría mujeres de la Ucrania y Polonia ocupadas. "Los tratamos bien", dijo. Tal fue el revuelo que la empresa tuvo que lanzar un comunicado reconociendo su responsabilidad histórica y moral.
Para De Jong, la mayoría de estos empresarios eran "meros oportunistas que hubieran intentado prosperar con cualquier sistema político", con la excepción de la familia Oetker, "muy afín ideológicamente a Hitler, que incluso tomó decisiones comerciales en contra de sus propios intereses para alinearse con los nazis".
"No había otra opción"
Uno de los argumentos más repetidos para justificar esos actos es el de la imposibilidad de encontrar otra salida, algo que niega taxativamente De Jong: "Si realmente no querían participar, podrían haberse ido. Proporciono un ejemplo claro en el libro de un empresario bastante conocido en Madrid: Thyssen. Fue uno de los primeros patrocinadores comerciales de Hitler en 1925, pero en 1939 decidió votar en contra de la invasión de Polonia. Esto le supuso graves consecuencias económicas. Su empresa, una de las más grandes de Europa, fue expropiada. El resto podrían haber hecho lo mismo si hubieran querido, pero en cambio participaron de todo aquello".
El periodista cree firmemente que estos grandes imperios deberían asumir su responsabilidad en la historia, "algo que las empresas alemanas en su conjunto nunca hicieron y las familias más poderosas de Alemania tampoco han hecho nunca".
David de Jong. Dinero y poder en el Tercer Reich. Principal de libros, 2022. Traducción: Marina Rodil. ISBN: 978-84-18216-43-5. Páginas: 496 pp. PVP: 22,90 €

