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Paul Johnson: contra los impostores

Intelectuales fue su obra que más mostró que el consenso, en ocasiones, es la ejecución perfecta de los planes elaborados por la izquierda.

Intelectuales fue su obra que más mostró que el consenso, en ocasiones, es la ejecución perfecta de los planes elaborados por la izquierda.
Paul Johnson | Alamy

Recuerdo con total nitidez mi primer contacto con Paul Johnson. Fue en la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), donde tanto aprendí, en uno de los seminarios que estaban destinados a la formación de los jóvenes "seleccionados", los conocidos como becarios FAES. Idea que impulsó, muy acertadamente, el hoy consejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid y entonces Secretario General de aquella casa, el gran Javier Fernández-Lasquetty. Incansable, minucioso y estricto liberal.

En el seminario de formación nos dedicamos a debatir una de las obras de Paul Johnson, Intelectuales (1988). Un libro tildado por algunos como menor –quienes hayan leído el libro, pueden imaginar qué patrón común o patología comparten sus "detractores"–; para otros era auténtica munición, aire fresco, un despertar ante esa capacidad de la izquierda y que hoy, ¡todavía hoy!, condiciona la respuesta de muchos: la capacidad de legitimar en el ámbito de lo moral y, en consecuencia, de lo cultural y lo político, sobre qué se puede hablar y sobre qué no o, mejor dicho, forjar el consenso en torno, eso sí, a sus "postulados" (por ser educados).

Intelectuales complementaba el desmontaje teórico realizado por autores como su compatriota Roger Scruton con Pensadores de la nueva izquierda (1985); André Glucksmann con La cocinera y el devorador de hombres (1975), entre otros ensayos; o el propio Raymond Aron, mucho antes que los anteriores, con El opio de los intelectuales (1955). Si estos habían entrado en el ámbito teórico, Johnson entraba en el biográfico y demostraba, sin pretenderlo pues como historiador se ceñía a los hechos y no a su tergiversación, que los tótems de la izquierda eran unos miserables morales, unos impostores –recuérdese el genial capítulo dedicado a Marx que llevaba por título El genial impostor–. Dejaba por escrito aquello que escuchamos a diario acerca de la doble moral de la izquierda, algo que se repite a menudo, pero que se combate poco o no tanto como se debiera en estos tiempos de cancelación e imposición en todos los órdenes de nuestra vida.

Pero Intelectuales no fue ni mucho menos su única obra, aunque sí la que más influyó en algunos de sus lectores a los que mostró, y esta es una lectura muy personal, que el consenso, en ocasiones, no es otra cosa que la ejecución perfecta de los planes elaborados por la izquierda, el marxismo cultural y el comunismo.

Johnson, por tanto, no ha muerto. Está más vivo que nunca. Y lo anterior se refleja en una obra extensa, que toca varios formatos (la historia, las memorias, la novela). Todos ellos de gran valía. Como, por ejemplo, a través de trabajos tan relevantes como El nacimiento del mundo moderno, publicado en 1983; Tiempos Modernos editado en el mismo año o Héroes (2007), un trabajo que analiza, también en clave biográfica a personajes como Alejandro Magno, Winston Churchill y otros tantos. Si algo queda claro en la obra de Johnson es su amor por lo que constituye nuestra civilización occidental.

Jorge Martín Frías

Director de la Fundación Disenso

En Cultura

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