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'La ley del padre', un 'Sucession' a la española

El periodista y escritor Carlos Augusto Casas habla, en su nueva novela negra, de "la gente que piensa que las leyes no están escritas para ellos".

El periodista y escritor Carlos Augusto Casas habla, en su nueva novela negra, de "la gente que piensa que las leyes no están escritas para ellos".
Detalle de la portada 'La ley del padre' | Ediciones B
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El periodista y escritor Carlos Augusto Casas publica La ley del padre (Ediciones B), una novela negra que recuerda a la premiada serie de HBO Max Sucession, pero con sede en el madrileño barrio de Salamanca. Un gran empresario de los medios de comunicación, de sesenta y pocos, rico, viudo, maniático, sin escrúpulos, con cuatro hijos – al cual más despreciable – . En la celebración de su cumpleaños, una reunión restringida al ámbito familiar, casi muere envenenado. ¿Cuál de sus hijos fue capaz de llevar tan lejos su ambición? El cabeza de familia de los Gómez-Arjona decide replantearse su presente y su futuro e investigar sobre el culpable. Mientras, la posible modificación de su testamento desata una lucha fraternal por hacerse con la mejor tajada. "Estoy encantado de que asocien la novela con una serie de tanto éxito. Lo que me han dicho es que mis personajes son bastante más jodidos y despreciables", admite Casas.

"Es una familia obsesionada por el poder. La novela es una reflexión sobre el poder y cómo nos transforma. En novela negra o thriller, se suele tratar el tema de la delincuencia, pero yo no quería hablar de la gente que quebranta las leyes, sino de la gente que piensa que las leyes no están escritas para ellos", cuenta Casas a Libertad Digital. "Elegí una familia adinerada, de dinero viejo, por eso la sitúo en el barrio de Salamanca, personajes capaces de hacer cualquier cosa por conseguir o mantener el poder. No quiero hacer una crítica a la clase alta madrileña ni que el libro sea un reflejo de las familias de ese estatus, pero sí de ciertos comportamientos que tiene la gente con poder", añade.

De hecho, el autor interpela al lector para que piense si en la situación de los Gómez-Arjona actuaría de forma distinta. "Todos, a nuestro nivel, hemos visto ejemplos de cómo nos cambia el poder. Lo importante es ser influyente, poder dirigir. El dinero no es tan importante, aunque si dispones de influencia y dinero, tus errores o tus faltas son más fáciles de lavar. Aunque no se reconoce, todos los sabemos", dice el autor.

Casas cuenta que le impactó conocer un estudio sobre altos ejecutivos de grandes empresas que revelaba que la principal característica que buscan las empresas es la agresividad: "Decía que muchos de esos grandes empresarios escondían rasgos psicopáticos. Todos hemos tenido jefes con comportamientos hacia los demás que rayan la enfermedad mental. Pensé en toda una familia que tuviera rasgos psicopáticos y les gustase pisar a los demás impunemente".

Un juguete roto de la televisión

El arrogante patriarca de los Gómez- Arjona utiliza de esbirro a Josan, "un juguete roto de la televisión y el verdadero protagonista de la novela". Se trata de un periodista venido a menos, incapaz de asumir sus nuevas circunstancias, maniatado por sus secretos. "En la televisión, la audiencia se cansa de todos y hay quien no se da cuenta. Piensan que están en la cresta de la ola para siempre. Presentadores y directores de programas, generalmente la gente que da la cara en la pantalla, se convierten en juguetes rotos y tenemos muchos ejemplos. Me apetecía contarlo en una novela porque es una parte de la televisión, los perdedores, de los que la gente se olvida. Hay gente que no sabe asimilarlo".

Carlos Augusto Casas se especializó en periodismo de investigación para lo que se hizo pasar por comprador de puticlubs, contratador de sicarios en Lavapiés o cocinero de drogas para narcotraficantes gallegos. Desde esas experiencias, aprovecha para criticar la forma en la que funcionan los medios. "Viven un momento muy complicado por su afán de influir. Se nos ha ido de vista cual es la verdadera función de los medios. La audiencia se impone a la labor puramente informativa. El entretenimiento y el afán por influir en la opinión está primando más. Espero que sea un periodo y volvamos a la senda de la información. En la televisión es aun más complejo y programas informativos han pasado a ser infoshow", opina. "Tanto el debate político como el ámbito deportivo se han contagiado de fórmulas que antes eran únicamente del periodismo del corazón. Ahora mismo hacer un programa serio en televisión es muy complicado", añade.

Precisamente, en este contexto de los medios de comunicación, pone el foco en la autocensura: "Si tienes cierta experiencia en periodismo, sabes de qué puedes hablar y de qué no. Puedes hablar de todo, pero vendrá tu jefe y te dirá que qué estás haciendo. Hay intereses. La autocensura es uno de los graves problemas que tenemos. Lo de ser un periodista totalmente libre y que prime tu historia por encima de todo, hace tiempo que dejó de ser importante".

En esta novela, el planteamiento es de un thriller: una reunión familiar en la que intentan envenenar al patriarca, "se podría decir que es el principio de una novela de Agatha Christie", pero a partir de ahí se convierte en novela negra "por toda la reflexión sobre el poder, la condición humana, la crítica social y la violencia tanto física como psicológica". "Vuelvo al estilo de mi primera novela. No tengo prejuicios en mezclar elementos de distintos géneros", explica el autor.

Carlos Augusto Casas. La ley del padre. Editorial Ediciones B. 400 páginas. 18 euros.

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