Jardín peregrino. Relatos dispersos y extraviados de Valle-Inclán (Drácena) comienza con los cuentos anteriores a que Valle-Inclán se diese a conocer con Femeninas (1895), dispersos por los periódicos de la época; continúa con los cuentos sustraídos de las sucesivas ediciones de Jardín novelesco (1905-08) y que muy raramente volvieron a editarse, y cierra con cinco novelas breves. Es de Valle-Inclán más desconocido para el gran público y permite la seguir la evolución de su estilo.
Con este libro se descubre al genio del lenguaje que era Valle-Inclán, pero en dos tonos muy distintos.
En su primera etapa, era modernista; en su última, desarrolla el esperpento. Hay relatos muy breves, desde los 22 años, publicados en la revista Café con gotas. La mayoría se incluyeron en el libro Jardín umbrío
Hay un ambiente gallego mítico; algo de la Italia literaria, y de México (igual que en Sonatas). Se nota la influencia del modernismo francés, decadentismo. Es curioso que aquí aparece por primera vez el marqués de Bradomín (como el de la Sonata de otoño y Sonata de invierno) y de don Juan Manuel de Montenegro (el de las Comedias bárbaras).
Usa muchos galleguismos, que tienen mucha musicalidad; y un ritmo trimembre: "el recuerdo cándido, ingenuo y piadoso" (pág. 50). "Aquellas hermosas manos de novicia, pálidas, místicas, ardientes" (pág. 73).
Jardín peregrino incluye el póstumo El trueno dorado y, en su segunda parte, una serie de fragmentos cercanos al Ruedo ibérico en los que hace algo grotesco, una caricatura. "España es una deformación grotesca de la civilización europea". Es algo muy pesimista pero con mucho sentido del humor.
En conclusión, siempre hay que leer a Valle-Inclán porque tiene una calidad extraordinaria. El único problema es que está recomendado para lectores del autor, no como primer libro.
VALLE-INCLÁN: "JARDÍN PEREGRINO. (Relatos dispersos y extraviados)", prólogo de Davide Mombelli, Madrid, ed. Drácena,2023, 301 págs, 20’85 euros.