
El escritor Luis Mateo Díez (León, 1942) recibió este martes de manos del rey el Premio de Literatura Miguel de Cervantes 2023, el máximo galardón de las letras en español, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid).
Durante su discurso, el escritor recordó "esa infancia robada" como niño de posguerra que le encaminó hacia la profesión de escritor. Creador del mítico territorio imaginario de Celama, explicó cómo contar la vida ha sido siempre su aspiración, que ha vivido la literatura en la "conquista de lo ajeno" y que Don Quijote llegó a él de niño como un héroe "entrañable", hasta que comenzó a saber que se trataba más bien de un "antihéroe" al que se fueron pareciendo sus personajes, que son más bien, "héroes del fracaso".
"Mis personajes no tienen tanta nobleza pero son conscientes de alguna ejemplaridad heroica, ya que sus aventuras se consuman al doblar las esquinas donde aguarda el destino y la consecuencia de alguna perdición o la expectativa de un sueño que pudiera salvarlos. A ellos vivo entregado, ya que son ellos quienes me salvan a mí", afirmó.
Durante más de veinte minutos, el escritor leonés recordó la afirmación de la escritora Irene Nemiroski de que "toda gran novela es un callejón lleno de gente desconocida" y defendió la relación del arte con "ese compromiso con la vida al que se debe aspirar". "Las artes nos enriquecen y hacen mejores, además del placer que proporcionan", defendió.
Citando a Borges, recordó que "la irrealidad es la auténtica condición" del arte y reconoció tener "una precaria incapacidad" para escribir lo que le pasa: "Nada me interesa menos que yo mismo, y lo digo con una radicalidad sospechosa pero no mendaz".
También quiso contar cómo es su presente, "con la inquietud de un octogenario de salud razonable, y conciencia de las ausencias correspondientes". Asumió que pese a su obra "prolífica", se encuentra con un cúmulo de ficciones que, "sin avalar la posteridad, sí lo hagan con la condición de póstumo, fruto de la sobrecarga". Para Díez, escribir es "descubrir" y desde su infancia contar la vida fue su "aspiración". En este sentido, la revelación de tantos cuentos y voces contadoras, íntimamente unidas a las propias de los grandes maestros de la ficción, fue el aliciente que le llevaron a apostar por este oficio literario.
Palabras del rey
Por su parte, el rey alabó la obra del galardonado y destacó su papel como "novelista excepcional" que acrecienta "el legado de los grandes fabuladores de la literatura universal". Con su escritura -añadió- "acredita que la ficción es una parte imprescindible de la existencia".
Además de su "calidad artística y dominio del lenguaje", Felipe VI alabó que haya practicado todos los géneros con maestría, de ahí que "la hibridez sea un rasgo sobresaliente" a lo largo de su trayectoria.
"Novelas construidas a base de cuentos, ensayos intercalados de relatos o viceversa, fábulas unificadas en un ciclo y narraciones autónomas que agrupadas constituyen un sugerente mosaico narrativo", glosó el rey.
Felipe VI se detuvo en la trilogía de El reino de Celama, una obra que "ha traspasado fronteras" y con la que Díez ha alcanzado "una dimensión ontológica universal" similar a la de otros creadores de espacios ilusorios, como Macondo, de Gabriel García Márquez; Comala, de Juan Rulfo o Yoknapatawpha, de William Faulkner.
"Luis Mateo Díez es un formidable creador de mundos y de territorios imaginarios, a quien, como él mismo dice, vive contando y cuenta viviendo. Porque la ficción es una parte imprescindible de la existencia", insistió.
