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Paco Reyero: "Los museos no pueden ser el instrumento partidista de un momento concreto"

LD entrevista al periodista y escritor sevillano, que ha recuperado su libro Y Bernardo de Gálvez entró en Washington con la Universidad de Alcalá.

LD entrevista al periodista y escritor sevillano, que ha recuperado su libro Y Bernardo de Gálvez entró en Washington con la Universidad de Alcalá.
Paco Reyero, posando para Libertad Digital. | C.Jordá

El periodista Paco Reyero (Sevilla, 1971) ha reeditado Y Bernardo de Gálvez entró en Washington (Editorial Universidad de Alcalá, 2023), una estupenda crónica sobre cómo el militar y político malagueño, personaje crucial para el nacimiento de los EEUU –tal y como reconoció el propio George Washington–, fue rescatado por investigadores y ciudadanos de un olvido que duró dos siglos y sobre cómo, final y felizmente, gracias al empuje de estos civiles, el Senado y la Cámara de Representantes estadounidenses le concedieron la Ciudadanía Honoraria al héroe de Pensacola. LD entrevista al también demiurgo de El Flexo de Canal Sur Radio, uno de los espacios más lúcidos, sugerentes, improbables y divertidos –ojo a los anuncios ficticios de David Gallardo– del ecosistema radiofónico patrio.

P: Y Bernardo de Gálvez entró en Washington se reeditó un lustro después. ¿Por qué?

R: Gálvez sintetiza los dos mundos y ha sido reivindicado como símbolo español por los propios estadounidenses. Nos ayuda a abrir puertas. El libro es un reportaje sobre cómo Gálvez ha sido redescubierto, aunque no sé si es un buen verbo, por civiles y por gente de a pie que no tenía nada que ganar con la historia. Esta gente, empujando desde abajo, le ha sacado los colores a la política y a la diplomacia y ha sido capaz de hacerlo Ciudadano Honorario de los EEUU con el aval de las dos cámaras: el Senado y la Cámara de Representantes.

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Un momento de la entrevista | C.Jorda

P: Y Bernardo de Gálvez… es también un "periplo viajero" que arrancó en octubre de 2018 y que concluyó en febrero de 2019 en Madrid, Fort Worth, Filadelfia, Washington, Sevilla, Macharaviaya, Málaga…

R: El libro muestra una parte de la navaja suiza del pasado español en EEUU. Hay una anécdota muy ilustrativa de Antonio Gades, que va a hacer una gira, cuando es joven e indocumentado. Pilar López, que es su maestra, le dice: "Antonio, prepárate, que vamos al extranjero". "¿Por dónde empezamos, maestra?". "Por Venezuela, por Caracas. Y de ahí, ya, a toda América". Cogen un avión, aparecen en el aeropuerto de Caracas y, cuando pisa suelo venezolano, le dice un propio que estaba allí: "Buenos días, Antonio". Y Gades se da la vuelta y le dice a Pilar López: "Tú me has engañado. Esto no es el extranjero: aquí hablan español". Análogamente, esto pasa en EEUU. Cuando uno llega por primera vez, va descubriendo a topetazos el pasado español del país. Por ejemplo: Hernando de Soto, el descubridor del Misisipi, dio durante muchos años nombre a un coche rutilante, el DeSoto Car. Descubres que en Oklahoma, en el Museo Nacional del Cowboy, que es un museo como el parque de Disneyland, con recreaciones, caballos, etcétera, te dicen que todo el pasado del cowboy, del vaquero, viene de España, filtrado por la Nueva España. Me parece que todo ese pasado, y no lo digo desde la melancolía, sino para ganar el futuro, se recrea bastante bien en Gálvez. Es un gobernador que está en la Luisiana, en Nueva Orleans, al que le encargan una misión y él la cumple con excelencia, ayudando de manera determinante a ganar la Guerra de la Independencia a George Washington, que no tenía los recursos necesarios para hacer frente a los británicos.

P: ¿Por qué decidió contar esta historia?

R: Me apasionaba el mundo del cine estadounidense. Me amamanté con ese tipo de películas. Luego, cuando uno va descubriendo por dónde va la Historia, percibe que es mucho más amplia y más rica. Pero el inicio fue salir de un anterior trabajo que tenía para, digamos, licenciarme en una aventura personal. A partir de ahí, encontré este material.

P: Gálvez es un héroe poco cantado. ¿Por desidia o a conciencia?

R: Hay muchos héroes que no tienen copla. He tenido la fortuna de hacer una gira con Pablo Vierci, el autor de La sociedad de la nieve. El giro que hace Pablo Vierci para contar el ejercicio excelente de supervivencia en los Andes es que, mientras que las demás aproximaciones literarias o periodísticas no consideraron a los que perecieron en los Andes como héroes, él los incorpora a la narración y hace que los que han muerto queden reflejados como personas que han sido generosas y capaces de hacer seguir a los que sobrevivieron finalmente. ¿Qué es un héroe? ¿El que no llega y que, sin embargo, contribuye, o aquel que logra lo extraordinario y que, al morir, acaba completándolo líricamente? Tengo dudas sobre la definición exacta de héroe. En cualquier caso, Gálvez pertenecería a la definición canónica de héroe: alguien a quien le encomiendan una misión, una misión que se antoja imposible, en un entorno fascinante, con una naturaleza salvaje, a finales del siglo XVIII, ante un enemigo muy poderoso, como el Ejército de Gran Bretaña, y es capaz de tomar el Misisipi e, individualmente, ganar la batalla de Pensacola.

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Reyero, en un gesto característico | C.Jordá

P: En el libro, cita al profesor Felipe Sahagún: "De haber tenido otros señores y otro imperio, tendría un reconocimiento público en todas las ciudades de España".

R: Durante mucho tiempo, ni siquiera se ha tenido en consideración la personalidad de Bernardo de Gálvez. Al contrario de lo que ha sucedido, por ejemplo, con Lafayette. Francia tiene una implicación más vistosa, digamos, y Lafayette tiene avenidas, plazas… Lafayette también fue un gran publicista de sí mismo. Aparte de hacer giras con el presidente, cuando va a morir Lafayette, le preguntan: "¿Dónde va a ser enterrado? Usted ha sido determinante para el nacimiento de EEUU". Entonces, Lafayette dice: "Yo tengo que ser enterrado en Francia, pero me voy a enterrar con tierra americana". Los Gálvez desaparecieron. José de Gálvez, que era el ministro de Indias y, realmente, el más poderoso de la corte de Carlos III, genera envidias, genera animadversión, y todo el legado de los Gálvez desaparece. Tú, Jesús, conoces muy bien todos los líos de la corte y de cómo funciona el poder, así como el ejercicio interminable de cainismo que practicamos los españoles.

P: ¿Cómo se lo presentaría a Ernest Urtasun?

R: (Risas) Teniendo en cuenta la relación diplomática, creo que podría ser bueno que la embajadora de EEUU procediera: es Ciudadano Honorario de los EEUU; yo, al fin y al cabo, no soy nadie. Creo que está bien mantener un equilibrio entre los logros, los avances, las herencias, y también hacer una fiscalización del pasado razonable, sensata, que permita seguir adelante y utilizar lo que se tiene en común, no destruir lo que se tiene en común. Estaría bien que la embajadora –que sabe que Bernardo de Gálvez es Ciudadano Honorario, al nivel de Pulanski, Churchill o la Madre Teresa de Calcula; sólo hay ocho, no hay más– reconociera que es un símbolo común: alguien que nace en el sur de España y que, de manera determinante, es un factor esencial para que los estadounidenses conformen el país.

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Un momento de la entrevista |C.Jordá

P: ¿Cree, por cierto, que los museos nacionales deben ser revisados para "superar el marco colonial"?

R: No estoy muy puesto en lo que dice el ministro de Cultura últimamente. Creo que los museos tienen que tener amplitud de miras y no ser reduccionistas. Los museos no pueden ser el instrumento partidista de un momento concreto para utilizar un trozo de la Historia porque a mí me va a dar rédito político. He estado hablando con Darío Villanueva, que tiene un libro nuevo, El atropello a la razón. Habla sobre las características esenciales de los seres humanos que nos hacen humanos. En esto del colonialismo, algunas universidades británicas han considerado que Beethoven o Mozart pertenecen precisamente a eso y, por tanto, hay que ponerlos en cuarentena. Todo lo que se haga con una intencionalidad de rendimiento político puntual, en el presente, me parece que no acredita como una buena medida.

P: Vamos acabando, señor Reyero. ¿Qué es un bogus?

R: Un señor que se dedica a tratar de sacar rendimiento, con una capacidad para la picaresca, para la filfa, en el momento en que comienza el desarrollo de Washington como capital federal. Es una expresión para gente que, como un lobista, merodea en el Congreso y es capaz de engañar y sacar rendimiento de una manera excelsa.

P: ¿Le intentó tangar alguno?

R: No, no. Yo no me junto con esa gente (risas).

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Un momento de la entrevista | C.Jordá

P: ¿Ve muchos bogus en la política nacional?

R: Sí, hay una presencia masiva de gente que lo único que quiere es, cuando alcanza un cargo, el siguiente cargo de manera inminente. Ni siquiera disfrutan del breve lapso de "me han hecho subsecretario". Quieren ser secretarios de Estado e, inmediatamente, ministros. Quieren matar al que está al lado para coger su puesto. Esto es permanente.

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