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'Los ojos de Mona', una reserva de belleza por si un día todo desaparece

Thomas Schlesser firma este bestseller, traducido a 36 idiomas, que esconde un ensayo sobre arte

Thomas Schlesser firma este bestseller, traducido a 36 idiomas, que esconde un ensayo sobre arte
Detalle de 'Lo joven de la perla', de Vermeer | Museo Mauritshuis de La Haya.
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Ternura, belleza y aprendizaje. No resulta honesto describir un libro con unas cuantas palabras, pero sí podemos decir que son conceptos sobre los que se sustenta. Hablamos de Los ojos de Mona (Lumen), un fenómeno editorial en Francia que se ha traducido a 36 idiomas.

La ternura nos la regalan sus protagonistas: un abuelo y su nieta. Sobre Mona, de diez años, sobrevuela la posibilidad de una ceguera total tras sufrir un accidente. Su abuelo Henry decide que, si se confirma la tragedia, la vida vista debería haber merecido la pena. Le mostrará la belleza del arte, buscará provisionarla de cara al futuro. Juntos - mientras los padres de la pequeña piensan que está en el psicólogo- recorrerán los tres museos más importantes de París (Louvre, Orsay y Pompidou) para disfrutar, una vez a la semana, de una sola obra. Conversarán de arte y bucearán en la biografía de los mejores artistas de la historia, pero, principalmente, de cada cuadro o escultura extraerán una lección de vida, un aprendizaje: "todo pasa", "ven, lucha, firma y persevera", "respeta a la gente humilde" o "sal de la sombra".

El arte no cura pero ofrece consuelo. Es la propuesta de su autor Thomas Schlesser, historiador de Arte, director de la Fundación Hartung-Bergman y profesor en la Escuela Politécnica de París. Mona nació de un drama personal. Tras perder dos bebés, se inventó esta niña imaginaria a la que ha querido enseñar lo bueno de lo que es capaz el ser humano. Para ello, se alía con Botticelli, Vermeer, Goya, Rafael, Jean-Michel Basquiat o Picasso. La respuesta de los lectores y editores fue extraordinaria, vendiendo más de 11.000 ejemplares en su primera semana y exportando la novela a más de medio centenar de países.

Deben saber, antes de animarse con esta lectura, que si el arte no les es atractivo, no podrán avanzar. Es un ensayo de arte disfrazado de novela; y la mayoría del tiempo, el vestido con el que se oculta es bastante transparente. Se habla de estilos, proporciones, técnicas, luces y colores - se incluye una reproducción de cada obra- y exploran la vida, carrera y anécdotas de los artistas de una forma rigurosa y amena. Otro asunto a tener en cuenta es que si bien las conversaciones entre nieta y abuelo son muy interesantes y tienen una ternura e ingenuidad bien construida, a veces, se cubren de almíbar.

Mona tiene un interés por la vida que recuerda a El mundo de Sofía. El libro está atravesado por la melancolía y una enseñanza mutua. Mientras la niña analiza, desde su perspectiva, cada una de estas 52 obras de arte, los preceptos más asentados de su abuelo se tambalean. Entra en juego la filosofía para entender en qué consiste la generosidad, la autonomía, la felicidad o la decadencia.

"Las tres Gracias son alegorías, Mona: no existen en la vida real y nunca las conocerás, pero encarnan valores importantes. Se dice que representan las tres etapas que nos hacen sociables y hospitalarios, es decir, seres humanos realmente humanos. Este fresco muestra la importancia capital de esas tres etapas, para dejarlas ancladas en cada uno de nosotros". (Pág.36)

El lector puede participar fácilmente de las reflexiones, lo que quizás explique su éxito:

"La fiesta tiene su cuota de derrota. Por eso hay que desconfiar de ella, sobre todo cuando se normaliza y se convierte en una obligación social. La comedia, el juego, las bromas, el libertinaje y la chanza (nos dice Watteau) un regusto melancólico, porque el cuerpo acaba inevitablemente agotado y la necesidad constante de ser feliz se hace insostenible" (Pág 127).

Thomas Schlesser ya había publicado una novela anteriormente y varios ensayos, sin demasiada repercusión pública. Con Los ojos de Mona, se ha colocado en una posición preferente en el mercado editorial y nos ofrece algo de luz ante esta tediosa actualidad. El arte nos trasciende y su esencia, con las cifras en la mano, sigue interesando.

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