Siglo XVII. Una Sevilla llena de posibilidades, clave en el comercio con América, sede de la flota más puntera del momento y, al mismo tiempo, asolada por las epidemias y la pobreza. Las clases bajas estaban condenadas a la miseria mientras que la aristocracia que miraba al mar tenía un prometedor futuro, levantando desde cero un sistema de importación y exportación que fue un verdadero éxito. El escritor Jon Echanove echaba en falta este capítulo en los libros de historia y le ha puesto remedio con El aprendiz (Ediciones B), su primera novela histórica.
Paralelamente a la escritura, Echanove ha desarrollado su carrera profesional en el ámbito comercial, lo que le ha llevado a conocer más de cuarenta países y residir actualmente en Bélgica. "Me interesaba mucho la historia del comercio. He leído e investigado mucho y reconocí un vacío. Cuando hablamos de América nos centramos en la conquista y en personajes como Pizarro o Cortés, pero no se habla sobre los mercaderes, que fueron muy relevantes", explica a Libertad Digital.
"En Sevilla, desde finales del XVI y principios del XVII, el comercio y el sistema de flotas estaba muy estructurado. No había ese elemento aventurero que hubo en los primeros cincuenta años de relaciones. Yo quería reflejar ese mundo más estable y muy polarizado entre los que participan de esa riqueza y la inmensa mayoría de la población ordinaria que no tenía acceso a ese mundo", dice Echanove.
"Sabemos poco de cómo España construyó las rutas de comercio y las infraestructuras a su alrededor, mientras que cuando se habla de los holandeses se le da mucha más importancia a su carácter mercantil. Sin embargo, los holandeses entran en el comercio conquistando literalmente las fortalezas portuguesas, durante cuarenta años se dedican simplemente a hacer la guerra. En España había mucha gente que se dedicaba puramente a comerciar, sin interés en conquistar, ganar territorios o trasladar una religión. Querían hacer dinero enviando y trayendo cosas. No eran solo unos militares yendo y viniendo, sino que había una gran estructura montada y de eso ni se habla".
"Lo que es sorprendente de la Corona de España es que genera un monopolio específico del transporte. El sistema de flotas español consiguió una estabilidad del comercio extraordinaria, aún sin permitir diversificar. En el siglo XVII, el 95 % de los barcos volvían, una cifra realmente alta. Los galeones españoles contaron con alta tecnología, y eso fue durante 150 años, sin nada similar en otro país. Esto estaba centralizado en Sevilla. La ventaja es que tenía el control para asegurar esos flujos en unos tiempos y unos ingresos determinados. La desventaja es que era muy rígido y muy monopolista. Ese elemento único de España hizo que funcionara muy bien, de una forma muy sólida, durante 150 años, esos son muchos años. un sistema de éxito, pero solo para una élite. Sevilla, como ciudad, creció muchísimo, pero la gente ordinaria no se benefició particularmente, la inflación era galopante, del trescientos y pico por ciento. La élite tenía una situación privilegiada".
Las grandes ciudades del momento -dice Echanove- eran Sevilla y Amberes, con el mercado disputado entre portugueses y flamencos. El autor quería, ante todo, reflejar "la cotidianidad del momento" y el reto ha sido encontrar esa información referida al siglo XVII. Además, decidió transmitir ese día a día a través de la mirada de un niño para que "el lector, como adulto, fuera por delante y supiera interpretar una realidad que el niño no". Ese pequeño es el Lagartija, un huérfano que malvive en el barrio de Triana junto con el Manco, poco mayor que él, y dos hermanos gemelos. Un día aparece en su vida Hendrick van Belle, un mercader flamenco involucrado en turbios negocios que lo embauca para que sea su aprendiz. "Desde su inocencia, accede a un mundo que desconoce por completo. Es muy improbable que, sin venir de una clase acomodada o la aristocracia, se pudiera participar de esas relaciones comerciales. Había muchos niños abandonados. Los que no se morían iban a orfanatos gestionados por la Iglesia, y se educaban para ser mano de obra casi gratuita . El recorrido que tenían era acabar siendo sirvientes o en unas cuadras, no había horizonte de expectativas".
La historia del Lagartija, "si los lectores quieren", tendrá continuidad: "En mi cabeza hay un movimiento hacia Asia. Me gustaría mostrar el contraste con América. Asia tenía un comercio muy estable desde hace mil años, la experiencia era muy diferente, estaba todo organizado. En América no había esas redes de comercio, fue empezar de cero".
Jon Echanove. El aprendiz. Editorial Ediciones B. 464 páginas. 22 euros.