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Beatriz Cazurro: "La ansiedad que está generando el no ser padres perfectos es tremenda"

La psicóloga publica Atender lo invisible (Planeta), un manual sobre cómo nuestras experiencias pasadas marcan la relación con nuestros hijos.

La psicóloga publica Atender lo invisible (Planeta), un manual sobre cómo nuestras experiencias pasadas marcan la relación con nuestros hijos.
Beatriz Cazurro, autora de 'Atender lo invisible' | Javier Ocaña
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Tener hijos pone el foco en nuestra propia infancia. Se tiende, dicen los psicólogos, a huir de aquello que entendemos que nuestros padres hicieron mal. Tratar de no repetir esos errores. "Es muy difícil que no haya ciertas heridas en las relaciones entre padres e hijos porque venimos de generaciones en las que la salud emocional no se tenía en cuenta. Hay traumas, como que te peguen o te abusen, que todos entendemos. Pero puedes estar herido porque te hayan ignorado, no te hayan escuchado, porque de niño sentías que a tus padres les daba vergüenza una característica tuya o porque hubiera una tensión latente en el hogar de la que fuiste partícipe", explica Beatriz Cazurro. Psicóloga y psicoterapeuta, ha publicado Atender lo invisible (Planeta), un manual que propone "una forma distinta de abordar la crianza dirigido a padres que quieren hacerlo diferente a lo que han vivido y que están dispuestos a aceptar que no son perfectos en absoluto".

Insiste en forjar "vínculos seguros", el lugar que necesitan los más pequeños "para crecer, explorar y equivocarse". "Es un espacio para ser uno mismo, en el que nos sostienen lo que sentimos, un hogar predecible, con una autoridad sana y con límites. En la práctica, la seguridad es sentida, por eso es difícil encontrar palabras y hablo de atender a lo invisible". Propone la "crianza respetuosa" como alternativa a la "crianza tradicional", esa en la que lo que se esperaba de los niños era obediencia ciega. "La crianza respetuosa parte de una autoridad. Es cierto que, por ese miedo de hacer daño, nos la quitamos y dejamos a los niños decidir cosas que no les compete o no les ponemos límites para que no se sientan mal, pero es que eso no es crianza respetuosa. Hay que poner el foco en ser una autoridad sana y no autoritaria. Es decirles que les vamos a ayudar, escuchar, pero que sus padres somos nosotros. Hay que existir para ellos. No es que los niños hagan lo que les de la gana. Es cierto que ahora pueden decidir cosas que antes no podíamos y eso está bien, les da autonomía y cierto control, fortalece el vínculo. Seremos figuras de autoridad en las que poder confiar".

Duelos del pasado

En este libro, Beatriz Cazurro asegura que nuestras experiencias en la infancia dejaron una serie de secuelas y que es "difícil y frustrante darnos cuenta de que existen y que afecta a nuestra relación con ellos cuando ni siquiera nos lo esperábamos". Escribe que, para vincularnos con los hijos, hay que asumir la "responsabilidad de nuestro bienestar emocional y reactivar asuntos y duelos del pasado no resueltos".

"Estamos muy alejados de nuestra propia infancia. Muchos hemos crecido hablando de ‘niños buenos’ y ‘niños malos’. Nos decían que si sentías las cosas es que eras un enfadica, un llorica o un miedoso… Se nos ha entrenado en una conducta de lo que se entendía por niño bueno y sin referencias sobre lo que es sentir, sin tener en cuenta nuestro cuerpo", insiste.

Antes no había tantos manuales ni una preocupación por estos asuntos, aunque Cazurro considera que el decir eso de "lo hicieron como pudieron casi siempre se utiliza para callar la rabia". "Claro que la mayoría lo hizo lo mejor que supo, pero eso no quita que tu experiencia te haga estar enfadada. Los daños son muy diversos". Considera, además, que "las condiciones sociales y laborales también limitan" y que "la sociedad no está preparada para que los padres tengan el espacio para estar con los niños".

Secuelas

Su propuesta comienza por "reconocer que nuestras experiencias en la infancia dejaron una serie de secuelas". "Hay historias de mucho maltrato y eso no se quiere repetir por nada del mundo. Pero también no quiero gritar como lo hacía mi padre o victimizarme como lo hacía mi madre, por ejemplo. Pero es lo que hemos aprendido. A veces nos vamos a ver como nuestros padres, con esa tendencia. Si entendemos que es parte de lo que hemos interiorizado, nos podremos entender un poco más".

Hay conductas heredadas que tenemos integradas en nuestra educación que cuesta eliminar y para las que el entorno no está preparado. Se sigue oyendo "no llores que es de niñas" y se sigue obligando a los niños a dar besos cuando no quieren. "Hay personas que me dicen que no son capaces de enfrentarse a sus madres y decirles que su hijo no le va a dar un beso porque se van a sentir culpables y va a pensar que son malos hijos. Los niños se utilizan como objeto de gratificación de gente adulta, pues mira, no, lo siento, no es así".

Aspirar a la parentalidad ideal está provocando un daño tremendo en los progenitores. "La ansiedad que está generando el no hacerlo todo bien y el miedo es gigante a hacer daño. Llega incluso a frustrar a esas personas y es necesario decirles que no van a ser perfectos. Hay que bajar esa exigencia tan brutal y soltar el control. Por mucho que hayamos leído y queramos hacerlo todo bien, los procesos no van así", cuenta. "Es un cambio de dirección que está avalado por la ciencia, pero también creo que es imposible no hacer nada mal. Eso es una fuente de frustración. Queremos dar un giro de 180 grados y no se puede hacer de hoy a mañana. Queremos transmitir seguridad y tranquilidad y con tanta ansiedad está siendo difícil", añade.

"Es como cuando un niño de 3 años quiere dibujar como uno de 15 y se frustra hasta que entiende que va a dibujar como un niño de 3. A los padres les pasa igual. Quieren actuar como si tuvieran 20 años de experiencia, pues no puede ser, eres primerizo o primeriza y actuará así. Hay que aprender a frustrarse, aunque hay cosas que obvio se pueden cambiar".

Los vínculos seguros pueden facilitar la entrada en la adolescencia, un periodo en el que "hay una revolución y los jóvenes deben encontrar su identidad". "Si hay un vínculo, el espacio generado para que pidan ayuda, hablen, se expresen, continúa. Si estaban muy enfadados de pequeña y no nos hemos dado cuenta, en la adolescencia la rebeldía será extra".

Beatriz Cazurro. Atender lo invisible. Editorial Planeta, 2025. Nº de páginas: 192. P.V.P.: 19,90€

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