Cuéntame qué fue... de los Bibliobuses: las bibliotecas itinerantes de finales de los 70

Los bibliobuses son esos tesoros poco conocidos que marcaron un hito en los años 80 del siglo XX. Estos vehículos cargados de libros viajaron por los rincones más alejados de España y tienen su día en el calendario: el 28 de enero. Ese día partía el primer bibliobús desde León hacia Los Oteros en 1974, un acontecimiento que sigue vivo en la memoria.

Los bibliobuses no son otra cosa que autobuses a los que se le quitan todos los asientos, se forran las paredes con estanterías de libros y se prepara una pequeña mesa para despachar los préstamos. Los usuarios tienen su propio carnet de socios.

Aunque la historia de los bibliobuses comenzó antes, en 1938, en Cataluña, cuando un vehículo de estas características empezó a repartir libros entre los combatientes republicanos, no fue hasta 1953 cuando la iniciativa realmente despegó. Joaquín Ruiz-Giménez, entonces ministro de Educación del régimen franquista, utilizó los bibliobuses para llevar la cultura a los barrios más desfavorecidos del país. Un "vehículo cultural" que llegaba a donde las bibliotecas no podían.

Pero fue en León donde el concepto de bibliobús cobró una nueva vida. En 1971, José María Fernández Catón, director del Centro Coordinador de Bibliotecas de León, ideó un servicio que llevaría libros a las zonas rurales a través de autobuses gestionados por voluntarios. Cada tres meses, el servicio de "Maletas Viajeras" llegaba a los pueblos más apartados, acercando la lectura a quienes más lo necesitaban.

Un futuro que aún se escribe

Este año se celebran 50 años de la llegada de los bibliobuses a la provincia de León. Las carreteras de la época no eran tan accesibles, y las largas esperas eran una constante, aunque todo merecía la pena debido a la esencia del servicio: la cercanía y la familiaridad con los usuarios.

Los bibliobuses siguen viajando por carreteras y caminos toda la Península, desde Andalucía a Galicia, pasando por Aragón y Castilla-La Mancha. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay ocho rutas activas que reparten no solo libros, sino también ilusión, organizando eventos especiales como cuentacuentos y clubes de lectura.

Sin embargo, los bibliobuses se enfrentan a tiempos complicados. El impacto de la pandemia del COVID-19 fue devastador también para la cultura en general, y los bibliobuses no fueron ajenos a ello. Durante este tiempo, el servicio estuvo al borde de la desaparición. Sin embargo, gracias al apoyo incondicional de los usuarios, que siguieron asistiendo mes a mes, los bibliobuses lograron mantenerse a flote, demostrando que, a pesar de las adversidades, la cultura sigue siendo una necesidad.

Un servicio que se autogestiona

Desde la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles, se reivindica este servicio único, que, pese a los desafíos, sigue adelante. Según sus miembros, los bibliobuses "se autofinancian con las cuotas de sus asociados y con los ingresos procedentes de su actividad", lo que les permite seguir existiendo y adaptándose a los nuevos tiempos.

En definitiva, los bibliobuses no son solo un medio de transporte de libros. Son un símbolo de la persistencia de la cultura, de la conexión entre generaciones y de la importancia de seguir leyendo, aún en los lugares más remotos. Y mientras sigan rodando por las carreteras de España, seguirán siendo un faro de conocimiento y un vehículo de ilusión para todos aquellos que esperan, con emoción, su visita mensual.