
Estos días, cercana la Navidad, son los más apropiados para que los niños disfruten del circo y de otros espectáculos teatrales específicamente pensados para su disfrute. Merece destacarse la actividad que Teresa Rabal viene desarrollando para la grey infantil. Alrededor de veinte temporadas alternando sus funciones bajo la carpa, en la televisión o en los escenarios. Hace pocas fechas que se ha presentado en un teatro cercano a la madrileña Gran Vía para representar su espectáculo "Veo, veo", título que viene explotando con éxito tanto en la pequeña pantalla como en directo y que alude al de una canción harto conocida de los pequeños, a través ya de un par de generaciones. Fue número 1 en varios países, de la que se han vendido varios millones de discos. No es fácil para una actriz-cantante-presentadora –facetas que la adornan desde su primera juventud- especializarse en esa tarea.
El universo de los niños es complejo. Sus gustos se alteran constantemente: no hay nada más que asomarse estos días a los anuncios de juguetes, cada vez más sofisticados, por ejemplo. Hay que dirigirse a ellos, cuando se trata de divertirlos, con suma delicadeza, imaginación, simpatía, virtudes de las que Teresa está sobrada. Se comunica con ellos desde el primer momento y en reciprocidad obtiene las sonrisas de su singular auditorio, la recompensa más preciada para quien se dedica a entretenerlos. Y consigue aunar la atención de grandes y chicos. Comienza con un juego de letras vocales, repasa el abecedario, suscita la ilusión a través de unas pompas de jabón, les atrae con una lección educativa y amena sobre el tráfico, el conocimiento de sus señales, las funciones del semáforo… Y así, van transcurriendo los minutos hasta completar la hora larga que dura la función, entre pegadizas y divertidas canciones como "El tren" y el concurso en escena de bailarines, charlatanes, muñecos gigantes… Un mundo de fantasía que nuestra protagonista domina ya con veteranía.
El pasado 5 de noviembre festejó su sesenta y un cumpleaños. Nació en Barcelona, de donde es natural su madre, la espléndida actriz Asunción Balaguer, quien continúa felizmente en activo. Y eso, con ochenta y siete "tacos" de almanaque, tiene mérito. Teresa debutó muy pronto en el cine, con nueve años: un papelito en Viridiana, porque así lo quiso "el tío Luis", que es como en familia llamaba Paco Rabal a Buñuel. Y con quince pisó por vez primera "las tablas", en la compañía de Carlos Larrañaga y su entonces primera esposa María Luisa Merlo, temporada de 1967.
La biografía artística de Teresa Rabal se resume en veintiocho filmes, veinte "Estudios 1" en Televisión Española, una docena de estrenos teatrales, cuatro mil galas como responsable de sus espectáculos infantiles, y cerca de una veintena de álbumes, lo que arroja alrededor de doscientas canciones, la mayoría destinada a los "peques". Aunque conviene recordar que sus inicios discográficos en 1973 fueron con melodías románticas que empezó a escribirle un cantautor bohemio e idealista venido de Argentina, al que conoció en casa de su tío Damián, que era el representante artístico del criollo. Su nombre: Eduardo Rodrigo. Pisó España con buen pie, ya que a los pocos meses de su llegada ganó el Festival de Benidorm con A María yo encontré.
Teresa Rabal se enamoró en seguida de Eduardo Rodrigo, dejando a un novio llamado Jorge, estudiante de Ciencias Económicas, con el que alguna vez soñó casarse. Eduardo, empeñado en estar más cerca de ella, la alentó para que cantara, a lo que Teresa se negaba, alegando que únicamente se sabía unas cuantas rancheras y coplas para entonarlas entre amigos. Insistió Eduardo, componiéndole varias baladas: "Gigí", "Yo te quiero, Pablo", "Señorito altivo"… Los encontré en unos estudios barceloneses de la casa Bélter, sospechando en seguida que terminarían casándose. Esperaron cuatro años, entretanto él tramitaba su divorcio con una uruguaya. A Paco Rabal no le importó que vivieran juntos durante ese periodo. Les dio un día su bendición: "¡Por mí, ya estáis casados…!". Volví a encontrarme a la amorosa pareja en Peralejo, en la sierra madrileña, donde veraneaba la familia. Teresa quería casarse por la Iglesia. Lo consiguió en 1977 en la pequeña ermita de la Cuesta de Gos, de donde proceden los Rabal, su terruño murciano. Invitaron a festejar la ceremonia a todo el pueblo. El matrimonio adoptaría a Luis, (que los convirtió en abuelos hace dos años). Luego les llegó al hogar María. El primero cuenta treinta y tres años, uno más que su hermana.
Fue en 1980 cuando Teresa y Eduardo decidieron afrontar su futuro artístico de otra manera. Hasta entonces, ella se dedicaba al cine y al teatro y él a componer y a cantar. El giro que dieron consistió en embarcarse en el alquiler de un circo con el que recorrieron España entera durante diez años. Así, de la noche a la mañana, Teresa Rabal se convirtió en una especie de hada cantante para los niños y Eduardo Rodrigo en el responsable de los espectáculos, para los que componía los libretos y la música. Teresa fue después presentadora de La guardería, en Antena 3, creó en 1995 los premios "Veo,veo", de alcance internacional, montó la Fundación que lleva su nombre, de ayuda a la infancia, para retornar en 2009 con su nuevo circo, cuyo similar espectáculo mantiene ahora en el teatro.
No le he perdonado la jugarreta que me gastó, obligándome una tarde a salir al escenario, bajo la carpa, donde me colgó un estrafalario, viejo y pesadísimo abrigo, al tiempo en que me colocaba entre las manos un aparatoso rollo de papel higiénico, de grandes proporciones, presionándome con gestos, sin palabra alguna, a que obedeciera sus órdenes. Así me tuvo ¡cuarenta minutos! Entre la rechifla del respetable. En las primeras filas, Paco Rabal y Asunción Balaguer se mondaban de risa ante mi improvisada actuación de ocasional payaso. No le he guardado rencor a Teresa por aquel "atraco" circense, prueba de lo cual son los elogios que dedico a su valiosa valor con los niños. Se los merece de todo corazón.

