
Perdura el género musical de la copla andaluza, por encima de modas que se alientan desde sectores de la industria discográfica y la tecnología mediática. No se acabará en mucho tiempo ni la existencia del vals vienés, ni el tango argentino ni la copla española. Sencillamente porque ya hace tiempo que son parte de la cultura de un pueblo, en el último caso el nuestro, aunque parezca por sus argumentos y ritmos que sólo pertenecen a una determinada región española. Nació la copla a través de sus primeros compositores e intérpretes allá a finales de los años 20 y comienzos del 30, emparentada con el cuplé, de origen francés. Y se estabilizó en décadas posteriores, brillando entre las de los 40 hasta los 60. Luego, se fue debilitando, mas nunca dejó de existir. Y en ese tiempo de esplendor, Juanita Reina fue una estrella que destacó sobremanera, en sus actuaciones en espectáculos teatrales, en discos y en películas. Todavía, sobre todo en Sevilla, su ciudad natal, hay seguidores suyos que no la han olvidado: creó un estilo, una manera de ser y estar ante el público, de interpretar el sentido de cada letra, de vestir adecuadamente siguiendo el costumbrismo andaluz.
El autor más popular de la copla era Rafael de León. Y el músico, Manuel Quiroga. Aquellas piezas podían contener exaltaciones andaluzas, paisajes del sur sobre todo, toreros de la tierra, vírgenes de Semana Santa o la muy ensalzada del Rocío. Zambras, sobre todo eran zambras. Y si no, pasodobles. Canciones para sobrevivir en una España que aún no se había recobrado de los desastres de la guerra civil, que sonaban a través de aquellos aparatos de radio de cretona, repetidas por modistillas, amas de casa, trabajadores de uno y otro sexo, mientras faenaban. Sonaban en los barrios de vecindad. Y también las interpretaban en el cine artistas de la fama de Juanita Reina. Con su poderosa voz, con su belleza clásica de una mujer española, morena, de acrisoladas virtudes.
Un préstamo pagó la primera función de Juanita
Su vida fue un compendio de éxitos. Nunca se envaneció de ellos. Era sencilla. Buena esposa y madre de un único hijo. Nacida en el popular barrio sevillano de la Macarena, en la calle Parras, el 25 de agosto de 1925, Juana Reina Castillo era la tercera de una familia de clase media, en la que quien la encabezaba, don Miguel, regentaba un puesto de pescado. Cuando la adolescente Juanita comenzó a destacar como cantaora en fiestas del barrio y funciones de aficionados, a su progenitor maldita gracia le hizo. Y decidida a ser una artista profesional, tuvo éste que ceder y hasta se convirtió en empresario de sus muchos espectáculos teatrales, de variedades se llamaban, donde Juanita era la figura y en conjunto se desarrollaban algunos "sketchs" o bien actuaban también cómicos, especialistas circenses, de magia, cuerpos de baile y cantantes de menor categoría.
Comenzaban los años 40 y don Miguel Reina, con un préstamo, financió la primera función de su hija, "Los churumbeles", donde ella estrenó el que iba a ser su primer éxito, "La niña blanca" y asimismo "El Cristo de los Faroles", tan recordado por los cordobeses, que mucho lo veneran. El estreno sucedió en el ya hace mucho tiempo desaparecido teatro de San Fernando sevillano, espectáculo representado luego en una afortunada gira, finalizada la cual don Miguel hizo cuentas y resulta que ganó unos cuantos miles de pesetas. Le racionaba el dinero (lo hizo siempre) a quien era artífice de ese negocio: su propia hija.
Y desde entonces fueron sumándose más espectáculos, más coplas que le estrenaba al trío de autores Quintero, León y Quiroga: en 1942 "Tabaco y seda", donde dio a conocer tres piezas que muy pronto cantaría toda España: "Doña Mariquita de los Dolores", "Callejuela sin salida" y "La señorita del acueducto". Por entonces, se estrenó su primera película "La Blanca Paloma", que es como denominan sus fieles a la Virgen del Rocío. Tal éxito obtuvo que en 1955 se rodó una nueva versión, ya titulada "Sucedió en Sevilla", donde se lucía cantando "Hacia el Rocío".
Siempre tuvo a gala Juanita interpretar sólo canciones que le componían exclusivamente para ella, negándose a otras popularizadas por voces diferentes. De ellas, en aquella primera época, sobresalían "No me quieras tanto", "Yo soy esa", "Compuesta y sin novio", "Y sin embargo te quiero"… Había en el repertorio de la estrella sevillana temas dramáticos, que compartía con otros alegres. Todavía en tiempos recientes, cada 28 de agosto, cuando se cumple el aniversario de la muerte de Manuel Rodríguez "Manolete", mítico matador de toros, en algún programa radiofónico o televisivo vuelve a recordarse el pasodoble "Capote de grana y oro", compuesto a la memoria del diestro cordobés, que estrenó Juanita. Pidió a sus autores favoritos que lo crearan. Era amiga del infortunado espada.
Unida siempre a sus padres, iba de casa al teatro y al revés, junto a don Miguel. Y de gira, lo mismo, del hotel a actuar y de regreso a dormir. Si acaso, su padre la llevaba a su lado a algún café. Lo cierto es que Juanita Reina nunca tuvo vida propia ni en sus años juveniles ni ya entrada en años. Cuantos pretendientes tuvo, se los espantaba don Miguel. Y cuando se ennovió con el bailarín Federico Casado "Caracolillo", su padre puso el grito en el cielo y nunca consintió aquella boda. Hasta que la pareja consiguió medio convencerlo. Don Miguel controlaba las ganancias de su hija y ahí radicaba, muy posiblemente, su negativa a que dejara su soltería.
El cine
Las películas le proporcionaban a la artista (mejor diríamos a su padre) buenos dividendos. En los pueblos españoles se llenaban los cines con este tipo de cine, etiquetado como folclórico. El cuarto de sus filmes era distinto a otros, con argumento entresacado de la vida de Isaac Albéniz: "Serenata española". Allí Juanita interpretó "Serenata número cinco", del eminente compositor catalán. La crítica, como ocurrió en otras cintas, alabó no sólo lo habitual, referido a su arte musical, sino a su talento dramático también.

Dos películas de la decena que rodó, fueron las más populares: "La Lola se va a los puertos" y "Lola la piconera". Basada la primera en un libreto teatral de los hermanos Manuel y Antonio Machado. Tuvo que hacer un extraordinario esfuerzo para aparentar más edad puesto que su personaje era el de una mujer de cuarenta años, cuando en la vida real Juanita sólo contaba veintidós. A destacar de la banda sonora las seguidillas tituladas "Una cantaora". En cuanto a "Lola la piconera" también partía de otro argumento escénico, éste original del académico José María Pemán, "Cuando las Cortes de Cádiz". Ella era la heroína enfrentada con otros guerrilleros a las tropas francesas napoleónicas. Dos canciones emblemáticas se hicieron muy conocidas: "Como dos barquitos" y la zambra "Callejuela sin salida". Y muy emotivo el número final, cuando Juanita, en una playa gaditana, era fusilada por los invasores, y se expandían las notas, con igual título que la película, que rezaban: "Donde vas tan bonita / Lola, Lolita, la piconera…".
La preferida de Franco
Cada año, a partir de 1948 y durante el siguiente decenio, Juanita Reina presentaba un nuevo espectáculo teatral, con el título "Solera de España", al que se añadía un dígito correspondiente al de la temporada. En aquel año estrenó la que consideramos una de sus mejores creaciones: "Y sin embargo te quiero", con esa prodigiosa estrofa escrita por Rafael de León: "… que se me paren los pulsos / si te dejo de querer…", y el remate del estribillo final "… no debía de quererte… ¡y sin embargo te quiero!" La voz doliente de la artista registraba allí muy elevados registros interpretativos. Piedra de toque para cuantas imitadoras de la sevillana se ha atrevido a versionarla.
Juanita era la artista preferida por el general Franco, quien la felicitaba cada 18 de julio cuando actuaba en los jardines de La Granja junto a otros artistas, recepción en recuerdo del triunfo del ejército nacional en la guerra civil. "Te seguimos, Juanita", le decía el Jefe del Estado. En alguna ocasión, Carmen, hija del dictador, se reunía junto a la cantaora con la que le unía una corriente de simpatía.
Acontecimiento en la ciudad de Sevilla supuso la boda en la iglesia de la Macarena de Juanita Reina y Federico Casado "Caracolillo". el 15 de junio de 1964. La novia tuvo que esperar a esa fecha, con treinta y dos años, para contraer matrimonio, venciendo la terquedad de su padre. Pero es que este señor se las traía… La primera de otras entrevistas que yo quise hacer a Juanita en su camerino del madrileño teatro Calderón, sucedió de esta manera: cada pregunta que yo le hacía a la artista, era respondida por don Miguel. Salí de allí completamente confundido, sin saber a quién había ido a entrevistar.
Juanita Reina fue rival de Concha Piquer. O mejor diría que al revés. No se soportaban. Necesitaría más espacio para extenderme en ese asunto. Y como es preciso poner punto final a esta evocación biográfica de la gran artista sevillana, diremos que, aunque ella quería retirarse, su marido la empujó a permanecer muchos años más cantando, cuando ya sus condiciones vocales, eran notablemente inferiores. Y estirando demasiado su carrera, llegó su final artístico con "Azabache", el espectáculo folclórico que, a mayor gloria de Rocío Jurado, se montó en la Expo sevillana de 1992.
Juanita Reina se fue de este mundo el 19 de marzo de 1999. Sevilla lloró su muerte. Y en toda España volvieron a escucharse sus mejores coplas. Cuyos ecos, aún no se han apagado.

