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Felipe Campuzano vivía solo en Marbella y fue encontrado muerto por su mujer

Fue autor de más de mil canciones, entre ellas, "Achilipú", "Te estoy amando locamente" o "La minifalda".

Fotografía de archivo de 2002 del compositor gaditano, Felipe Campuzano, tocando el piano en su casa. | EFE

A los setenta y nueve años falleció este martes, 4 de marzo, el popular pianista Felipe Campuzano, autor de conocidas rumbas y sevillanas, entre ellas "Achilipú", "Te estoy amando locamente", "La minifalda"…Su mujer, de la que al parecer vivía separado, lo encontró sin vida en su vivienda de Marbella, en la zona conocida como Las Cumbres. Allí vivía en soledad en los últimos tiempos.

Se desconoce en el momento en que redactamos este obituario la razón de su fallecimiento, parece ser en principio que de causa natural. No obstante sabemos que a poco de conocerse la noticia varios policías se desplazaron hasta su vivienda.

El artista se casó en tres ocasiones y fue padre de cinco vástagos. Una de sus hijas, Esperanza, actriz de Montoyas y Tarantos vive en Dubai y preparaba su desplazamiento a Málaga para asistir a las honras fúnebres de su padre. Será velado en el tanatorio de Estepona a partir de las dos de la tarde, ciudad en la que era muy querido y el Ayuntamiento le dedicó hace años una calle. También el Ayuntamiento de Marbella ha declarado un día de luto.

El pianista fue director unos años, en vida de Jesús Gil, del Conservatorio de Música que lleva su nombre. No se tenía noticia de que padeciera una enfermedad grave, salvo que en los últimos meses le detectaron un cáncer en la mandíbula.

Gaditano en cuerpo y alma

Siempre se consideró gaditano en cuerpo y alma, de corazón, aunque naciera en Palma de Mallorca por obligaciones de su padre, militar, que tocaba la trompeta en una banda.

Felipe Campuzano López vino al mundo el 27 de noviembre de 1945. Tuvo una formación musical clásica. Vinculado a la Marina Española, al punto que entre sus composiciones sinfónicas figura una dedicada al buque-escuela Juan Sebastián Elcano (donde ahora es sabido hace sus prácticas la primogénita de los Reyes). Mantuvo amistad con don Juan de Borbón, con el que decía jugaba a veces partidas de parchís e intercambiaban anécdotas. A él asimismo le compuso otra partitura. Y otra más a don Juan Carlos. Esa era, digamos, la parte más culta de sus producciones musicales, aunque la que le produjo dinero y popularidad tenía como base el flamenco y sus derivados, rumbas, sevillanas y también coplas.

Fue autor de más de mil canciones con esas raíces populares, para La Paquera de Jerez, los hermanos Reyes, Los Marismeños, Gracia Montes, los Romeros de la Puebla, Manolo Escobar ("La minifalda"), Las Grecas ("Te estoy amando locamente"), Dolores Vargas ("Achilipú"), "Perlita de Huelva" ("Amigo conductor") y una larga lista de artistas del flamenco o el flamenco pop.

Y es que a muchas de sus composiciones de finales de los 60 y los 70 les insufló unos arreglos modernos, sobre todo en rumbas que resultaban muy pegadizas y eran programadas diariamente en las discotecas de esos años. Sus artistas favoritas fueron Lola Flores y Rocío Jurado, con quienes mantuvo una gran amistad.

Gran pianista

También él con su piano ofreció en público recitales excelentes. Como pianista seguía las huellas de un pionero de ese instrumento especializado en flamenco, Arturo Pavón, que era yerno de Manolo Caracol. Campuzano contaba que este maestro del cante lo prefería a él como acompañante en el escenario antes que a su pariente. Verdad o no, Felipe lo contaba así. En esas actuaciones en público, contó muchas veces con la colaboración de una gran bailaora, nieta de Pastora Imperio, Pastora Vega.

Con quien estaba casi hermanado era con Beni de Cádiz, singular personaje, cantaor puro y sobre todo dueño de una inigualable gracia gaditana, el que un día, en plena entrevista en televisión con Jesús Quintero, detuvo la conversación, diciéndole: "¿Puedo irme a mear?".

Su discografía contiene joyas como su incompleta "Andalucía espiritual", de la que se editaron los álbumes dedicados a Sevilla, Jaén y Cádiz. De ellos, destacaba el número "Las Salinas". Con el Beni grabó "Así es mi cante" y "La nueva expresión del flamenco". A destacar asimismo otro elepé de 1988, "Melodías inolvidables", donde seleccionó unas cuantas coplas históricas del repertorio de Quintero, León y Quiroga.

Un seductor nato

Fue Felipe Campuzano un seductor nato, del que recuerdo sus idilios con María José Cantudo, Rosa Valenty y Silvia Tortosa, entre otras conquistas, por lo común, con actrices o cantantes. Era en las décadas de los 70 y 80 habitual en las revistas rosas.

Se casó tres veces. La primera con una bailarina muy guapa, Carmen Escalado. Tenía él veintidós años cuando contrajo en 1967 su primer matrimonio. La pareja grabó un disco, Carmen y Campuzano. Padres de tres hijas, una de ellas la antes mentada Esperanza. Conocí a Felipe en esa época y recuerdo que me llevó a un colegio donde estudiaba una o alguna más de sus hijas. Y a todos los alumnos, niños y adolescentes, les dio una lección de musical. Esa faceta le encantaba.

Como Felipe era incansable con sus ligues, aquella pareja se rompió. En 1984 se casó por segunda vez con la actriz Lola del Páramo. La boda fue íntima, en una capital castellana, no recuerdo si Valladolid o Salamanca. El caso es que reunió al día siguiente en Madrid a sus amigos, entre los que contaba, para invitarnos a una fiesta-cena a la que acudimos alrededor de medio centenar de asistentes en la madrileña Casa de Campo. En una noche de perros, porque nevaba intensamente. Mereció la pena, no obstante por el buen humor que reinó en el ambiente, con invitados como Fernando, uno de los hijos de la Duquesa de Alba y personajes de la vida social y artística.

Aquella boda fue vista y no vista. Porque a los pocos meses Lola y Felipe se dijeron adiós. Ambos tenían un carácter fuerte, parece ser, y ya no se aguantaban, a lo que él contribuyó con sus habituales líos amorosos.

Marbella

Tras residir en Madrid unos años se afincó en Marbella. Era la época del gilismo y el pianista logró que el entonces líder político, alcalde de la ciudad y presidente del Atlético de Madrid le echara una mano. Allí sentó sus raíces Campuzano, se dedicó a dar clases en el Conservatorio y a actuar durante unos años, hasta que ya con el nuevo siglo se retiró.

Conoció a otra mujer, María del Puerto García, con quien se casó: ya era la tercera vez que lo hacía. Era el año 2014 y Felipe Campuzano contaba sesenta y ocho años. Una edad que chocaba con su carácter, habitualmente alegre y bohemio. Tuvo dos hijos, aunque no puedo precisar si fue con su última esposa. Cinco en total como progenitor. Tenía amistades masculinas y se contaban aventuras que él llevaba discretamente. Lo cierto es que en los últimos años, ese nombre importante del piano flamenco, músico sensacional en todas sus facetas y géneros, ya estaba olvidado. Quedan sus discos y para mí el recuerdo de un artista genial y un divertido amigo.

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