
El giro de la administración estadounidense respecto a Ucrania y Europa ha puesto sobre la mesa debates inimaginables hace unos meses. Alemania, que acaba de celebrar elecciones, está inmersa ahora en las negociaciones para una gran coalición liderada por el conservador Friedrich Merz y entre los acuerdos está la creación de un fondo extraordinario al margen del límite de deuda dedicado a infraestructuras y también a Defensa. Y entre las necesidades de unas fuerzas armadas que se beneficiarán de la inversión que va a crecer en todo el continente, está surgiendo en el debate la cuestión nuclear.
Hace unos días, el futuro canciller, Friedrich Merz, se refirió en una entrevista a la posibilidad de una alianza nuclear con los únicos países europeos que tienen armamento atómico en Europa: Reino Unido, con 225 cabezas nucleares, y Francia, con 290. Merz defendió que había que "reflexionar" sobre un paraguas nuclear común europeo. Este martes, el presidente francés, Emmanuel Macron, lanzó la propuesta en un discurso a la nación en el que se mostró partidario de extender la disuasión nuclear de Francia como única potencia de la UE con armamento nuclear sin que ello supusiera perder el control: "Nuestra disuasión nuclear nos protege, es francesa de principio a fin (...) He abierto el debate estratégico de la protección con la disuasión nuclear de nuestros aliados. La decisión última de su utilización estará siempre en manos del presidente de la República".
La apelación alemana a un paraguas europeo que ya ha suscitado las críticas del Kremlin responde a las dudas que el golpe de timón de Trump ha generado en torno a su acuerdo sobre el arsenal nuclear que Estados Unidos alberga en el país: entre 10 y 20 bombas atómicas B-61 que aviones alemanes podrían transportar si Estados Unidos dieran la orden de utilizarlas. La participación alemana en la custodia del material atómico, almacenado en la base aérea de Büchel, lleva décadas en marcha como parte de la estrategia de disuasión estadounidense y de protección de sus aliados europeos. Sin embargo, la deriva de la administración Trump ha hecho que el propio Merz recomendara en la citada entrevista "esperar lo mejor pero prepararse para lo peor" al referirse al futuro de la colaboración estadounidense, insistiendo en que por el momento el pacto permanece sin cambios.
La prensa plantea la posibilidad de una hipotética decisión de Trump de llevarse las bombas del continente europeo alertando de que sólo el armamento nuclear puede disuadir a Putin, y recuerda que el debate en torno a la la fiabilidad de EEUU en la disuasión nuclear ya se produjo hace unos meses, en la precampaña de las elecciones estadounidenses. Las quejas de Trump por la escasa inversión en defensa de sus socios de la OTAN llevaron a la candidata del SPD a las europeas, Katarina Barley, a señalar que el entonces candidato republicano era impredecible y a plantear que "en el camino hacia un Ejército europeo, podría plantearse" que estuviera dotado de arsenal nuclear propio.
Sus declaraciones tuvieron un importante eco: Barley recibió críticas de su propio partido y de la izquierda por "alimentar una escalada" pero otras formaciones como la CSU no vieron la propuesta disparatada: Manfred Weber defendió la "importancia de la disuasión" frente a Rusia, "y eso implica armamento nuclear", destacando que era necesario estrechar lazos con Francia y Reino Unido cuando el "papel de potencia protectora de EEUU está en entredicho". Ahora que las entonces proclamas de Trump son una realidad, Merz de momento no se pronuncia sobre un hipotético armamento propio: "Eso no está sobre la mesa", dijo en la citada entrevista.

