
El plan de rearme de la Unión Europea sigue adelante. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, ha diseñado una hoja de ruta que incluye el gasto de cerca de 800.000 millones de euros de aquí al año 2030, de los que 650.000 millones tendrían que ser aportados por cada uno de los países miembros y otros 150.000 millones serían parte de una bolsa europea que se financiará a través de créditos.
Una de las preocupaciones europeas es que buena parte de este dinero salga de Europa y no sirva para fortalecer la industria de Defensa del continente. No se puede hacer nada respecto al dinero que aporta cada uno de los países, pero sí con la bolsa de crédito europea. Bruselas limitará el porcentaje de la bolsa de 150.000 millones que podrá gastarse fuera de la UE. Se quiere que al menos el 65 por ciento de ese dinero no abandone el continente.
Del mismo modo, ese plan de rearme identifica las siete principales vulnerabilidades que de forma conjunta se han detectado en la defensa de Europa. Cada país debe invertir con su dinero en lo que considere oportuno, pero de esa bolsa comunitaria de 150.000 millones de euros se debe invertir en una buena parte en esas debilidades detectadas por la Unión Europea y que quedan reflejadas en el Libro Blanco del plan de rearme europeo.
La primera de esas debilidades a mejorar en la defensa aérea y el sistema antimisiles. La UE quiere que los países comunitarios inviertan en la creación de una defensa aérea y antimisiles integrada y multicapa, capaz de proteger al continente de todo el espectro de amenazas que puedan llegar por el espacio aéreo, entre las que incluye misiles de crucero, misiles balísticos, misiles hipersónicos, aeronaves y drones o sistema remotamente tripulados (RPAS o UAV).
Otra vulnerabilidad europea es la poca capacidad detectada en sistemas de artillería, que la invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto que siguen siendo totalmente necesarios. La UE quiere que los países se doten de sistemas de fuego avanzados que incluyen artillería moderna y sistemas de misiles de largo alcance diseñados para realizar ataques precisos y de largo alcance contra objetivos terrestres (ataque de precisión profunda).
Otro factor a mejorar son las municiones y misiles. Se quiere crear una reserva estratégica de municiones, misiles y componentes que permita resistir en escenarios bélicos de alta intensidad, además de crear una capacidad de producción industrial suficiente para que se garantice la reposición oportuna. En este punto se quiere trabajar desde el "Plan de Municiones 2.0" puesto en marcha por el Servicio Europeo de Acción Exterior.
Los drones y los sistemas antidrones son otra de las debilidades que aparecen en el Libro Blanco del rearme. La UE quiere que se desarrollen sistemas no tripulados (aéreos, terrestres, de superficie naval y submarinos) que se puedan controlar a distancio o, incluso, de forma autónoma utilizando software y sensores avanzados. Sistemas que se utilizarían para misiones de vigilancia, inteligencia, conocimiento de la situación, ataque, transporte…
Otra de las vulnerabilidades es la movilidad militar. Los expertos militares creen necesario la creación en toda la Unión Europea de una red de corredores terrestres, aeropuertos, puertos marítimos y elementos y servicios de apoyo, que facilitan el transporte rápido y sin fisuras de efectivos y equipos militares a través de todo el espacio comunitarios y los países socios, para aumentar la agilidad a la hora de movilizar recursos.
La sexta debilidad europea está relacionada con IA, cuántica, ciberguerra y guerra electrónica. La UE quiere sistemas electrónicos diseñados para tres cosas: a) proteger y garantizar el uso sin trabas del espectro electromagnético para las fuerzas y operaciones terrestres, aéreas, espaciales y navales; b) suprimir, perturbar y denegar el uso del espectro electromagnético por un adversario; y c) proteger la libertad de operar en el ciberespacio y garantizar el acceso sin trabas a las capacidades cibernéticas.
Considera que es necesario desarrollar capacidades cibernéticas defensivas y ofensivas para garantizar la protección y la libertad de maniobra en el ciberespacio. También insiste en la necesidad de desarrollar, junto con los Estados miembros, un plan de apoyo voluntario a las cibercapacidades ofensivas como disuasión creíble.
La UE encuentra una última vulnerabilidad, que es relativa a la necesidad de aumentar la disponibilidad de habilitadores estratégicos y proteger las infraestructuras críticas. Considera que se debe invertir más en transporte aéreo estratégico y aviones de reabastecimiento en vuelo, aeronaves de inteligencia y la vigilancia, en el conocimiento del dominio marítimo, el uso y la protección del espacio y otros activos de comunicaciones seguras y la infraestructura militar de combustible.

