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La Armada estudia construir el primer portaaviones convencional de su historia

Navantia ya ha recibido el encargo de analizar la posibilidad. El proceso de diseño y construcción podría durar una década.

Caza Harrier AV-8B en la cubierta de vuelo del Juan Carlos I de la Armada. | OTAN

La ambición de la Armada española ha dado un salto exponencial. Arropada por el aumento de la inversión en Defensa alentada por la OTAN y la Unión Europea, consecuencia del regreso de un conflicto de alta intensidad a Europa con la invasión rusa de Ucrania, quiere incrementar su capacidad de proyectar la fuerza más allá de nuestras fronteras, algo en lo que tener un ala embarcada tiene un papel determinante.

En la actualidad, son tan solo una docena de países los que cuentan con esta capacidad. Rusia, China, Estados Unidos y Francia cuentan con portaaviones convencionales, algunos incluso con propulsión nuclear. España, como Italia, Reino Unido, Turquía, Australia o Malasia cuentan con portaaeronaves, la versión pequeña, que sólo pueden operar cazas con capacidades de despegue corto y aterrizaje vertical (STVOL).

Pero la Armada quiere cambiar esto. El Estado Mayor de la Armada ha encargado un estudio al astillero público Navantia para abordar la posibilidad de construir el primer portaaviones convencional de la historia militar de España. Tanto el L-61 Juan Carlos I, actualmente en servicio, como sus antecesores, el R-11 Príncipe de Asturias (1988-2013) o el R-01 Dédalo (1973-1989), fueron portaaeronaves.

El reto es largo y complicado. Fuentes militares han explicado este miércoles que se estima que el nuevo proyecto se podría prolongar durante más de una década y que las dimensiones de la nueva embarcación podrían casi doblar a las del actual Juan Carlos I –pasando de 26.000 toneladas a unas 40.000 toneladas–. Además, se estima que tendría capacidad para embarcar unas 25-30 aeronaves.

Precisamente el de las aeronaves embarcadas es el gran problema al que se enfrenta ahora mismo la Armada. Los Harrier AV-8B están llegando al final de su vida operativa. España, de hecho, es el único país que los mantiene operativos, prolongando su servicio más años de lo previsto inicialmente, aunque también es verdad que se ha venido beneficiando de las piezas utilizables que han ido dejando los países que lo tenían en activo.

El resto de países occidentales que empleaban el Harrier (Estados Unidos, Reino Unido e Italia) se han pasado en los últimos años al F35B, la variante de despegue corto y aterrizaje vertical de la familia de cazas F35 de la estadounidense Lockheed Martin. Este caza es la única opción que hay actualmente en el mercado internacional, no hay más opciones, pero el Gobierno de España lo tiene a día de hoy vetado por cuestiones políticas.

Contando con un portaaviones convencional, las posibilidades para embarcar una escuadrilla de cazas aumenta exponencialmente. Podría apostar por la variante específica de la familia F35, que en este caso sería el F35C. O por otra opción estadounidense, el F-18 Super Hornet que están en servicio en algunos portaaviones estadounidenses. O lo que prefiere el Gobierno, ir a una opción europea que representaría el Dassault Rafale M de fabricación francesa.

Hay casos como el de Turquía, que fue expulsada del programa del caza F35 por Estados Unidos y que cuenta con dos buques gemelos al Juan Carlos I. El país, con una de las industrias de aviones remotamente tripulados más importante del mundo, está estudiando la posibilidad de armar su portaaeronaves con UCAV o drones de ataque. Una opción que podría barajar España para el Juan Carlos I y su gemelo, que quiere encargar la Armada.

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