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El Fenerbahce de Zeljko Obradovic, el temible rival del Real Madrid en la Final Four de la Euroliga

El equipo blanco se enfrenta al vigente finalista y anfitrión de la Final Four, que llega en un gran momento de forma.

Reprimenda de Zeljko Obradovic a Kostas Sloukas | Cordon Press

Hace algo más de un año, el 19 de abril, el Fenerbahce de Zeljko Obradovic certificaba en el Wizink Center su enorme superioridad ante el Real Madrid en el cruce de cuartos final de la Euroliga, que daba a los otomanos el billete para su segunda Final 4 en las mismas temporadas. Aquel fue un partido recordado especialmente por la actitud del público blanco que, lejos de reprochar a los de Laso su inferioridad, despidió con una importante ovación a su equipo tras el 63-75 que cerraba la serie. Fue algo así como un agradecimiento tardío de la afición a las alegrías que su equipo les venía ofreciendo, que parecían cortarse abruptamente aquel día que, sin embargo, no fue más que un hasta luego. Poco después, el Fenerbahce caía en una extrañísima final decidida en la prórroga ante el CSKA de Moscú, mientras los blancos veían el partido por televisión, guardando fuerzas para volver a meterse lo antes posible entre los cuatro mejores del Viejo Continente.

No tardarían en enfrentarse de nuevo ambas entidades, y aunque en este caso fuera en un ambiente más relajado, volvió a ser con un triunfo turco más claro de lo que indicó el marcador final. En el Trofeo de la Costa del Sol, y con el Madrid mermado por la ausencia de los internacionales españoles, otra vez los de Obradovic vencieron (87-90), siendo muy superiores durante muchos minutos. No en vano, maquillaría el equipo español un abultado marcador con un 17-0 en los dos últimos minutos. Parecía que con la nueva temporada, la diferencia entre ambos podía seguir siendo notable, por más que fuera un duelo de pretemporada.

Sin embargo, desde ese momento, y hasta que este viernes 19 de mayo comience a botar el balón en el magnífico Sinan Erdem Dome de Estambul en la semifinal del torneo continental, muchas cosas han pasado esta temporada. El Real Madrid llega a la Final 4 como el flamante líder de la liga regular, en la que los de Obradovic seguramente dejaron muchas más dudas de las deseadas para el equipo que, para buena parte de la crítica, era el gran favorito de la competición al inicio del curso. Hasta 12 derrotas, muy por encima de las previsibles, encajaron los turcos, por 18 triunfos, frente a un fantástico 23-7 de los de Laso. Y entre medias, sus dos enfrentamientos de rigor, con una victoria para cada uno en sendos duelos agónicos: 78-77 en la ida en el Fenerbahce Ulker Sports Arena, 61-56 en el reencuentro de ambos con el palacio de la calle Goya, tras remontada merengue.

Bobby Dixon, el timón del Fenerbahce. | Cordon Press

Así, la fase regular del Fenerbahce ha sido enormemente irregular, alternando momentos de ese equipo casi inabordable capaz de jugar de memoria con la sangre que inyecta Zeljko Obradovic en los ojos de los suyos, con momentos de zozobra poco explicables, como las derrotas en casa ante Unics o el decepcionante Maccabi, o el vapuleo sufrido en el Buesa Arena frente al Baskonia (86-52), aún en los albores de la competición. Entre las posibles causas de ello, amen del hecho de lo imprevisible que resultaba planificar una temporada con el nuevo formato de Euroliga, se pueden reseñar algunas lesiones importantes, principalmente de un Bogdan Bogdanovic que empieza a jugar como los ángeles cuando el físico le responde. Igualmente, el hecho de tener una plantilla algo más corta en rotaciones realmente de nivel que las de sus más directos rivales, toda vez que los turcos Hersek, Arna, Ugurlu y Duvierioglu de momento no aportan nivel real a la rotación, tampoco ayuda al Fenerbahce. Además, el fichaje del que fuera número 1 del draft, el canadiense Anthony Bennet, ha resultado hasta el momento más un fiasco que otra cosa, y de hecho ya ha sido dado de baja para la liga nacional.

Pero pese a todo ello, seguramente al Real Madrid le ha tocado bailar con la más fea en la semifinal. El ambiente, obviamente, será amarillo y azul, con menos de un centenar de aficionados blancos en las gradas. Más allá de eso, el momento de forma en que llegan los turcos al encuentro parece óptimo, tras aniquilar por la vía rápida en tres partidos, y pese a tener factor cancha en contra, al Panathinaikos en cuartos de final, con una descollante exhibición de Bogdanovic.

El equipo de Obradovic tiene todas las armas necesarias para triunfar, por lo que se avecina un partido de altísimo nivel frente al talentoso equipo merengue. El hambre de Bobby Dixon, un tipo curtido en el baloncesto, nacido bajo una escalera y criado en los suburbios de Chicago, marca el ritmo y el peligro exterior. Su teórico reserva, Kostas Sloukas, es uno de esos valores enormemente seguros en los minutos finales de un partido. Por más que su físico y su talento, a priori, no impresionen a nadie, es mejor no tener enfrente al ex del Olympiakos cuando más aprieta la tensión. El tercer base, Mahmutoglu, tiene su principal peligro en el lanzamiento exterior.

En los aleros, el talento infinito de Bogdan Bogdanovic hace que casi todo gire a su alrededor. Puntos de todos los colores procedentes de la factoría serbia llegan de las manos del de Belgrado, al que costó a los turcos retener el pasado verano por los cantos de sirena de la NBA, que volverán seguro con más fuerza en unas semanas. Su compatriota Nikola Kalinic aporta físico y nivel defensivo desde sus 202 centímetros. Sin ser un gran anotador exterior, por su potencia se ha ganado un puesto relevante en los esquemas de Obradovic y del seleccionador serbio, Sasha Djordjevic. Completa el juego exterior el sorprendente James Nunnally que, tras pasar con más pena que gloria por el Estudiantes en 2014, ha encajado como anillo al dedo para los de Obradovic, aportando intensidad y acierto desde el perímetro, y aportando también un toque físico de calidad.

Sergio Llull (derecha), ante James Nunnally. | Archivo

Sin embargo, quizá puede ser el juego interior lo más destacado de los otomanos. La formada por Ekpe Udoh y Jan Vesely bien podría ser la mejor pareja de pívots de Europa. El estadounidense aporta intimidación, rebote, juego de espaldas al aro, y contundencia cerca de él, más una visión de juego muy aceptable para un jugador grande. Por su parte, el imponente físico del checo hace que sus problemas en el lanzamiento de media y larga distancia se vean pulidos por su dominio de los aros, donde es un finalizador devastador capaz de jugar muy por encima del aro. En lo negativo, aún se recuerda su horrible rendimiento desde el tiro libre en la final del año pasado, que le costó caro a los suyos. Este año, no ha pasado del 54´3% desde el 4´60.

Finalmente, junto a la pareja interior, y en este baloncesto moderno tan necesitado de abrir el campo, dos pívots tiradores letales no le faltan a Obradovic en su ejército. La artillería en este sentido la aportan el talentoso Luigi Datome y el mucho más rudo Pero Antic, dos ex NBA encargados de, con su peligro desde el perímetro, mayor el del italiano, permitir que Udoh y Vesely marquen su ley en la zona. El macedonio, además, genera ese carácter competitivo necesario en cualquier equipo de alto nivel. El ex de los Hawks estará a buen seguro en cualquier momento en que el duelo se endurezca. Su aspecto de tipo duro no va alejado de lo que es en la cancha.

En definitiva, el rival del Real Madrid es un equipo de elite que alcanza la Final 4 seguramente en el mejor momento de la temporada. Si a ello unimos el hecho de jugar en casa, este Fenerbahce es doblemente temible. Y por si le faltaba algo, `Mister Euroliga´ está sentando en el banquillo. La tarea para los de Laso, en todo caso sobradamente capacitados para colarse en la final, será de aúpa.

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