
España aterriza en el Eurobasket 2025 con el cartel de vigente campeona continental, pero hundida en las quinielas. El propio ranking de la FIBA la coloca en la décima posición entre los aspirantes, muy lejos de potencias como Serbia, Alemania o Francia. "España ha perdido mucho potencial en los últimos años. Ahora solo hay un jugador NBA en el equipo, Santi Aldama", explica el director de Tirando a fallar José Manuel Puertas que recuerda que el contraste con la época de Navarro, Ricky Rubio o los hermanos Gasol es evidente.
Los dos últimos torneos disputados por la selección, el Mundial 2023 y los Juegos Olímpicos 2024, pesan en la valoración de la FIBA. En el primero, España no consiguió pasar de octavos de final y en los JJOO no avanzó de la fase de grupos. Cabe recordar que en 2022, después ganar el Eurobasket, llegó a ser número uno del mundo por delante de Estados Unidos, aunque "ahora mismo es implanteable", reconoce el experto en baloncesto.
La unión hace la fuerza
La falta de estrellas, las bajas acumuladas y una pobre preparación —cinco derrotas en seis amistosos— acompañan a ese reconocimiento inferior. Aun así, la selección de Sergio Scariolo conserva un intangible que la distingue: "Siempre ha sido más equipo que los demás. Sin individualidades tan brillantes, pero con un bloque que marca la diferencia. Así ganó en 2022, partiendo de un escenario parecido", asegura José Manuel.
El seleccionador, en su despedida al frente del banquillo, puede usar ese papel de "no favoritos" como estímulo. "Scariolo probablemente ya les ha enseñado esa tabla para motivarles. Esa etiqueta les quita presión y se la traslada a otros como Serbia", apunta el analista, pero manteniendo una idea: "La cancha dicta sentencia".
La juventud en los bases
El reto competitivo, sin embargo, es mayúsculo. España arranca ante Georgia y Bosnia, dos duelos que marcarán su futuro inmediato antes de medirse a Grecia e Italia. "Necesitan empezar bien. En ataque tienen menos talento que otras selecciones, así que la clave es ser un equipo sólido y coral", señala el experto, que subraya la necesidad de que Aldama, Brizuela y los hermanos Hernangómez asuman galones ofensivos: "Si estos cuatro no rinden muy bien en ataque, va a ser muy difícil".
La gran incógnita pasa por la dirección del juego. Con las bajas de Lorenzo Brown y Alberto Díaz, la batuta queda en manos de dos bases de apenas 19 años: Sergio de Larrea y Mario Saint-Supéry. "Es una oportunidad enorme para ellos, aunque asumir tanta responsabilidad tan pronto puede ser un riesgo. Si logran crecer en este torneo, el aprendizaje será valiosísimo para el futuro de la selección", concluye.
España afronta así un Eurobasket marcado por el relevo generacional, la falta de estrellas y el desafío de reinventarse. Desde 1999, España ha subido al podio en diez ocasiones – cuatro otros, tres platas y tres bronces –, siendo en 2005 la única vez que se ausentó. Con menos talento que sus rivales, pero con el bloque como bandera, el equipo buscará repetir la gesta de 2022: desafiar a los pronósticos y volver a estar entre los grandes.


