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Champions League

El instinto y la frialdad de Lunin y el enorme arrojo de Rüdiger, las claves de la épica victoria del Madrid

Lunin, especialista en el arte de los penaltis, y Rüdiger fueron dos de las claves del increíble triunfo del Madrid en Manchester.

Lunin, especialista en el arte de los penaltis, y Rüdiger fueron dos de las claves del increíble triunfo del Madrid en Manchester.
Lunin, el héroe sin capa | EFE

Andriy Lunin es un tipo peculiar, como casi el 100% de los porteros. Siempre se ha dicho que los guardametas tienen un toque en la cabeza. Es una posición especial y en el carácter también se nota.

El ucraniano apareció en la eliminatoria contra el City como uno de los jugadores señalados en rojo. El Madrid afrontaba la eliminatoria ante el actual campeón de Europa sin el mejor portero del mundo -Courtois- y muchas miradas estaban puestas en Andriy.

Su inicio en los cuartos de final no pudo ser peor. Al minuto de juego, una falta lejana se convirtió en el primer gol de la eliminatoria. Bernardo Silva aprovechó que Vinicius dio dos pasos a su izquierda cuando Lunin ya le había colocado como barrera para tapar el palo corto y el luso la clavó en la jaula. El ucraniano se estiró pero puso la mano algo blanda y se comió el tanto. Un gol que podía pesarle mucho en el resto de la eliminatoria. Nada más lejos de la realidad. Se creció y ayudó mucho al Madrid en el inicio de la jugada para escapar de la presión del City.

En el partido de vuelta, compensó con creces su fallo. Lunin fue un muro infranqueable para el equipo de Guardiola. Solo De Bruyne, a placer, consiguió batirle.

Sereno, tranquilo, nervios de acero y con una mirada que transmitía mucha tranquilidad, su momento se cocía a fuego lento. Llegó la tanda de penaltis y Lunin demostró su intuición. Es un especialista, no en vano acredita un extraordinario porcentaje de paradas en los cara a cara con los delanteros desde los once metros. Detiene el 36,4% de los lanzamientos desde el punto de penalti que van entre los tres palos de su portería. Ha detenido 8 de los 22 que le habían tirado.

Antes de comenzar la tanda, Lunin junto a Luis Llopis, el preparador de porteros, prepararon la estrategia. Consideraban que tres de los cinco lanzadores del City podían tirar al medio uno de los penaltis. Era una posibilidad. El ucraniano podría quedarse en el centro en uno de los lanzamientos. Debía intuirlo, elegir y apostar. Lunin lo clavó. Con el equipo de Guardiola ganando 1-0 en la tanda tras el fallo de Modric. El segundo del City era un penalti clave. Lunin hizo la estatua y clavó su predicción. Bernardo Silva eligió tirar al medio y el ucraniano daba vida al Madrid.

Rüdiger, el otro héroe de la tanda

No estaba entre los elegidos Don Antonio en el plan inicial para lanzar uno de los penaltis. Pero hubo dos posibles lanzadores que decidieron borrarse. Fede Valverde, elegido para tirar el quinto, estaba exhausto y pidió no lanzar. Militao, compañero de Ederson en la selección brasileña, también prefirió dar un paso al lado.

Fue cuando Davide, hijo y segundo entrenador de Carlo Ancelotti y el hombre que decidió los lanzadores, pensó en Rüdiger. El alemán, como bien dijo Davide "tiene unos huevos enormes". No solo lanzó y convirtió el penalti definitivo, el quinto, también le marcó a Lunin el lado donde lanzaría Kovacic, compañero suyo en el Chelsea.

Tras marcar Rüdiger, se desató la locura. Todos los jugadores explotaron de alegría. ¿Todos? No, fíjense en la reacción de Lunin.

Su frialdad y su calma, dos de las claves que dieron el pase al Madrid en la tanda de penaltis junto a su intuición, continuaron en la celebración merengue en el vestuario. Mientras todos sus compañeros celebraban el pase con bailes, música y muchos abrazos, el portero ucraniano llegó a su asiento, habló con su familia con el móvil, se duchó y se fue por la zona mixta como si la historia no fuese con él.

La pasta especial con la que moldean a los venditos locos guardametas elevada a la máxima expresión con el héroe del Madrid en Manchester. Así es Lunin, un tipo que se casó en chándal. No traten de entenderlo, solo admírenlo.

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