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El penúltimo raulista vivo

Apolo XIII

Reconozco que me habría gustado dedicarle mi artículo de hoy al señor Roger Federer, y quizás lo haga mañana o al otro, pero lo de descifrar el mecanismo de la prostitución intelectual terminal (llamémosle PIT a partir del día de la fecha), virus contagiosísimo del que ahora parecen haber enfermado algunos jugadores del Barcelona, me va a llevar más tiempo del que yo, ingénuo de mí, creía que sería absolutamente necesario. Lo primero que diré es que, del mismo modo que ningún futbolista del Real Madrid dijo jamás de sí mismo que fuera un "galáctico", una desafortunadísima expresión surgida de la imaginación de Alfredo Relaño, tampoco nadie del club madridista ha dicho en esta ocasión que la Liga esté en el bote o que la distancia de 6 puntos con respecto al vigente campeón sea insalvable.

No he oído a ningún futbolista del Real Madrid expresarse en ese sentido, ni tampoco a Florentino Pérez ni a ninguno de sus directivos. Por no oír, ni siquiera he oído a José Mourinho decir algo semejante. El silencio es absoluto y el respeto cuasi religioso, como si los profesionales del club blanco fueran a orar más que a jugar. Tampoco nadie ha hablado de los records, algunos de los cuales duraban más de 80 años, que este equipo está haciendo añicos uno detrás de otro. Curiosamente el único que se ha referido a los cohetes que se están lanzando desde Madrid o a que los campeonatos no se ganan en noviembre ha sido un futbolista culé, el brasileño Alves. Otro, Villa, que el pobre no está atravesando por su mejor momento profesional, ha dicho que en el estadio Santiago Bernabéu pueden ganar tranquilamente.

Ahí va mi teoría. Yo creo que al Fútbol Club Barcelona le ha ido muy bien eso de ir fomentando por ahí que mientras ellos son unos ángeles humildes y que no se meten con nadie, en el Real Madrid son unos demonios que se comen a los niños crudos. En Barcelona necesitan un Real Madrid prepotente, un Real Madrid imperial que ficha a base de talonario en oposición al modelo de La Masía, un Real Madrid trasnochado al que defiende un grupo de periodistas cavernarios y casposos, muchos de ellos pertenecientes a la derecha franquista ultramontana, que forman un cuerpo de élite, la denominada Central Lechera, que escribe u opina al dictado de Florentino, el rey del pelotazo, mientras que por el humilde Barcelona da la cara un colectivo de intelectuales independientes, gente instruida y que lee a Baudelaire y escucha a Bach mientras saborea un Talisker 18, una generación heredera de Unamuno, Benavente, Ganivet y los Machado.

La verdad es que el falsario modelo culé desprende un tufo que te tira de espaldas. Aquí, en Madrid, querido Alves, nadie ha lanzado cohetes ni se ha referido a los 6 puntos que a ti tanto te escuecen. Es más, me jugaría contigo pajaros blancos contra corderos culés a que no oirás a jugadores, directivos o entrenadores merengues sacar pecho por ello. Sí es cierto, y eso no te lo puedo negar, que a quien suscribe le sorprende la brecha abierta por el Real con respecto al mejor equipo de fútbol de la historia; es, eso sí es verdad, una distancia inesperada, un regalo anticipado de Navidad. Pero en la ciudad que más Copas de Europa ha recibido no se celebran los títulos (díselo a Lorenzo Sanz) y mucho menos los puntos (pregúntaselo a Pellegrini). El único cohete que conozco es el Apolo XIII que tú lanzaste en su día desde la sucursal de Cabo Cañaveral en Sevilla para que Florentino te sacase de allí como fuera. No pudo ser. Y lamento decirte que ya no será.

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