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El penúltimo raulista vivo

Bordado de Lagartera

Bajo el expresivo titular de Lo ha bordado, el periodista Juan Mora firmaba hace poco en el diario As un durísimo artículo en el que analizaba con una inusitada fiereza, muy similar a la del famosísimo Yo acuso de Émile Zola, la gestión de Jaime Lissavetzky como secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte. Sirva decir que, para el estimado colega del grupo PRISA, Lissavetzky ya era un buen presidente del Consejo Superior de Deportes antes incluso de llegar a serlo, desde 1974, año en el que decidiera a afiliarse al Partido Socialista Obrero Español. Falta por conocer, eso sí, la clase exacta de bordado que, según el inmisericorde analista, ha instaurado don Jaime en el deporte patrio, si ha sido el típico bordado español, el de Lagartera, o finalmente ha optado por el punto de cadeneta, sencillo a la par que discreto.

Las dos leyes por las que tan satisfechos se encuentran los palmeros de Lissavetzky son la Ley contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte y la Ley Orgánica de Protección de la Salud y de Lucha contra el Dopaje. El objetivo fundamental de la primera es luchar para que se trate a todos los deportistas por igual, independientemente de la raza, y el de la segunda es combatir la desigualdad ilícita obtenida a través de la administración de fármacos o estimulantes con objeto de potenciar artificialmente el rendimiento del organismo con fines competitivos. Si se dan ustedes cuenta, las dos leyes puestas en marcha por Lissavetzky luchan por la igualdad, pero es que el actual secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte está moralmente incapacitado para hablarnos de la igualdad.

En el artículo 14 de la Constitución puede leerse lo siguiente: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Pero Lissavetzky acaba de discriminarnos al resto con respecto a Angel María Villar por una circunstancia personal y social muy clara: es amiguete de Joseph Blatter. El pasado 5 de marzo, Lissavetzky decía lo siguiente: "Las elecciones tendrán que realizarse según la legislación deportiva española, seas fútbol o seas bolos". Ayer, el Consejo Superior de Deportes que preside este caballero decidió admitir el aplazamiento de la celebración de elecciones de la Real Federación Española al último trimestre del año tras recibir el informe favorable que aprobó por unanimidad la Junta de Garantías Electorales. ¿Cómo vamos a creernos las leyes puestas en marcha por Lissavetzky para luchar contra la desigualdad si él, porque un relojero suizo le mete miedo, discrimina a los ciudadanos españoles de la Federación con respecto al resto? ¿Bordado dices?... Sí, sí, pero de Lagartera. O de Richelieu. O de macramé.

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