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El penúltimo raulista vivo

Corría el minuto 89

Corría el minuto 89 de un partido importante de la Champions League, pero resuelto definitivamente desde mucho antes, justo cuando nuestro protagonista remató certeramente de cabeza a la red un buen pase de Robinho, batiendo por segunda vez al abuelete Ballotta, y el futbolista en cuestión seguía corriendo como si le fuera en ello la vida, acechando, molestando, inquietando. El silencioso Julio Baptista, un jugador que se dejó olvidada la aparatosidad brasileira en Río, había marcado el primero, y el segundo, como dije antes, sentenció el partido. El Lazio no era ni por asomo aquel magnífico equipo construido a golpe de talonario tiempo atrás por el industrial Sergio Cragnotti, y los italianos tenían tantas posibilidades de remontar aquello como tengo yo de quedar este sábado por la noche con la espectacular Carmen Electra, pero Raúl, que, como ustedes habrán podido suponer es de quien hablo, seguía barriendo para casa, batallando sólo contra la defensa rival.

¿Qué pretendía Raúl, marcar el cuarto? ¿Y qué diferencia habría entre ganar por 2 o hacerlo por 3 goles de diferencia? Absolutamente nadie podría haberle reprochado que se tomara un pequeño respiro en el descansillo de la banda del estadio Santiago Bernabéu, ni que, a falta de sesenta segundos para el final, hubiera recogido los trastos de matar pensando ya en el próximo partido liguero, pero sin embargo Raúl seguía corriendo. Ayer lo hizo en compañía de otros, aunque en muchas ocasiones, cuando el equipo estaba muy mal y él no estaba nada bien, seguía haciéndolo rematadamente sólo. Podrá pensarse que existe cierto aire exhibicionista en la actitud de Raúl, como sucede con esos cachas de gimnasio que se dedican a pasearse por la playa sacando musculitos; he llegado a oír incluso que busca la ovación fácil, pero yo creo sin embargo que pretende arrancar el más difícil de los aplausos. No resulta nada sencillo conquistar el corazón de una afición que ha visto pasar a Di Stéfano, Gento, Puskas, Rial, Santamaría, Pirri, Juanito, Santillana, Sanchis, Hugo Sánchez, Michel o Butragueño.

Raúl González Blanco, que sigue extrañándose cuando le preguntan por qué se cuida tanto, como si entre todos quisiéramos verle convertido en "Cassano segunda parte", que continúa creyendo a pies juntillas que jugará la Eurocopa de 2008 y que niega haber tenido ningún problema con Luis y lo achaca todo a la gente que malmete, es, tal y como él mismo le dijo anoche a José Antonio Abellán en El Tirachinas, un jugador de club, eso es lo que mejor le define. Lleva marcados 59 goles en la Champions, y subiendo. No afloja y está mejor que nunca. Le gusta el fútbol, aunque haya un montón de futbolistas que los domingos quiten adrede la tele y no se den por enterados e incluso presuman de ello, y constituye un problema cada día más gordo para aquellos que no le quieren ver ni en pintura y que hablan de él en pasado. Sigo preguntándome qué haría ayer, en los "minutos de la basura", corriendo como Orzowei por la selva africana. Nunca dejará de sorprenderme este chaval.

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