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El penúltimo raulista vivo

De sándwiches y modernos trovadores

Entre el Barcelona y el Sevilla le están haciendo un sándwich al Real Madrid. Al Barcelona de Frank Rijkaard le gusta el jogo bonito, y además tiene futbolistas que pueden interpretarlo sobre el campo. Ese debería ser, a mi modo de entender, el estilo del Real; pero el fútbol-espectáculo está hoy indefectiblemente instalado en el Nou Camp y, como sucediera con aquel famoso anuncio de las pilas alcalinas, parece que va a durar, y durar, y durar durante mucho tiempo más todavía. Por su parte, el Sevilla traslada tan acertadamente al césped la filosofía que el entrenador italiano pretende inculcar en el Madrid que a uno le entran unas ganas enormes de preguntarle a Juande si su segundo apellido no será realmente Capello en lugar del consabido Ramos con el que aparece retratado en todas las guías de fútbol. Como le sucede a Rijkaard en el Barça, Juande tiene también futbolistas adecuados para esa clase de juego. Ya se encargó Monchi de suministrárselos.

Por ahí dicen que el estilo de Capello triunfó en Mestalla debido a que el Madrid ganó al Valencia por 1-0. Y, dejando a un lado el excesivo enjabonamiento de los modernos herederos del trovador Estebanillo de Sopetrán, de quien Rafael Marín asegura que, tras cruzar el cerco moro de Valencia, devolvió la vida a El Cid, ya muerto, para que Rodrigo Díaz de Vivar pudiera librar su última batalla, diremos que no, que si algo no triunfó en Mestalla fue justamente el estilo futbolístico que suele preconizar Capello, a quien no gusta que lleguen demasiadas veces con peligro a su propia portería. El Valencia, sin Villa y sin Morientes, sus dos 007, llegó, vaya si llegó. Y el Madrid, según confesó el mismísimo Fabio Capello al final del partido, tuvo mucha fortuna. Y cito textualmente al entrenador merengue para no equivocarme: "El Real Madrid ha tenido suerte y el resultado no ha sido justo para el rival. El Valencia ha tenido oportunidades para hacer gol y me ha gustado mucho como equipo". Ya ven que se puede ser incluso más "capellista" que el propio Fabio Capello.

Una cosa sí es cierta, y es que el Real Madrid está solucionando a base de puntos su trastorno de doble personalidad futbolística: querría parecerse al Barça, pero no puede; le gustaría imitar al Sevilla, pero no le llega. Y en medio de ese sándwich, mal que bien, de aquella manera, va sacando sus partidos adelante y manteniéndose arriba. Es esa, por cierto, la mejor manera posible de cerrar la boca de los críticos y, en época de abundantes setas y no menos suculentas trufas, que surjan, cual inmensos hongos, los Estebanillos de turno del moderno Mester de Juglaría periodístico. Conmigo que no cuenten para el orfeón porque ese día tengo cita con el dentista.

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