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El penúltimo raulista vivo

El hombre bala

Hace un rato pasé por delante de un cartel del famoso Circo Americano. Como actuación estelar anunciaban la de John Taylor, más conocido como el hombre bala. La fotografía de Taylor nos muestra a un caballero feliz y dichoso, seguro de sí mismo, munición humana entrenada para divertir a niños que no quieren ver la tele. Cuando el hombre bala sale disparado hacia el cielo, todos, pequeños y grandes, miran hacia arriba con la intención de comprobar dónde aterriza y si, cuando toca el suelo, está en condiciones de ponerse nuevamente en pie. Pero Taylor es un profesional muy concienzudo que sabe bien lo que se trae entre manos. Lleva tanto tiempo siendo disparado que lo suyo ha acabado por convertirse en una pura rutina: le lanzan, cae ileso, saluda, se cambia en el vestuario y luego recoge a la mujer barbuda para irse por ahí a cenar cuando acabe la función. Mañana será otro día.

En Barcelona está pasando más o menos lo mismo con Edmilson: todos miran hacia arriba para ver dónde aterriza. Hay quien le ha visto sobrevolando la zona de Sant Cugat del Vallés, pero la mayoría insiste en que caerá por Ripollet. Mataró se paga dos a uno en las apuestas. Edmilson, que debe tener ahora mismo dentro de ese vestuario un peso parecido al de un paragüero, ha dicho que en el Barcelona hay ovejas negras, negándose a continuación a facilitar nombre, apellidos, dirección o razón social de los teóricos muflones, salvo en el caso de Ronaldinho, convertido en los últimos meses en objeto de mofa y escarnio por parte del propio barcelonismo. Esta nueva crisis ha pillado otra vez desprevenido a Joan Laporta, concentrado en potenciar a los Países Catalanes y obsesionado con crear una República Independiente del Fútbol Club Barcelona.

Ha empezado a circular la teoría de que Edmilson, que es un largón de los que hacen época, podría estar siendo manejado desde la sombra cual guiñol para airear en representación de otros la ropa sucia del vestuario. ¿Para quién? ¿Quizás para algún futuro candidato a la presidencia del club? Esta teoría de la conspiración cobra más fuerza aún si tenemos en cuenta que todo el mundo dice conocer qué pasa ahí dentro, pero sin embargo nadie parece querer solucionarlo. Edmilson, que está lesionado y que es perfectamente prescindible, sería empleado así como tonto útil por un sector de la directiva que pretende dejar en evidencia a Laporta: habría empezado la campaña electoral. Mientras tanto, en el vestuario han repartido cien papeletas para jugar al hombre bala, y Edmilson tiene ciento una. Pero éste no es como Johny Taylor y dudo mucho que vuelva a levantarse después de la patada voladora. Puede que incluso la mujer barbuda le deje compuesto y sin novia.

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