Acerca de la necesidad de la creación de un Ministerio del Deporte habrá, como por otro lado hay con todo, opiniones a favor y opiniones en contra. Según he leído, el presidente de la Federación de Vela, por ejemplo, defiende la idea que tuvo el capitán de Copa Davis bajo el argumento de que así se reconocería "la importancia del deporte en la sociedad moderna", pero, tal y como yo lo veo, para eso no hace falta un Ministerio, y menos aún en tiempos de crisis, puesto que todo el mundo mínimamente informado reconoce ya la trascendencia del fenómeno deportivo sin necesidad de que elevemos a Jaime Lissavetzky los altares del Consejo de Ministros. Jorge Carretero, portavoz de la junta directiva de la Federación Española de Fútbol de Villar, se moja menos si cabe que Gerardo Pombo y añade que "todo lo que sea por el bien del deporte español siempre servirá para mejorar", lo que es tanto como afirmar justo todo lo contrario: todo lo que sea por el mal del deporte español siempre servirá para empeorar... ¿Y?...
Lo que debemos preguntarnos es de qué forma beneficiaría al deporte de base la creación del Ministerio del Deporte sugerida por Emilio Sánchez puesto que con Alonso, Nadal y Gasol ya llegan tarde. En todo caso, un Ministerio del Deporte tendría que servir, y en eso sí comparto plenamente la idea de Francisco Antonio González, portavoz de deportes del Partido Popular, para fabricar nuevos Pedrosas, por poner un caso, y eso sólo se logra con mejores instalaciones, un acceso más fácil a las mismas y, por supuesto, con una mayor dotación económica. ¿De dónde va a quitar dinero Zapatero para inyectarlo en el Ministerio de Vicario? ¿Se lo va a quitar a Justicia? ¿A Vivienda? ¿Se lo va a quitar a Bibiana Aído, la de las miembras? ¿De dónde lo va a sacar?... Otra cosa es que el futuro Ministerio sea un nuevo brindis al sol. Sí parece significativa sin embargo la aportación que al respecto realiza el secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte, que sería, probablemente junto al mayor de la saga Sánchez Vicario que para algo fue quien parió la idea, el mejor situado para ocupar un lugar a la diestra de Rubalcaba y a la siniestra de Bermejo. Dice Lissavetzky lo siguiente: "Permitirá un gran avance en la proyección del deporte español".
¿Acaso necesita un ministro Alonso para proyectarse más aún fuera de España? ¿Subiría don Jaime el Tourmalet con Contador? ¿Ficharía Gasol por un equipo más potente que el estadounidense de los Lakers en caso de tener un Ministerio? La idea no es buena, y menos aún en este preciso momento cuando, quien más y quien menos, anda luchando para llegar a final de mes. Suena a política de distracción. Huele a mentirijilla. Canta un rato largo. Pero si la idea es mala, el método por el cual Z.P. parece haber llegado a la conclusión de que tiene que poner en marcha un Ministerio del Deporte es digna de Julius, Leonard, Alfred y Milton, más conocidos como los hermanos Marx. El presidente del Gobierno recibe en el Palacio de La Moncloa a los ganadores de la Copa Davis y, a propuesta de su capitán, recoge el guante y anuncia que sí, que en la próxima remodelación habrá un Ministerio para la cosa deportiva. Digo yo lo siguiente: si en vez de haber sido el equipo de Copa Davis el recibido y Sánchez el conferenciante, hubiera sido la Asociación Nacional de Apicultores la visitante de tan ilustre morada, ¿habría creado Zapatero un Ministerio de la Abeja?... Miedo me da la respuesta.