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El penúltimo raulista vivo

El Rey no es un pez

Por primera vez en los últimos quince años, el Rey de España no acudirá a una final de la Champions en la que intervenga al menos un equipo de la Liga española. Antes de asistir a la humillante y vergonzante final de Copa entre Barcelona y Athletic Club, Felipe VI estuvo por ejemplo en la final de la Euroliga de baloncesto que acabó con La Novena en las vitrinas del Real Madrid. Y yo creo que, ahora sí, el periobarcelonismo tiene motivos suficientes para interpretar este gesto del Rey como una respuesta al akelarre antiespañol organizado en el Camp Nou; una respuesta, todo sea dicho de paso, demasiado diplomática puesto que lo suyo habría sido abandonar ipso facto el palco en cuanto empezaron a sonar los primeros pitos hacia el himno nacional, pero respuesta al fin y al cabo. La Casa Real advierte así que no le gustó en absoluto lo del sábado y que, a diferencia de Juan Carlos I, Felipe VI no va a poner la otra mejilla. Bien por el Rey.

Este, el de su profundo antiespañolismo institucional, es otro motivo para que el encuentro de esta noche entre la Juventus y el Barcelona sea percibido por muchísimos españoles como un partido de fútbol entre dos equipos europeos... y ya está. Cada día hay más aficionados, e incluyo por supuesto a muchos seguidores culés de toda la vida, que no comprenden en absoluto la filosofía del club catalán, al plato del independentismo y a las tajadas de la Liga de una nación a la que parecen odiar. Lo veo todos los días: esa actitud profundamente hipócrita por parte del nacionalismo (Xavi o Guardiola jugando para la selección y ejerciendo después como apostoles del separatismo) empieza a espantar a muchos seguidores del Barça que son incapaces de disociar el amor a unos colores deportivos del profundo asco que les produce ese ataque hacia todo lo español.

A mí me exigen constantemente ecuanimidad a la hora de enjuiciar al Barça, objetividad para analizar sus partidos abstrayéndome, por ejemplo, de los pitos al himno nacional español y las vejaciones hacia mi Rey y los insultos a la bandera de España. Y es cierto que soy periodista deportivo... pero no soy un pez. Hay colegas de profesión que no entienden que no sea capaz de distinguir el fútbol de "la política"; yo, en cambio, no consigo comprender que ellos no sean capaces de diferenciar (por comodidad o por simple cobardía) entre lo importante y lo accesorio. Un gol es accesorio, el insulto a un Rey de España no lo es. Un regate de Messi (o, ya puestos, uno de Cristiano) es accesorio, la ofensa a una bandera no lo es. Una Copa de Europa es accesoria, los gritos de odio contra el himno nacional no lo son. Yo no soy un pez y, al parecer, Felipe VI tampoco. Lo repito: bien por el Rey.

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