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El penúltimo raulista vivo

Las amistades peligrosas

Pongamos que sea cierto lo que dice Roberto Palomar y es verdad que José Mourinho quiere entrenar al Real Madrid y dirigir Marca, Onda Cero... Exactamente el mismo criterio, el mismo, podría aplicársenos perfectamente a los periodistas deportivos: nosotros también queremos informar y opinar en nuestros respectivos medios y, al mismo tiempo, pontificar acerca de decisiones técnicas. Yo creo que todo el mundo, y más aún en una democracia constitucional como la nuestra, debe tener el derecho a la réplica y, en lo tocante a la materia estrictamente futbolística, de verdad que no soy capaz de encontrar ni un sólo argumento, ni uno, a favor de que Mourinho, que es el mejor entrenador del mundo, deba aguantar con la cabeza gacha y las manitas a la espalda a que todas las mañanas le crujan porque sí y sin poder incorporarse al debate sobre algo que él maneja infinitamente mejor que nosotros. ¿Por qué?...

Últimamente los periodistas no opinamos sino que publicamos sentencias y, mal acostumbrados a que el reo las reciba en silencio, cuando uno se rebela nos sorprende un montón y entonces convertimos el hecho en noticiable cuando no debería serlo. Hace muchos años que José Damián González me dijo que no era conveniente tener amigos en el mundo del fútbol porque eso te imposibilitaba a la hora de ejercer una crítica objetiva, y eso fue precisamente lo que sucedió ayer por la tarde en la sala de prensa cuando Mourinho le pegó un tantarantán importante a Fernando Burgos. Para que no haya dudas me pondré yo mismo como ejemplo: yo soy incapaz de criticar con objetividad al actual entrenador del Murcia porque resulta que es amigo personal mío; me alegro mucho de ser amigo de Onésimo y no canjearía su amistad por nada del mundo pero si mañana me encargaran que hiciera las crónicas de los partidos del Murcia lo más sensato por mi parte sería considerarme no apto para la tarea.

Que conste en acta que la hemeroteca nos mata a todos. A todos. También a Mourinho. Y por supuesto a mí. Pero a Mou le ha explotado (o, por mejor decir, le han explotado) artificialmente un paquete bomba en vísperas de un partido de Champions transcendental, y él ha tratado de desactivarlo como buenamente ha podido. Decía Oscar Wilde que la mejor forma de evitar la tentación era cayendo en ella: Mourinho cayó ayer en la tentación de desmontar un debate que viene clarísimamente de nalgas, un debate impuro, falsario y nada objetivo. Es como lo que ayer dijo de repente vía twitter Tomás Roncero: "Mourinho tiene contrato hasta 2016 pero tiene que decir que va a seguir". Es un déjà vu clarísimo porque eso mismo se dijo de Mourinho en 2011 y en 2012. Yo le dije al bueno de Tomás lo siguiente: "¿Cuándo vas a confirmar tú que sigues en el As?"... Ingenuo de mí esperé una respuesta cuando simplemente no la hay: Roncero no dirá que él va a seguir en el As porque tiene contrato en vigor y no es necesario... como pasa con Mourinho y el Real Madrid.

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