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El penúltimo raulista vivo

Paracas por el Valencia S.A.

Yo creo que el pasillo que ayer prometió Llorente que le haría a Soriano en el caso de que éste apareciese por el club con un aval bancario en condiciones, a quien habría que hacérselo en realidad es a la afición del Valencia. Un pasillo y, ya puestos, la ola habría que hacerles a los socios y aficionados valencianistas que, supongo, asisten absortos y sin poder hacer nada a la desintegración piedra a piedra de su club, el cuarto grande de España por títulos y por historia. Habitualmente hablamos de la fidelidad de los aficionados atléticos, pero es que los valencianistas no se quedan atrás. Porque la cuestión viene de largo. Anteayer eran Francisco Roig y Pedro Cortés quienes litigaban, ayer Cortés y Jaime Ortí, el de la peluca de colores, hace un rato fueron los "Juanes", Soler y Villalonga, y hoy son Vicente Soriano y Manuel Llorente. Unos por otros, la casa sin barrer, las parcelas sin vender y la plantilla sin saber a qué carta atenerse.

Hace tres años, con motivo de las elecciones a la presidencia del Real Madrid más esperpénticas de la historia universal de las elecciones a la presidencia de cualquier cosa, tuve el placer de preguntarles a la cara a Lorenzo Sanz, Arturo Baldasano y Ramón Calderón, tres de los cinco candidatos, si no les daba vergüenza todo lo que estaba pasando; dos dijeron que sí, que se les caía la cara de vergüenza, y el tercero, quien a la postre se haría con el sillón presidencial, permaneció en silencio como si la cosa no fuera con él... ¡y vaya que si iba con él!... Entonces hubo voces que se alzaron para decir de nuevo que la solución del Madrid estaba en la conversión del club en Sociedad Anónima Deportiva: nada más lejos de la realidad, y buena prueba de ello es el espectáculo al que estamos asistiendo y que tiene como protagonista pasivo al Valencia S.A.

El pasillo se lo haría yo a quien llegara al Valencia con el ánimo de trabajar desinteresadamente y por el bien del club. El diagnóstico de lo que está pasando no es nuevo, yo creo que aparece ya en el papiro Ebers, escrito 1.500 años antes de nuestra era: exceso de paracaidismo. El paracaidista es como el ave de paso: mientras va descendiendo lentamente sobre el suelo ya está pensando en cómo salir pitando de allí. Toca tierra y sale a la carrera. Desde tiempos inmemoriales, con algún paréntesis a lo largo del cual el Valencia pudo demostrar lo grande y bueno que es, el club che, o por mejor decir quienes lo dirigen circunstancialmente, parecen estar más preocupados de sus cuitas personales que de situar al equipo donde le corresponde. Y a la vista está que la solución no se encuentra en la conversión de un club en sociedad anónima. Tres años ha tardado el Real Madrid en desembarazarse de su virus Troyano. Veinte, desde que su fue don Arturo Tuzón, llevan en Valencia buscando la paz institucional. Pero los "paracas" no son la solución. Tocan suelo y salen corriendo. Algunos a Miami.

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