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El penúltimo raulista vivo

Vuelven el nudo Windsor y el Valentino de los foulards

Albergo pocas dudas al respecto de que el argentino Leo Messi ganará el Balón de Oro correspondiente a 2011. Si ya obtuvo el de 2010, cuando Xavi o el propio Iniesta habían hecho indiscutiblemente más méritos que él, parece poco creíble que ahora le supere alguno de sus propios compañeros o los mismísimos Cristiano o Iker Casillas. Messi es un jugador fantástico, sí, que la pasada campaña ganó a mi modo de ver injustamente un premio que conceden una revista de fútbol y, desde el año 2010, también la FIFA. El Balón de Oro, como otros premios individuales similares, tiene la importancia que tiene y al final ha acabado convirtiéndose en un show televisivo cuyo único objetivo es el de seguir alimentando al monstruo del fútbol, que no para de tragar y tragar y tragar.

El problema que yo le veo a este espectáculo es que últimamente la coronación llega precedida de las opiniones de todo el mundo y genera un mal rollo impresionante e innecesario. Que Carlos Queiroz, cuya única aportación al Real Madrid fue enseñarnos a todos paso a paso cómo se hace un nudo Windsor, salga reconociendo que el votará por Messi antes que por Cristiano, como si en Dodge City sólo hubiera sitio para John Wesley Hardin y Sam Bass, lleva implícito un importante componente de mala leche porque el seleccionador de Irán (ahí tampoco acabará Mourinho, por cierto) añade que Ronaldo "es el mejor jugador portugués del mundo". A Queiroz, como a tantos otros, les diría que el Real Madrid no tiene la culpa de que ellos no estuvieran a la altura de las circunstancias.

Otro que ha dado señales de vida, y para hablar del aburguesamiento de Cristiano, ha sido Arrigo Sacchi, ex director de fútbol madridista y hombre que recomendó en su día el fichaje de Vanderlei Luxemburgo. Sacchi al menos tuvo la dignidad de marcharse, y no como otros que aguantaron carros y carretas mientras tocaban el bandoneón, renunciando a un auténtico pastón en cuanto notó que Florentino Pérez no le hacía ni puñetero caso, pero aún así su año aquí sólo puede ser catalogado como annus horribilis. Si antes decía que Queiroz nos ilustró acerca de cómo hacer correctamente un nudo Windsor, el italiano se convirtió en algo parecido al Valentino de los foulards. Aún así, yo tendría mil veces más en cuenta el voto de Sacchi que el del seleccionador de Irán.

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