
En Inglaterra el fútbol se vive de manera especial. Bajo una enorme responsabilidad y orgullo, los ingleses presumen de ser la cuna del fútbol. Por eso, cada vez que acuden a un gran campeonato lo hacen como si se tratase de enviar a sus tropas a una guerra y se jugasen algo más que un partido de fútbol, esa cátedra que les da ser el origen del balompié. Por todo eso, la derrota ante Uruguay (2-1) en la segunda jornada del Mundial de Brasil despertó la decepción más grande para un hincha inglés después de ver a su equipo hincar la rodilla ante Luis Suárez, un futbolista excepcional que fue capaz de cambiar por completo la imagen de su selección.
El equipo de Roy Hodgson aún no está eliminado matemáticamente, todavía espera un favor de Italia ante Costa Rica para jugársela en la última jornada, pero la impotencia y la frustración se apoderó de un conjunto que apuntaba hacia cotas más altas. Enfrente, la imagen de Luis Suárez, el hombre de la recuperación milagrosa de una operación de rodilla.
Inglaterra había dejado una buena imagen a pesar de la derrota ante Italia en la primera jornada, parecía haber nacido un nuevo conjunto británico, que esta vez sabía a lo que jugaba. Todo lo contrario que Uruguay que había despertado muchas dudas ante Costa Rica. Sin embargo, la timidez fue inglesa. Óscar Washington Tabárez decidió sacrificar el trabajo destructivo para dar más toque al equipo con la entrada de Lodeiro y Álvaro González en lugar de Stuani y Gargano y la apuesta le salió a la perfección.
Fue Uruguay quien quiso hacerse con las riendas del partido recuperando sus viejas señas de identidad. Intensidad, presión y velocidad para intimidar a su rival. Y en medio de todo aquello, Inglaterra aceptó la invitación al intercambio de golpes. Todo ello desembocó en un choque descontrolado con el balón de viaje de un área a otra. El primer susto lo dio Cavani en una jugada ensayada en un córner y la respuesta fue un cabezazo al larguero de Rooney. Entonces apareció Luis Suárez, apenas un mes después de su artroscopia en la rodilla.
Gol a la inglesa
Una pérdida en el centro del campo desató la salida de Cavani en velocidad para poner un centro medido en la cabeza del delantero del Liverpool. Jagielka perdió la posición y el ariete cabeceó cruzado ante Hart. Rooney quiso asumir la responsabilidad del cuadro británico y, antes del descanso, sirvió un gran balón sobre Sturridge, cuyo disparo acabó desviado por Muslera.
Sin haber encontrado la brillantez en el juego del choque ante Italia, Roy Hodgson prefirió mantener el rumbo en la segunda parte. Los uruguayos, lastrados por el cansancio, dieron un paso atrás e Inglaterra se hizo con el mando del juego. Muslera salvó un remate a bocajarro de Rooney dentro del área, antes de que el delantero del Manchester United empatase. Johnson apareció por la banda derecha se coló hasta el interior del área y sirvió el gol al delantero inglés para empatar el choque.
Fruto de la insistencia más que del juego, Inglaterra se vino arriba durante unos minutos, los que tardó de nuevo Uruguay en sujetar el choque, parar el ritmo y esperar a su estrella. Y Uruguay encontró el gol con el método más inglés que existe. Muslera sacó de puerta, entre Gerrard y Cavani peinaron el balón, Luis Suárez ganó en velocidad a los centrales y fusiló a Hart. La frustración británica continuó hasta el final. Incapaz de adoptar el juego alegre del primer partido y de leer el planteamiento de su oponente, Inglaterra cayó decepcionada de nuevo, herida en su orgullo y machacada por Luis Suárez, un delantero soberbio que salió levantado a hombros por sus compañeros.

