
¿Y quién diablos fue ese Lora?, se preguntarán muchos de ustedes…Pues se trata de un histórico jugador del Sevilla que, para sorpresa de propios y extraños, entró en la lista de convocados para la selección española dirigida por Ladislao Kubala -los entonces popularmente conocidos como ‘Kubala Boys’-, con vistas a su segundo compromiso, tras la intrascendente goleada a Finlandia en La Línea de la Concepción, en octubre del 69. Se había concertado un partido amistoso contra el combinado nacional de la RFA, a la sazón vigente subcampeona del Mundo, y este iba a tener lugar el 11 de febrero de 1970 en el estadio Sánchez Pizjuán, donde el futbolista jugaba habitualmente. La gran sorpresa de la lista se llamaba Enrique Lora Millán, y era natural de la localidad sevillana de La Puebla del Río, donde había nacido el 7 de mayo de 1945, en plena posguerra. De condición humilde, tuvo que ponerse a trabajar en el campo desde muy joven, pero para su fortuna el balón redondo le sacaría de un futuro muy previsible y poco esplendoroso, aunque no le iba a ahorrar precisamente sudores…

Y es que a Lora puede considerársele como el paradigma del futbolista-obrero, o en su caso jornalero. El más popular de los deportes imita la vida, pues no deja de ser un microcosmos representativo de la Sociedad, y en un equipo hay clases superiores, llámense líderes, arquitectos o ingenieros (o gerentes, como decía el chileno Carlos Caszely), y otros que realizan el trabajo sucio, peones de brega, gregarios que corren y trabajan sin descanso durante los 90 minutos -y también los de propina-, con la única y sacrificada misión de que los artistas propios se luzcan, y los rivales fracasen en su empeño. Son estajanovistas de la pelota, que empapan la camiseta con su honesto sudor proletario, y que además acostumbran a ganar bastante menos que las vedettes. Pero afortunadamente a veces -no siempre, por desgracia- se les hace justicia.
Y pudo ser bético...
Su primer equipo importante va a ser el Coria, pero en 1975, al finalizar su contrato, está a punto de convertirse en jugador del Betis. Pero surgió un problema, y es que el club verdiblanco le ofrecía 30.000 pesetas, pero en un talón bancario, y Lora no se fiaba y quería el parné en efectivo. Quedaron en que volviese al día siguiente, pero entonces fue cuando entró en escena el Sevilla. Y como vale más pájaro en mano que ciento volando, el de La Puebla estampó su firma a cambio de 25.000 calas, pero en metálico y en el acto, para entregarlas en casa ipso facto. La temporada 65-66 se la pasa en el conjunto filial, el Sevilla Atlético, y al iniciarse la siguiente campaña el técnico sevillista Sabino Barinaga le hace debutar con el primer equipo frente al Granada, en el Sánchez Pìzjuán. Y ya muy pocas veces se caería de la alineación.

Sus primeros tiempos son grises, más bien tirando a negros. Figura casi siempre en el once titular, jugando como extremo o interior, preferentemente por la derecha, pero el Sevilla va de mal en peor. Al finalizar el curso 66-67 se libra del descenso por los pelos, venciendo en la promoción al Sporting gijonés, pero en la temporada siguiente se precipita al abismo, yendo de la manita con su no siempre cordial enemigo bético.
Afortunadamente ascienden a la primera, y con la llegada de un nuevo entrenador, el austríaco Max Merkel, va a llegar la gran oportunidad de Lora. Merkel, Mister Látigo, le convierte en un todocampista, un currante sacrificado e inagotable que no descansa en todo el partido, un sietepulmones, el alma de un equipo que en esa temporada 69-70 será la auténtica revelación del campeonato, encaramándose a la tercera plaza. Lora, con su 1,62 de estatura, está hecho un toro, gracias a las dobles sesiones de entrenamiento recetadas por el técnico centroeuropeo, y Kubala le convocará, para sorpresa de muchos. Se dijo y se escribió que únicamente jugaba para que el seleccionador quedase bien delante del público, porque el partido se disputaba en Sevilla, pero su omnipresente actuación frente a los fenómenos germanos -Libuda, Grabowski, Netzer, Uwe Seeler, Torpedo Muller…-, acalló todas las bocas críticas. No era un estilista, ciertamente, pero realizaba a la perfección una impagable labor.

Merkel, al que Lora siempre ha considerado como su mejor entrenador, dijo de él que era "un jugador todo corazón, con generosidad y humildad, y un ejemplo para sus compañeros". Y también para Kubala será indiscutible durante varias temporadas, hasta completar 14 presencias en la Selección, con un gol ante los modestos chipriotas en Los Cármenes. Con el Sevilla conocerá un nuevo descenso al finalizar la 71-72, y esta vez la permanencia en el pozo será más larga, tres años, siempre con Lora en el equipo. Pero al enfilar la treintena su papel irá bajando paulatinamente, y en 1977 la junta presidida por Montes Cabeza le dará la baja, tras once temporadas de inestimables servicios a la causa blanquirroja, con 335 partidos oficiales y 27 goles.

En el Recre
Enrabietado con su Sevilla, y dispuesto a demostrar que aún le quedaba mucho fútbol en sus botas de siete leguas, Lora va a firmar por el Recreativo de Huelva, el Decano del fútbol español. Dirigido por Eusebio Ríos, el antiguo central del Betis, aquel Recre tenía en sus filas a gente como Isabelo, el bigotudo Sivianes, el uruguayo Víctor Espárrago, Joaquín o el futuro pichichi Poli Rincón, con el antiguo internacional jugándolo casi todo, y va a conseguir su primer ascenso. Lora estará en el estreno del Decano en la máxima categoría, que liderará provisionalmente en las dos primeras jornadas, aunque luego las cosas ya no irán tan bien, y al finalizar aquella temporada 78-79 retornarán a Segunda, momento que aprovecha el esforzado todocampista de La Puebla del Río para despedirse del fútbol, con 34 años de edad y siendo todavía pieza importante en el equipo onubense.

Y como ha sido siempre un hombre del campo una vez retirado ha llevado una vida sencilla y tranquila. Ocupándose de cuidar su huerto y sus animales, y acudiendo cotidianamente a la peña seviillsta de de su pueblo, para tomarse una cervecilla y jugar al dominó con los amigos. En 2014 el Sevilla por fin reconoció sus grandes méritos, y le nombró ‘Dorsal de leyenda’, la distinción con la cual el club de Nervión recuerda a los que le sirvieron tanto y tan incondicionalmente. Y Lora, un jornalero del fútbol, siempre lo entregó todo por esos colores, desde su generosa humildad.
