
Hoy, Día del libro, aprovechamos para recuperar una historia curiosa, cuando menos. En realidad, se trató de una manera original de enfurecer a la afición rival. Pero para siempre ha quedado como una de las anécdotas más extraordinarias producidas jamás en un partido de fútbol. Relacionada, por supuesto, con la lectura. El día que un portero se sentó y se puso a leer en mitad de un encuentro.
Un gesto eterno
El 24 de abril de 1955 se disputaba en el Estadio Felipe Martínez Sandoval el Cásico Tapatío, que enfrenta a Chivas y Atlas. Un encuentro que comenzó con Chivas arrollando claramente a su rival. En apenas 7 minutos de partido, el marcador ya era de 3 a 0.
Jaime Tubo Gómez era el portero de Chivas. Un portero, todo sea dicho, odiado por la afición rival. Una mala relación que ya venía de años atrás. Tras aquel brillante inicio de su equipo, los hinchas de Atlas la emprendieron con el guardameta, que en esos momentos defendía la portería situada en el fondo de aquellos aficionados.
Como relataría él mismo años más tarde, "querían pelea. Y pensé qué les podía hacer. Algo que les duela para toda la vida".
Lo que haría Tubo Gómez, desde luego, ha quedado para siempre. Ni corto ni perezoso, se acercó a un niño que tenía una revista (eso pensaba él, en realidad se trataba de un cómic de Memín Pinguín) y se la pidió. Al dársela, el portero se sentó en su portería, apoyado en el poste, y simuló que estaba leyendo, aburrido del partido, de que el rival no se acercara.
"Procuré que el árbitro, que andaba muy ocupado en el otro lado del campo, no me viera, porque si no me expulsa. Y en ese momento me siento, me pongo en actitud de lectura, y me toman la foto", añade.
Un gesto, una imagen, que obviamente multiplicó la ira de la afición rival.
Aunque poco después esa misma afición pudo tomarse su venganza. Concretamente, en el siguiente enfrentamiento entre ambos conjuntos, apenas cinco meses más tarde. En el mismo estadio y en la misma portería, Tubo Gómez encajó dos goles que dieron la victoria a Atlas. Tras el 1-2, un aficionado rival saltó al campo y se burló del portero entregándole un periódico. "Lee ahora", le debió decir. Gómez reaccionó mal y la emprendió a golpes con el aficionado.
Un portero de leyenda
Jaime David Gómez Munguía (Manzanillo, México, 29 de diciembre de 1929), Tubo Gómez para el fútbol, había iniciado su carrera futbolística en casa. Fue Atlas el primer grande que se interesó en él, pero finalmente rechazó su incorporación. Cosas del destino, terminó fichando por Chivas, donde se convirtió en leyenda. En 14 temporadas (de 1950 a 1964) conquistaría 17 títulos, con un equipo que sería para siempre recordado como Campeonísimo.
Con la selección de México disputaría los Mundiales de 1958 y 1962, aunque siempre a la sombra del mítico guardameta Antonio Carbajal, el primer futbolista en disputar cinco campeonatos del mundo. Una cifra hasta la fecha sólo igualada por Cristiano Ronaldo, Lio Messi, Lothar Matthäus, y sus compatriotas mexicanos Rafa Márquez y Andrés Guardado.
Tras salir de Chivas, Tubo Gómez continuaría su carrera defendiendo los colores de Monterrey, Club Deportivo Oro y Laguna FC, donde se retiraría de manera definitiva a los 41 años.
Además, conseguiría grandes logros en Voleibol, llegando a representar a la selección de México en los Juegos Centroamericanos de 1950, en los que se hizo con el oro; y también en baloncesto, conquistando el campeonato nacional en 1949.
La maldición del Tubo Gómez
Cuatro años antes, en 1951, se había producido el primer polémico enfrentamiento entre Tubo Gómez y Atlas. En aquella ocasión, el gran rival de Chivas se hizo con el título nacional después de imponerse en el Clásico Tapatío en la última jornada. Gracias, sobre todo, a un polémico penalti transformado por Edwin Cubero.
Tras concluir el encuentro Gómez, visiblemente enfadado, lanzó una amenaza sin saber que sus palabras seguirían resonando en la afición de los zorros más de medio siglo después. "Festejen que no van a volver a ser campeones en 50 años. Es más, antes de que yo me muera no vuelven a coronarse", declararía el guardameta.
Al más puro estilo de la maldición de Bela Guttman, lo cierto es que desde entonces Atlas no ha logrado ningún campeonato más.
Aunque Tubo Fernández fallecería hace ya 15 años, el 4 de mayo de 2008, a los 78 años. Pero la maldición sigue vigente.
Tan vigente como su imagen, una de las osadías más geniales que ha dado jamás el mundo del fútbol. La imagen de un portero sentado, en pleno partido, recostado sobre el palo de su portería, leyendo plácidamente un cómic.

