
Adriano Leite Ribeiro, más conocido como Adriano o "El Emperador", fue una de las mayores promesas del fútbol mundial a principios de los 2000. No solo por ser del mismo país, sino también por su parecido físico y, sobre todo, sus cualidades, como la potencia, velocidad y gran golpeo, fue considerado el sucesor del "Fenómeno" Ronaldo Nazario.
Con 150 goles en sus 331 partidos disputados, el brasileño fue una de las grandes sensaciones del nuevo siglo. Pese a ello, tras la muerte de su padre, el jugador no logró centrarse en el fútbol. Debido a esto, a los 34 años, el "Emperador" se retiró después de su temporada 2015/16 en el Miami United.
El brasileño deslumbró en su época en el Inter, donde estuvo en una primera instancia en la temporada 2001/02, y más tarde en su época dorada entre la 2003/04 y la 2007/08, finalizando su etapa en el equipo de Milán en la 2008/09. El delantero anotó 74 goles en sus 177 partidos con el club. Ya en Italia, pasó por equipos como la Fiorentina, el Parma y la Roma, para luego jugar en equipos de Brasil hasta retirarse en Estados Unidos.
💔🇧🇷 Qué tremenda esta carta que escribió Adriano, sí El Emperador, a puño y letra, sobre su vida actual, la favela y el alcohol, a los 42 AÑOS:
"Sé lo que se siente ser una promesa, incluyendo una promesa incumplida. El mayor desperdicio del fútbol: yo. Me gusta esa palabra… pic.twitter.com/whfE2w0Rmg
— Ataque Futbolero (@AtaqueFutbolero) November 12, 2024
"Una carta a mi favela"
Tanto sus compañeros como él mismo han hablado en muchas ocasiones del daño mental que le causó la muerte de su padre, quien falleció en 2004. El brasileño ha contado toda su historia y ha relatado cómo es su vida en la actualidad, viviendo en la favela Vila Cruzeiro, en una carta publicada por The Players’ Tribune, titulada "Una carta a mi favela".
En esta carta, se puede leer cómo él mismo se considera una promesa incumplida; el futbolista se describe a sí mismo como "el mayor desperdicio del fútbol". Adriano confiesa que le gusta la palabra "desperdicio" porque está obsesionado con "desperdiciar su vida"; vive en un desperdicio frenético y disfruta de ese estigma, admite el brasileño.
Al hablar de desperdiciar su vida, Adriano ha dejado claro que ni se droga ni está involucrado en el crimen, "aunque podría haberlo hecho", dice el exfutbolista. También confiesa que no le gusta salir de fiesta, sino que simplemente va al quiosco de Naná, al cual acude siempre, según cuenta.
Su adición al alcohol
Lo que no ha dudado en confesar es su adicción al alcohol: "Bebo cada dos días, sí –y los otros días también–. Bebo porque no es fácil ser una promesa que sigue en deuda", manifestaba el autor del gol del empate en la final de la Copa América 2004, que Brasil terminaría ganando en los penaltis ante Argentina.
Con tan solo 14 años, el padre de Adriano, Almir Leite Ribeiro, lo sorprendió tomando cerveza en una fiesta. "El viejo se volvió loco. Me arrancó la taza de la mano y la arrojó a la zanja. ‘Yo no te enseñé eso, hijo'", contaba el exdelantero, añadiendo que su abuelo había muerto por alcoholismo.
La muerte de su padre, le cambió la vida
Uno de los momentos que marcaron la vida del futbolista fue el día en que una bala perdida impactó en la frente de su padre durante una celebración en Cruzeiro. "Los médicos no fueron capaces de sacarla", explica. Tras esto, su padre comenzó a tener convulsiones frecuentes.
🔝 Lo que jugaba Adriano 'El Emperador':pic.twitter.com/H30ZHJ0hwF
— Samuel Vargas (@SVargasOK) November 5, 2024
Finalmente, su padre murió en 2004, después de que Adriano se hiciera campeón de América. "La muerte de mi padre cambió mi vida para siempre. Hasta el día de hoy, es un problema que aún no he podido resolver", admitía el Emperador.
Para concluir, el brasileño explicó el motivo por el cual vive en la favela Vila Cruzeiro. Relata que cuando salió de Italia, logró esconderse allí durante tres días, donde nadie lo encontró. El exfutbolista ha argumentado que siente la favela como su lugar de pertenencia, donde se siente en paz, pues "veo a mi padre en cada uno de los callejones" –añadió–. "Vila Cruzeiro no es el mejor lugar del mundo, es mi lugar", finalizó el Emperador.

