
El Elche Club de Fútbol ha sido siempre una entidad singular dentro del panorama deportivo español. Emblema de una ciudad muy especial, patria de la hermosísima Dama íbera, solar de un palmeral único y maravilloso, y sede de una representación sacra profundamente arraigada y popular -el Misteri-, el club llegó a la élite del fútbol español a finales de la década de los 50 del pasado siglo, pasando meteóricamente de Tercera a Primera División en tan sólo dos temporadas, y manteniéndose entre los grandes durante doce irrepetibles e inolvidables años, en los que su peculiar equipación franjiverde se volvió familiar en todos los campos de la máxima categoría, vestida por un ramillete de figuras que hicieron historia -Cardona, Re, Romero, Iborra, Lezcano, Llompart, Vavá, Marcial, Canós, Lico, Ballester, Asensi…- Hace poco conmemoró su primer centenario, aunque la campaña resultó calamitosa en lo deportivo, con un descenso a Segunda anunciado desde muchos meses antes del final de la competición, y hoy lucha denodadamente por recuperar su lugar al sol.
Un club al borde de la desaparición
En los años 50, el Elche aún no se había asomado a la Liga de los mejores. Ubicado en Tercera División atravesaba por un profundísimo bache, pues al finalizar la temporada 52-53 se encontraba contra las cuerdas, acorralado financieramente, con el agua al cuello, en trance de desaparecer. Arrastraba una deuda de 600.000 pesetas con los futbolistas -toda una fortuna para la época, y más con su precaria economía-, y otra de 100.000 con la Federación Murciana, a la que pertenecía el club ilicitano. No había directiva, su sede social estaba cerrada e incluso les habían cortado la luz y el agua. Y además en los últimos tiempos la afición se había retraído de acudir a Altabix , mostrando una gran apatía hacia el equipo, más preocupada de sus propios asuntos en aquella durísima España de posguerra que por lo que sucedía el domingo en los terrenos de juego. Todo hacía indicar que el club franjiverde, que a la sazón contaba con 30 años de existencia, estaba dando ya sus últimas boqueadas.
Salvar a la franja
Fue entonces cuando sobrevino el milagro, un proyecto heroico, titánico, para salvar al equipo representativo de la ciudad de las Palmeras. Varios jugadores y personas de la localidad no se resignaron a que su querido club muriese de aquella forma, sin presentar batalla. Los nombres de estos cruzados han quedado para la historia: Paco Lahuerta, Serafín Sevilla, Tonico Esclapez, Manolo López, Fernando Enguix (del Banco Español de Crédito), Pascual Antón… sin perder tiempo lamiéndose las heridas, pusieron manos a las obra, y entre todos pergeñaron una posible solución a los males que afligían a la entidad de sus amores.
Lo primero era convencer a los futbolistas acreedores para que perdonasen las cantidades adeudadas. Fueron de uno en uno, y lo lograron. Luego consiguieron que la Federación Murciana les concediera una moratoria de la suya, y así poder inscribir jugadores. Aliñaron de ese modo una plantilla capaz de competir dignamente en la categoría de bronce, y también arrimaron el hombro -en el más estricto sentido de la palabra- para adecentar el campo de Altabix, muy descuidado últimamente por falta de los recursos necesarios para su mantenimiento.
Los jugadores van a organizarse en régimen de cooperativa, autogestionando el club, una medida del todo punto revolucionaria. Administrarían la taquilla de los partidos y una vez deducidos los gastos de los ingresos, adjudicarían a cada uno de ellos una cantidad de dinero. Esta no era igual para todos, sino que el porcentaje iba en función de criterios como el prestigio o la importancia en el equipo. Cada uno, excluyéndose a sí mismo,, indicaba la cifra que debía corresponderles a sus compañeros.
Una idea tan romántica, en un tiempo en el que el fútbol español avanzaba ya a pasos agigantados hacia su completa profesionalización, fue muy celebrada en aquel momento, tanto en la prensa nacional como en la propia ciudad, que se volcó con su equipo y comenzó a asistir nuevamente a Altabix. Elche contaba entonces con unos 70.000 habitantes y su estructura económica estaba cambiando con rapidez. Aun vivía mayoritariamente de la agricultura, pero su tradicional artesanía alpargatera estaba siendo sustituida por la moderna industria del calzado, atrayendo a gran número de emigrantes, murcianos, andaluces y manchegos, al tiempo que se configuraba una joven burguesía, emprendedora y pujante.
Llegan Esquitino y César
Y el equipo fue recuperándose deportivamente poco a poco, con la mirada puesta en retornar a la Segunda División.Y en ese momento van a ser clave dos personas: el empresario local José Esquitino Sempere y el futbolista César Rodríguez, el famoso Pelucas, internacional español y una de las grandes estrellas del Barça de los años 40 y 50. La Cooperativa va a ir diluyéndose paulatinamente, hasta su definitiva disolución legal, una vez cumplida la misión de salvar al club. Entonces, en 1955, Esquitino toma las riendas de una sociedad que ya funcionaba, con la afición respondiendo cada domingo, y el equipo dándole satisfacciones.
Se realizan fichajes para reforzar la plantilla, y de cara a la temporada 57-58 César se convierte en entrenador franjiverde, pero con una curiosa característica, y ésta es que se alinea regularmente en el equipo como delantero centro, erigiéndose en su estandarte y máximo goleador, y demostrando fehacientemente que quien tuvo, retuvo. El Elche, con un conjunto en el que al lado del veterano ariete leonés forman los Isidro, Gómez, Rico, Quirant, Mezquita, Campos, Pahuet, Souto, Nito I y Nito II, consigue el ansiado ascenso, pero no va a quedar ahí la cosa…
Haciendo historia
De cara a la campaña 58-59 el club ilicitano se hace con los servicios de un pequeño y magnífico delantero hondureño, José Enrique Cardona, y presenta su candidatura para aspirar a lo máximo, el ascenso a Primera División. Algo que finalmente logrará en la última jornada, en calidad de campeón, al imponerse por 0-3 al Tenerife en el Heliodoro Rodríguez, desplazando a la siempre incierta promoción al todopoderoso Levante, donde juega el legendario futbolista neerlandés Faas Wilkes.
Luego vendrán 12 años maravillosos, hasta 1971, primero consolidándose en la élite, y más tarde alcanzando clasificaciones como el quinto puesto en la temporada 63-64, a las órdenes del estricto Heriberto Herrera, haciendo morder el polvo a todos los grandes, aportando jugadores a la selección y, sobre todo, el máximo hito franjiverde hasta la fecha: llegar a la final de la Copa del Generalísimo en 1969, donde sólo la mayor experiencia del Athletic de Bilbao de los Iribar, Sáez, Argoitia, Arieta, Uriarte, Clemente y Rojo le privó de coronarse como campeón de España. ¡Mucho Elche!
