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La muerte de Sandor Szucs, una historia de amor, fútbol y tragedia

Era uno de los fijos en la Selección de Oro de Hungría. Pero su carrera se vio truncada por una relación de amor secreta, que terminó con su asesinato

Era uno de los fijos en la Selección de Oro de Hungría. Pero su carrera se vio truncada por una relación de amor secreta, que terminó con su asesinato
Imagen de archivo de Sándor Szűcs y Erzsi Kovács. | Archivo

El 4 de junio de 1951 fallecía Sándor Szűcs. Tenía 30 años. Una relación de amor prohibida, cuando era uno de los mejores futbolistas en un país que dominaba el planeta fútbol, significó el final de su vida. Una ejecución como ejemplo. Un terror que truncó la carrera de uno de los más grandes del país magiar.

Sándor Szűcs nacía el 23 de noviembre de 1921 en el pequeño pueblo de Szolnok, a unos 100 quilómetros de Budapest. Es ahí donde comienza su carrera como futbolista, en el Szolnoki MÁV. Pronto llama la atención de los más grandes del país, y en 1944 recala en el Újpest. Para entonces, ya era internacional con la selección de fútbol de Hungría. Recordemos, una de las más grandes del planeta en aquellos tiempos, subcampeona del mundo en el Campeonato de Italia de 1938, y germen de lo que sería poco más tarde el equipo de los Mágicos Magiares.

Szűcs coincidiría con varios de ellos. El más destacado, por supuesto, Ferenc Puskás. Ambos coincidieron como titulares en el estreno internacional de la gran estrella húngara, en la victoria por 5 a 2 ante Austria.

Es Sándor Szűcs un defensa elegante, fuerte, contundente y con un gran sentido de la posición. En un equipo que juega eminentemente al ataque, los defensas deben tener también buen trato con el balón. Algo inusual en la época. Y Szűcs es uno de los que mejor interpreta ese estilo.

También en el Újpest, donde compartiendo equipo con la leyenda Ferenc Szusza llegará a conquistar tres campeonatos nacionales de Hungría consecutivos, entre 1945 y 1947.

No hay duda de que estamos hablando de uno de los futbolistas más importantes del país. Un país que comienza a sufrir severos cambios tras la llegada en 1946 de Matyas Rakosi a la escena política nacional, líder del país como Secretario General del Partido Comunista Húngaro y del Partido de los Trabajadores Húngaros.

Una fiesta que lo cambió todo

Ya en 1950, con Szűcs siendo una gran estrella del Újpest y de la selección magiar, recibe una invitación para una fiesta de un gran aficionado del equipo. Acude junto a varios compañeros de equipo. Y conoce a Erzsi Kovács, la joven pareja del anfitrión de la fiesta y quien estaba comenzando a hacerse un nombre en el mundo de la música húngara. Szűcs y Kovács caen perdidamente enamorados desde el primer momento. El problema, que ambos están casados. De hecho, Sándor Szűcs tiene dos hijos.

Comienzan una relación en secreto, para proteger sus matrimonios pero sobre todo para protegerse del gobierno popular húngaro, que consideraría aquella relación totalmente inadmisible. Pero la fama de ambos hace que aquel secretismo sea imposible. Y todo explota.

Para complicar aún más las cosas, conviene recordar que el Újpest había pasado a ser un equipo bajo control policial tras el cambio de gobierno en Hungría. Es decir, Szűcs se había convertido técnicamente en policía, del mismo modo que Puskás y sus compañeros del Honvéd eran oficiales del ejército. Y aquello le ponía bajo un escrutinio más estrecho por parte de las autoridades.

La maquinaria de la AVH (la Államvédelmi Hatóság, la Policía Secreta Húngara) se puso en marcha. Espían a la pareja. Y proceden a interrogar a Erzsi Kovács, quien termina confesando la relación. Poco después Szűcs recibe una escalofriante llamada telefónica en la que le recomienda terminar la relación o, de lo contrario, "terminará en un lugar donde sus piernas de futbolista no podrán ayudarle".

Huída a la desesperada

Todo aquello provoca que la pareja, desesperada, decida huir. El riesgo es elevado. La muerte, próxima. Pero vale más la pena intentarlo, que terminar aquella relación.

El plan pasa por cruzar la frontera con Yugoslavia, único país fronterizo con Hungría del bloque comunista al que se podía acceder con facilidad y desde ahí poner rumbo a Italia. No era el primer futbolista húngaro que iba a jugar al país transalpino. Pero su situación era más arriesgada que la de cualquier otro. Y un intento ilegal de abandonar el país podía suponer la pena de muerte. Así que tiene que tirar de un arma de doble filo: los contrabandistas.

En marzo de 1951 comienzan su huida. Sin decir nada a nadie. Excepto al contrabandista al que alquilan el coche, y quien les recomienda llevar -y les da- una pistola. Pero es una trampa. A los pocos quilómetros son interceptados por la AVH.

Son detenidos y trasladados a los cuarteles de 60 Andrássy Avenue, comunmente conocidos como la Casa del Terror. Los interrogatorios son brutales. Sándor Szűcs es condenado a pena de muerte por los cargos de intentar cruzar la frontera de manera ilegal, y alta traición a la patria. Erzsi Kovács es sentenciada a cinco años de prisión.

Ni la intervención de futbolistas relevantes como Ferenc Puskás o József Bozsik, quienes solicitan clemencia, sirven de nada. El 4 de junio de 1951 Sándor Szűcs es ejecutado en secreto. Erzsi Kovács no sabría de su muerte hasta su liberación en 1954, y los detalles de la ejecución no serían conocidos hasta 1989.

Una teoría que explica la severidad de la sentencia pese al estatus de Sándor Szűcs es que, más allá de que su relación ofendía a un régimen estalinista conservador, la ejecución de Szűcs serviría como alerta para otras estrellas del deporte que pensaran en abandonar el país. De ser así, no estaban equivocados en su preocupación: al estallar la Revolución Húngara en 1956, mientras la selección de fútbol de Hungría disputaba un partido fuera de casa en Bélgica, varios jugadores aprovecharon para escapar, entre ellos las superestrellas Ferenc Puskás, Sándor Kocsis y Zoltán Czibor.

Erzsi Kovács, liberada a finales de 1954, pudo retomar su carrera musical y alcanzar cierto éxito popular en Hungría en las décadas de 1950 y 1960. Fallecería en 2014 a los 85 años.

En 1989, tras la caída del Estado comunista en Hungría, la sentencia de muerte de Sándor Szűcs fue revocada y declarada una violación de la ley. Una grada del Estadio Ferenc Szusza de Újpest fue renombrada en su memoria.

La memoria de un futbolista que pudo ser y no fue. De una estrella del fútbol magiar que, pese a los buenos años brindados, se perdió la época dorada de la que sin duda hubiera formado parte. Todo por anteponer el amor a su vida. Una vida, en cualquier caso, que también forma parte de los magiares mágicos.

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