
Son malos. En algunos casos, muy malos. En otros, pésimos. El nivel arbitral español está por los suelos. Su credibilidad está por los suelos. Pero los artistas se levantan 300.000 salmones al año. Algunos bastante más con el chiringuito del VAR. Sí, hablamos de los árbitros españoles. Este fin de semana, vivimos un par de acciones surrealistas. Puedes ser malo, incluso malísimo, pero al menos, conserva el mismo criterio para todos.
Mientras, en Mendizorroza, el colegiado y el VAR se lavaban las manos tras el toque de Tenaglia a Vinicius dentro del área; en Vigo, un toque a Iñaki Williams requería la visita de rigor del colegiado al VAR para terminar señalando la pena máxima.
ES UN PENALTI COMO UNA CATEDRAL LO QUE LE HACEN A VINÍCIUS JUNIOR.pic.twitter.com/bVt7bkyu5w
— CR7STIANISMO🇪🇸🇵🇹 (@Cr7stianismo_) December 14, 2025
Aquí tienen la acción de Tenaglia sobre Vinicius. Víctor García Verdura, colegiado del encuentro, dejó seguir y, tras revisarlo en el VAR, González Fuertes, el mismo trencilla que en su día pitó fuera de juego tras un saque de banda, dijo que no había nada.
Fíjense ahora en esta otra acción. Ocurrió en Balaídos en el Celta – Athletic. Sergio Carreira no vio llegar a Iñaki Williams por su espalda y, en su intento por despejar, rozó al mayor de los Williams. Hernández Hernández no señaló nada, pero, en esta ocasión, Trujillo Suárez, a los mandos del VAR, reclamó la presencia del colegiado canario para que visualizara la acción. Tras pedir que se lo pusieran en dinámica y no solo se detuvieran en el fotograma estático, decidió señalar el penalti.
Dos acciones similares con desenlaces diferentes, con criterios distintos. El arbitraje español queda cada vez más retratado a nivel mundial.
