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¿Por qué España es una potencia en los Juegos Mundiales y no en los Olímpicos?

Por qué nuestro país brilla en deportes no olímpicos mientras sigue muy lejos de las grandes potencias en los JJOO, añorando Barcelona’92.

Por qué nuestro país brilla en deportes no olímpicos mientras sigue muy lejos de las grandes potencias en los JJOO, añorando Barcelona’92.
María Varo y Javier Martín, campeones del relevo mixto 2x2 de duatlón en los Juegos Mundiales de Chengdu 2025. | EFE

La ciudad china de Chengdu echó este domingo el telón, después de 12 días de competición (7-17 de agosto), a la duodécima edición de los Juegos Mundiales (JJMM), un evento multideportivo internacional que comprende deportes y disciplinas deportivas que no se disputan en los Juegos Olímpicos. Baile deportivo, parkour, balonmano playa, squash, kickboxing, muay thai, billar, sogatira, duatlón, hockey sobre patines... son algunos de los 35 deportes que se han disputado en estos Juegos Mundiales de 2025, donde se ha incluido por primera vez la motonáutica y la animación deportiva.

Y España lo ha hecho bien —muy bien— en esta duodécima cita de los JJMM, figurando en la octava posición del medallero final con 23 preseas (ocho oros, dos platas y 13 bronces), sólo superada por China (36, 17, 11), Alemania (17, 14, 14), Ucrania (16, 14, 14), Italia (13, 25, 19), Francia (11, 11, 16), Estados Unidos (11, 10, 7) y Hungría (11, 8, 5), de un total de 82 países participantes.

El año pasado, a estas mismas alturas del verano, ya habían concluido desde hacía una semana los Juegos Olímpicos de París 2024, en los que España acabó decimoquinta en el medallero con 18 metales (cinco oros, cuatro platas y nueve bronces), con la notable diferencia de que, pese a haber menos deportes (32), se repartieron muchas más medallas (5.084) que en Chengdu 2025 (759).

De esos ocho oros logrados por España en tierras chinas, cinco han llevado la firma del hispano-venezolano Sebastián Chevi Guzmán, que ha subido a lo más alto del podio en cinco pruebas de patinaje de velocidad y además, en dos de ellas (100 metros y 200 metros dual), ha establecido dos nuevos récords mundiales, consolidándose como el atleta más destacado de la competición no solo en su deporte, sino a nivel general.

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El patinador español Chevin Guzmán (c), rey de los Juegos Mundiales de Chengdu 2025.

Pero la pregunta es: ¿por qué mientras España brilla en los Juegos Mundiales y es toda una potencia mundial en este evento, por delante de países como Japón, Reino Unido o Canadá, no acaba de despegar en la gran cita deportiva por antonomasia, que no es otra que los Juegos Olímpicos?

El contraste que sorprende

Y es que el lugar de nuestro país en los JJOO es ciertamente respetable, con éxitos puntuales, héroes reconocidos y momentos históricos como los vividos en Pekín 2008, Londres 2012 y, sobre todo, en unos JJOO de Barcelona’92 que siguen siendo nuestro techo histórico con 22 medallas (13 de oro, siete de plata y dos de bronce). Ahí estuvieron, por ejemplo, Fermín Cacho, Miriam Blasco, el oro en fútbol...

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Pero cuando se observan los resultados en los Juegos Mundiales la balanza cambia drásticamente. Ahí no hay discusión que valga: España es una potencia universal. Deportes como el karate, patinaje, salvamento y socorrismo, orientación, kickboxing o bailes deportivos elevan a nuestro país a posiciones de privilegio que no alcanza en el medallero olímpico.

¿Por qué esta diferencia? ¿Qué factores explican que España arrase en disciplinas fuera del radar olímpico y sufra para asentarse entre los diez primeros del medallero en los Juegos más universales? En Libertad Digital explicamos algunas de las claves.

Juegos Mundiales: la otra cara del deporte internacional

En primer lugar, conviene aclarar qué son los Juegos Mundiales. Se trata de una competición cuatrienal, organizada por la Asociación Internacional de Juegos Mundiales (IWGA) bajo el paraguas del Comité Olímpico Internacional (COI), que se celebra desde 1981—la primera edición tuvo lugar en la ciudad californiana de Santa Clara—. Los JJMM reúnen deportes reconocidos por el COI pero que, por distintos motivos, no forman parte del programa olímpico.

Además del patinaje o el duatlón, uno de los deportes de los Juegos Mundiales en los que España brilla con luz propia es el parkour, donde nuestro país suma títulos mundiales, récords y presencias en el podio de forma continuada.

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España, toda una potencia en parkour.

En los Juegos Olímpicos, en cambio, España aparece con fuerza en algunos deportes concretos —fútbol, baloncesto, tenis, piragüismo, vela, taekwondo...— pero con una cosecha mucho más limitada en términos globales.

Historia de una paradoja

Para entender este fenómeno conviene echar un vistazo histórico. España debutó en los Juegos Olímpicos en París 1900, con una participación casi anecdótica. Hasta los años 80 del siglo pasado, su presencia fue testimonial, marcada por la falta de estructuras deportivas modernas y un contexto político adverso.

El gran salto se produjo en Barcelona’92. España, como país organizador, se volcó a gran escala en el evento, en todos los niveles. Multiplicó la inversión y los resultados llegaron: 22 medallas, 13 de ellas de oro. Desde entonces, España se ha mantenido en un rango estable —pero muy pobre— de entre 15 y 22 preseas por edición, con la excepción de Sydney 2000 (11 medallas, solo tres de oro).

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En los Juegos Mundiales, sin embargo, la trayectoria ha sido ascendente desde los 80. España se consolidó como referencia en deportes como karate (con Sandra Sánchez y Damián Quintero como grandes iconos), patinaje (las parejas artísticas y los velocistas, entre ellos el ya citado Chevi Guzmán, han dominado durante décadas), salvamento (una disciplina casi desconocida para el gran público pero con enorme tradición en nuestro país) o el kickboxing. El medallero español en los JJMM es, habitualmente, de los cinco mejores del planeta.

Deportes con tradición local, pero fuera del radar olímpico

El primer factor que explica esta paradoja es cultural. España ha desarrollado tradiciones deportivas muy arraigadas que, en muchos casos, no son olímpicas.

  • Karate: practicado en miles de gimnasios, con una federación potente y maestros de gran prestigio. España lleva décadas entre las grandes potencias mundiales.

  • Patinaje artístico y de velocidad: nuestro país es referente en el patinaje sobre ruedas, aunque en los Juegos Olímpicos solo existe el patinaje sobre hielo (invierno).

  • Salvamento y socorrismo: España ha convertido esta disciplina en un deporte competitivo de primer nivel, ligado a su tradición costera y a la cultura del mar.

  • Baile deportivo: en ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia existe un circuito consolidado de academias y competiciones.

  • Orientación: favorecida por la geografía variada del país y por un tejido federativo fuerte en zonas rurales y de montaña.

Estos deportes han crecido al margen del programa olímpico, pero otorgando al mismo tiempo a España un nivel de excelencia internacional.

El factor inversión: dónde se ponen los recursos

Otro elemento decisivo es la política de inversión. El Estado, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), ha priorizado históricamente aquellas disciplinas olímpicas con mayor proyección mediática y probabilidad de medalla: piragüismo, taekwondo, vela, atletismo, baloncesto o natación sincronizada, todos ellos como deportes olímpicos.

Sin embargo, en deportes no olímpicos la inversión suele proceder de comunidades autónomas y ayuntamientos, además de un gran esfuerzo personal de deportistas y clubes. Ahí aparece una paradoja: con menos recursos oficiales, muchos de estos deportes han alcanzado una competitividad mayor que los olímpicos, gracias a una base de practicantes muy amplia y a un espíritu de superación que compensa la falta de medios.

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Un ejemplo claro es el karate. Pese a no estar en el programa olímpico hasta Tokio 2020 (y haber desaparecido después), España ha formado a campeones mundiales de renombre como Sandra Sánchez, considerada la mejor karateca de la historia en la modalidad de kata.

La sombra del fútbol y el reparto mediático

No se puede obviar el peso del fútbol. En España, el deporte rey absorbe la mayoría de la atención mediática y los patrocinios. Eso ha generado un ecosistema en el que deportes olímpicos minoritarios luchan por encontrar espacio, mientras que otros no olímpicos han crecido en un entorno más familiar, sin presiones de gran espectáculo y con fuerte compromiso de clubes y familias.

El karate, el patinaje o el salvamento no viven bajo la sombra directa del fútbol porque juegan en otra liga, más discreta pero muy eficiente.

Dimensión internacional: competir con gigantes

En los Juegos Olímpicos, España se enfrenta a potencias globales con presupuestos multimillonarios y sistemas de detección de talentos muchísimo más desarrollados. Véase el caso de Estados Unidos, China, Rusia, Reino Unido o Japón, que son auténticas potencias olímpicas a lo largo de la historia, así que competir de tú a tú con ellos en disciplinas olímpicas se antoja una quimera.

En cambio, el escenario cambia radicalmente en los Juegos Mundiales porque muchos de los países más poderosos en JJOO no destinan grandes recursos a deportes no olímpicos. Estados Unidos, por ejemplo, apenas tiene tradición en salvamento o patinaje sobre ruedas, China prioriza sus deportes estratégicos olímpicos y Rusia sufre importantes restricciones internacionales, por poner algunos ejemplos. Y ese vacío permite a España situarse entre las potencias de los Juegos Mundiales.

¿Qué dicen los protagonistas?

En este sentido, Libertad Digital ha querido recabar algunos testimonios de los protagonistas de los deportes donde España tiene un gran tirón en Juegos Mundiales, como por ejemplo el karate, el patinaje artístico y el salvamento.

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La karateca toledana Sandra Sánchez.

Así, Sandra Sánchez, oro olímpico en Tokio 2020 y múltiple campeona mundial, asegura que "el karate en España siempre ha tenido un nivel increíble, pero el hecho de que no esté en los Juegos Olímpicos lo ha relegado mediáticamente. Sin embargo, cuando compites en los Mundiales o en los Juegos Mundiales ves que somos referencia. Es frustrante que sólo se nos reconozca cada cuatro años, cuando el trabajo es diario y constante".

España es en el patinaje artístico sobre ruedas "como Brasil en el fútbol", sostiene la campeona del mundo Marta Giménez. "Somos una escuela de referencia. La pena es que el patinaje sobre ruedas no sea olímpico porque seguramente tendríamos muchísimas más medallas".

A juicio del seleccionador nacional de salvamento, David Gómez, "el salvamento en España es una potencia porque tenemos tradición de playas, de clubes de socorristas y una cultura asociada al mar. Lo que quizá falta es más apoyo institucional, pero aun así los resultados nos avalan."

El dilema olímpico: ¿deberían entrar más deportes?

El éxito español en los Juegos Mundiales abre un debate: ¿qué ocurriría si estas disciplinas entraran en el programa olímpico? Tokio 2020 ofreció una muestra con el karate: España consiguió un oro (Sandra Sánchez) y una plata (Damián Quintero) en una única edición.

Así, si deportes como el patinaje sobre ruedas, el salvamento o el kickboxing se integraran en los Juegos Olímpicos, España podría escalar posiciones de forma notable en el medallero. Pero la realidad es otra: el COI mantiene un programa limitado y cada inclusión supone excluir a otra disciplina. El karate, pese a su enorme arraigo mundial, fue excluido tras una sola aparición, lo que evidencia la dificultad de consolidar deportes nuevos.

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José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del Consejo Superior de Deportes.

Un fenómeno de identidad: potencia en lo alternativo

En cierto modo, el contraste refleja una seña de identidad del deporte español: su capacidad para destacar en lo alternativo, en lo que no forma parte del convencionalismo. En los Juegos Olímpicos, donde el terreno está dominado por gigantes globales, España ocupa un papel secundario. En los Juegos Mundiales, sin embargo, lidera y marca tendencia.

Este hecho también tiene un componente cultural: los deportes no olímpicos suelen mantener un vínculo más estrecho con la comunidad, con clubes pequeños y con una práctica muy ligada a la educación física escolar o a la vida cotidiana. Son deportes en los que España ha encontrado un terreno fértil para brillar.

Perspectivas de futuro

De cara a los próximos ciclos olímpicos, España afronta un doble reto. Por un lado, consolidar sus disciplinas olímpicas fuertes (piragüismo, taekwondo, baloncesto, fútbol, gimnasia rítmica, waterpolo, atletismo de medio fondo). Por otro, seguir apoyando a los deportes no olímpicos, que son una mina de talento y que podrían tener su oportunidad en futuras inclusiones.

La reflexión más profunda, sin embargo, es otra: quizá España debería valorar más sus éxitos en los Juegos Mundiales, aunque no tengan la misma repercusión mediática que los Olímpicos. Porque ahí es donde realmente se muestra como una potencia global.

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Álvaro Martín y María Pérez, ganadores de la medalla de oro en relevo mixto de marcha de los JJOO de París 2024.

¿Desviar el tiro?

La realidad es que España jamás será una superpotencia olímpica al nivel de Estados Unidos, China o Rusia. Su estructura deportiva, su presupuesto y su modelo de desarrollo se alejan bastante en esa dirección. Pero en los Juegos Mundiales, la cita de los deportes alternativos y emergentes, nuestro país se erige como un coloso.

La paradoja revela mucho sobre el deporte español: sus fortalezas en disciplinas con arraigo local pero menor proyección mediática, su capacidad para generar talento en entornos menos presionados y su debilidad cuando se trata de competir con los gigantes en el escaparate olímpico.

España, en definitiva, ha encontrado en los Juegos Mundiales su territorio natural de grandeza, aunque luego los Juegos Olímpicos sean el evento más seguido del planeta con una audiencia global de 5.000 millones de personas, lo que supone el 84% de la audiencia potencial en todo el mundo.

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