
(Libertad Digital) La delegación de la Unión Europea desplazada a Pekín para tratar del bloqueo de productos textiles chinos ha vuelto este lunes a Bruselas sin haber podido cerrar un acuerdo. Lo único que está cerrado son las aduanas europeas a miles de productos textiles chinos, que se almacenan a la entrada de Europa, esperando poder encontrarse con los consumidores del viejo continente. Michael Jennins, portavoz de la Comisión Europea Michael Jennings, ha declarado a EFE que "las conversaciones continúan a través del personal local, de nuestro equipo de la delegación de la Comisión Europea (CE) en Pekin; por tanto no se puede calificar de una interrupción".
Los intereses de los países miembros de la UE no son iguales. Los países que cuentan con importantes sectores productores, como es el caso de España entre otros (Italia, Grecia y Portugal), presionan para eliminar en lo posible la competencia china. Los que son fundamentalmente importadores (Gran Bretaña, Holanda y los países nórdicos) prefieren que los consumidores se beneficien de la entrada de productos baratos.
El pasado 10 de junio la CE y el gobierno chino, mediante sus representantes Peter Mandelson y Bo Xilai, acordaron establecer límites a la entrada de 10 categorías de productos. El objetivo es dar tres años a la industria textil europea para que se adapte al creciente competencia china, que introduce en el mercado europeo productos baratos. La relación calidad/precio ha ido convenciendo a un creciente número de consumidores europeos, sin que los productores europeos hayan sabido reaccionar.
Hoy piden el apoyo de las autoridades para que la competencia extranjera no les haga perder el favor de los compradores. Pero el conflicto saltó cuando el 1 de enero de 2005 concluyó una política de cuotas que limitaba las importaciones de otros países, y que se había prolongado por una década. El objetivo de la política de cuotas era, precisamente, ofrecer tiempo a los productores europeos para que se adapten a la competencia foránea.
En el conflicto comercial hay dos partes. Por un lado están los productores europeos, que prefieren presionar a las administraciones europeas para que limiten la competencia extranjera a tener que competir, lo que les forzaría a realizar cambios y adaptaciones para poder mantener el interés de los compradores. Por el otro lado están precisamente los ciudadanos europeos en cuanto consumidores, más los productores chinos, que quieren ganarse el mercado europeo.
La Unión Europea no es la única que ha optado por el proteccionismo para servir los intereses de los productores locales. Los Estados Unidos han seguido la misma política, y de hecho mañana martes las autoridades de comercio chinas se reunirán con las estadounidenses para tratar el conflicto.
