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ESTRENO: 20 DE NOVIEMBRE

Amelia: Biopic sin pelo en el pecho

Amelia es uno de esos films pensados y diseñados para competir en los Oscar. Para empezar, escoge premeditadamente un mito americano y lo baña en bienintencionado feminismo, como se sabe muy actual. Añádase dos estrellas de caché y cierto tono trascendente y ya está todo hecho. Pues va a ser que no.

Amelia es uno de esos films pensados y diseñados para competir en los Oscar. Para empezar, escoge premeditadamente un mito americano y lo baña en bienintencionado feminismo, como se sabe muy actual. Añádase dos estrellas de caché y cierto tono trascendente y ya está todo hecho. Pues va a ser que no.

Hilary Swank da vida a la legendaria piloto estadounidense Amelia Earhart, que desapareció mientras sobrevolaba el océano Pacífico en 1937 en su intento por viajar alrededor del mundo. Ewan McGregor interpreta el papel del padre del escritor Gore Vidal, el gran amor de Amelia. Por otro lado Richard Gere encarna al marido de Amelia, George Putnam.

Pretendiéndose ganadora antes de comenzar, el film de Mira Fair trata de cubrir el expediente recurriendo a una omnipresente banda sonora, a la vehemente interpretación de Hilary Swank y a una bella factura visual. Pero la primera acaba cansando, la segunda pronto resulta insoportable y lo tercero ya lo hemos visto antes.

Así pues, en Amelia no aparece ni rastro de la presumible lucha social que la Earhart tuvo que sufrir para llevar a cabo su sueño volante, como tampoco un ápice de verdadero espíritu romántico en la desastrosa descripción del triángulo amoroso más soso imaginable, aquel formado por Amelia, su marido y Gene Vidal y que excluye todo lo interesante en un pasmoso ejercicio de corrección política.

Nair parece dejar descansar todo el peso en la reproducción de época y pasa de puntillas por todo acontecimiento interesante apuntado por el soso guión de Ronald Bass (muy lejos ya de sus textos para Rain Man o La boda de mi mejor amigo), y el resultado es uno de esos films narrados en forma de telegrama, que renuncia a meterse en harina y con un miedo atroz a contar cualquier punto oscuro de la vida de la protagonista. El resultado es un film falsamente solemne, cursi, confuso y poco interesante, que no pone la puntilla sobre nada en concreto.

Mira Nair no logra ningún tipo de perspectiva sobre la figura supuestamente analizada, y el viaje final de Amelia carece de épica. En esta tesitura, sólo destaca la labor de un correcto Richard Gere como uno de esos personajes masculinos florero, incapaz de levantar un film sin alas que se hace eterno.

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