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Pocos, pero muy violentos, en el asedio al Congreso

Poco más de mil personas han participado en la manifestación que pretendía "tomar el Congreso", que ha acabado con incidentes violentos.

Varias cargas policiales, primero en la propia Plaza de Neptuno, después en el Paseo del Prado y más tarde en Cibeles, han sido el final de la manifestación que pretendía "tomar el Congreso" este jueves y que se ha saldado con un rotundo fracaso de participación: poco más de mil personas.

Prácticamente menos manifestantes que policías –la Delegación del Gobierno ha preparado un extenso y eficaz despliegue en la propia plaza de Neptuno y en sus inmediaciones- y también casi menos que periodistas, numerosísimos a uno y otro lado de la valla que protegía el inicio de la Carrera de San Jerónimo.

El escaso número de participantes se ha visto, eso sí, compensando por la "calidad": desde el primer momento se ha podido ver que la manifestación era muy radical y que no pocos de los manifestantes tenían claro que su cometido allí era desatar los enfrentamientos con la Policía: rostros tapados, aspecto de pertenecer a tribus urbanas violentas, simbología extremista... Por otro lado, la mayor parte de los presentes era muy joven, cosa que no ha ocurrido en otras concentraciones similares.

Insultar a la Policía como deporte

Durante horas los manifestantes han estado insultando a los agentes de Policía que protegían el inicio de la Carrera de San Jerónimo, la calle que sale de la plaza de Neptuno y en la que se encuentra el Congreso de los Diputados.

La gama de palabras soeces y de alusiones a la familia de los policías no ha podido ser más variada, pero todavía más llamativo la forma de gritar con los rostros literalmente desencajados por el odio.

Un odio que se ha vertido contra las fuerzas del orden, por supuesto contra los diputados y también contra alguno de los periodistas presentes, curiosamente sólo contra los que se encontraban al otro lado de la valla instalada por las fuerzas del orden.

Entre insulto e insulto la concentración ha ido desarrollándose con la normalidad que cabe esperar de un acto de este tipo hasta que, pasadas las ocho, se ha iniciado el lanzamiento de petardos y objetos contra la Policía, que rápidamente ha cargado para disolver la concentración que, por cierto, era ilegal.

"Somos una mierda de gente"

Con mucha eficacia y sin apenas usar la violencia los policías han ido alejando a los manifestantes, que se han desperdigado por los alrededores de la plaza, si bien han seguido provocando algunos incidentes. Ya en esos primeros instantes un agente ha resultado herido leve al recibir en su pierna el impacto de una tremenda pedrada. Desgraciadamente, la cifra de heridos casi ha llegado a la quincena.

Sin embargo, el despliegue policial, que era muy abundante en la propia plaza y en los alrededores, y la estrategia de comunicación previa habían hecho ya la parte más importante de la tarea: reducir el número de participantes en la "toma" a poco más que una presencia testimonial.

Los propios manifestantes asumían en sus conversaciones el fracaso de la convocatoria: "Hace falta que vengan muchos más" -decía una joven- mientras que otro chico resumía de forma poco sutil la impresión generalizada: "Somos una mierda de gente –en referencia a la escasa participación, no a su calidad- pero suficientes para montarla". Efectivamente, poco después la montaban. Rápidamente podían comprobar que hasta para eso eran pocos.

Durante esta misma noche, y a través de un mensaje en Twiter, los propios convocantes reconocían que "continuar la Estrategia de Asedio no tiene sentido por el insuficiente apoyo social".

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